doi 10.4067/S0718-83582015000200001

 

Vivienda social: caleidoscopio de condiciones, necesidades y soluciones alternativas

 

Orlando Sepúlveda Mellado1

1 Chile. Doctor Arquitecto Universidad Politécnica de Madrid. Director Instituto de la Vivienda, Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Universidad de Chile.


La acción en vivienda social ha tenido, en la mayor parte de los países, un origen estatal y masivo. En esta acción, el diseñador orienta sus concepciones y formaliza sus propuestas considerando prioritariamente las necesidades y formas de vida del habitante, el tamaño de las familias, las características de sus integrantes en cuanto a edad, sexo, actividades principales de cada uno. Además, la estructura de las familias donde se contemplan alternativas de combinación de los roles de cada integrante, tales como jerarquías, asignación de labores específicas de cada uno en el hogar, formas de relación entre ellos, etc., aparte de los otros factores tradicionales como los contextos sociales, económicos, geográficos, históricos, técnicos, etc.

Las características mencionadas, corresponden generalmente al acopio de información que se recoge en trabajo de campo, el cual se realiza en las disciplinas de las ciencias humanas y que el arquitecto proyectista realiza con metodologías y técnicas arquitectónicas, distantes de la sistematicidad epistemológica científica, teniendo presente que la mayoría de las veces está más comprometido con los recursos del mandante, que con frecuencia radica en el Estado. A su vez, el Estado, por compromisos principalmente políticos, se siente compelido a preconizar principios de rentabilidad, productividad y economía para atender masivamente una demanda social cada vez de mayor volumen.

Los recursos estatales del mandante, generalmente son limitados y sujetos muchas veces a restricciones económico-administrativas que derivan de los compromisos socio-políticos implícitos (éticos) o explícitos (normativos y/o legales) propios del manejo de bienes públicos. Esta circunstancia presiona a los agentes públicos y privados que intervienen en la construcción del hábitat residencial, a reducir al máximo los requisitos necesarios requeridos para garantizar una vida aunque sea precaria, tanto al interior de la familia como en las relaciones vecinales y de barrio. El problema hace crisis cuando el esfuerzo de los planificadores y/o programadores de la vivienda social disminuyen los niveles de restricción más abajo de los mínimos aceptables traspasando el umbral patológico de habitabilidad, motivados casi exclusivamente por incrementar la cantidad de viviendas, al costo de sacrificar los rangos adecuados de vida que requiere todo ser humano para asegurar una vida digna con actitudes y conductas positivas en su vida cívica.

Vida cívica a su vez, libre de cargas emocionales negativas que revierten el paradigma que debiera ostentar el seno familiar, en tanto refugio y lugar de comprensión, donde se restituyen los sentimientos y estados anímicos a través de relaciones afectivas en intimidad y seguridad, Así, el ser humano puede salir fortalecido después a la vida pública, integrándose a través de conductas positivas y de contribución cívica y colectiva

Esto último con frecuencia no se logra en la construcción social del hábitat residencial, donde los niveles de habitabilidad reducidos, a menudo se sitúan bajo los niveles aceptables, convirtiéndose en satisfactores violadores2 para las necesidades y expectativas residenciales normales de las familias o grupos. Esto tiende a convertirse en rutina que estigmatiza el concepto de "vivienda social", donde ya nadie duda que se trata de viviendas con programas arquitectónicos incompletos, estándares dimensionales insuficientes. Estándares, a su vez, funcionales precarios y confusos, con una calidad material deleznable que no da seguridad de permanencia y no resisten el uso normal cotidiano de sus habitantes.

Es lamentable que en ciertos casos se confunda el incremento de la cantidad de viviendas para atender las necesidades residenciales de la mayor cantidad de postulantes, sacrificando la calidad. De ese modo se olvidan y tergiversan los principios de la acción habitacional pública en cuanto a otorgar la mejor calidad de vida posible a la población carenciada.

El habitar de la familia demanda satisfactores múltiples, especialmente en los sectores carenciados, donde las necesidades de cubrir canales de ingreso constituyen, a veces, condiciones esenciales para la sustentabilidad económica de las familias. En este sentido, la flexibilidad espacial que le puede otorgar la arquitectura del hábitat, representa un mérito que facilita su adecuación a las variadas necesidades que en este sentido manifiestan las familias.

El artículo de Barreto, Benítez, y Puntel se orienta acertadamente en este aspecto, entendido como estrategias de sobrevivencia, pero que en verdad otorgan ventajosas opciones de habitabilidad a las familias socioeconómicamente precarias. El estudio de los casos que expone esa investigación, representa una sistematización de ejemplos reales de adecuación residencial de gran frecuencia observada en trabajo de campo. Constituye un aporte que atiende satisfactoriamente las necesidades de esas formas de habitar. La vivienda social con atributos sustentables de vida, son los aciertos con que sus autores contribuyen a facilitar la existencia de las familias que requieren un hábitat productivo. Recomendamos no sólo su lectura, sino un estudio analítico, a fin de extraer las profundas realidades que nos aporta el artículo.

Considerando la diversidad y complejidad que nos presenta el tema de la vivienda social, es útil traer al presente las modalidades con que se han definido acciones pretéritas, exitosas en su producción, aunque por la dinámica evolutiva del fenómeno yacen extinguidas en la actualidad. Sin embargo, asombra enterarse cómo las circunstancias en épocas pasadas han potenciado el éxito y reconocimiento de la posteridad, ya sea por la gestión, el diseño o las condiciones de vida que han facilitado.

Es muy necesario para la contingencia actual, efectuar estudios retrospectivos e identificar los aciertos del pasado y registrarlos con sistematicidad. Su utilidad nos servirá para reconocerla proliferación creativa en el tema, como también aportar antecedentes históricos que permitan comprender mejor las condiciones de vida de las sociedades y las familias inmersas en circunstancias socio-políticas del pasado.

Así como Alfonso Raposo, en Chile, realizó una valiosa investigación sobre la Corporación de la Vivienda3, caracterizando su producción que generó impactos habitacionales importantes en Chile, este número de la Revista INVI incluye dos artículos de organismos públicos de países hermanos de Latinoamérica: uno en Cuba de los autores Muñoz y González referido al Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda (INAV); también en Colombia los autores Gossens y Gómez destacan la obra del Instituto de Crédito Territorial (ICT). El primero de ambos organismos aportó durante los años 1959 a 1962 importantes innovaciones arquitectónicas al ámbito espacial del hábitat, como también a los sistemas de agrupamiento, logrando un ambiente residencial que invita el habitar a través del recorrido y contemplación. A su vez el ICT, cuya producción logra los mayores aportes entre los años 1964 y 1973 especialmente en la estructura organizacional de los conjuntos habitacionales, consagró gran fluidez a las relaciones entre las viviendas y los espacios públicos, así como también a la flexibilidad programática de las viviendas.

Por otra parte y muy interesante resulta conocer las narrativas de los habitantes que nos entregan los autores Vieyra y Garibay en otro artículo, sobre sus experiencias de las personas al habitar nuevas viviendas en la periferia de la ciudad, como también a las relaciones vecinales respecto el uso de los espacios públicos. Hay que destacar que las narraciones de los habitantes constituyen información fresca extraída directamente de fuente primaria; nada menos que del sujeto y objeto único de la acción habitacional.

La narración, en este sentido, nos aporta las impresiones más importantes a considerar en el diseño arquitectónico del hábitat residencial, sobre todo por constituir el uso adecuado de técnicas para recogerlas. Tales técnicas, nacen de las auténticas impresiones sentidas y motivadoras en el habitante y no direccionadas por el entrevistador que sostiene consultas, preguntas e interrogantes cuyas respuestas son precisamente las que él quiere escuchar y no las que el habitante desea expresar, es decir son intermediadas y no auténticamente espontáneas.

También incluimos un artículo de Ivana Socoloff, referido al financiamiento global de centros comerciales en la ciudad de Buenos Aires de Argentina, que aprovecha de traernos una interesante faceta del fenómeno mediante el análisis del proceso de concentración de riqueza, complementando otras investigaciones que critican el tipo de sociabilidad y urbanidad que generan o bien como expresiones de la globalización y fijación del capital financiero. En este sentido, y considerando que el fenómeno no es necesariamente residencial, acomete una visión profunda sobre la fijación del capital generador de estas nuevas expresiones del sistema de libre mercado y de la globalización financiera, que en la actualidad han atentado mortalmente las escalas de abastecimiento vecinal y barrial que han sido tradicionales.

Junto a lo anterior, el presente número de la Revista INVI incluye la opinión de Sonia Elízabeth Jiménez, referente a los antecedentes estadísticos entre los censos del 2001 y del 2012 en Bolivia, con la finalidad de hacer un balance global de la nación.

Por último, se incluye una reseña bibliográfica sobre el libro Housing Density de los autores María Weizig y Gerhard Steixner, efectuada por el Dr. Silverio Hernández Moreno, en el que distingue dos partes esenciales. La primera, centrada en entrevistas a dos arquitectos austríacos destacados por sus teorías y proyectos de viviendas sociales realizados y construidos después de la segunda guerra mundial. La segunda parte contiene un conjunto de proyectos de estudiantes que trabajan la estructura y modulación, el uso de terrazas y espacios abiertos, el tratamiento de áreas comunes, el diseño interior de la vivienda con un mobiliario flexible, los conceptos de sustentabilidad. Aprovechamiento pasivo de la energía solar, la coordinación con la normativa local, la prioridad del carácter peatonal de los conjuntos, la concordancia con el carácter urbano de la ciudad y una racionalización en el uso del suelo urbano. El Dr. Hernández destaca, en todo caso que lo relevante del libro se encuentra más en las entrevistas y que los proyectos, sólo dan cuenta de los aspectos que se valoran en esa época por los dos arquitectos entrevistados.

Si bien es cierto que la retrospectiva hacia el pasado nos trae importantes enseñanzas que considerar en la acción habitacional de la vivienda social, existen, no obstante, las perspectivas actuales, que son imperativamente esenciales para continuar perfeccionando y adecuando el proceso que sabemos se manifiesta con una dinámica y evolución permanente. Tal proceso, deriva de otros, evolutivos de la sociedad la que nunca permanece estancada y porque la vida humana posee una dinámica permanente.

Si ella manifiesta el carácter de la humanidad, su idiosincrasia y su identidad, la acción en vivienda social no terminará nunca. Tal acción, deberá ir adecuándose permanentemente y siguiendo el ritmo y dirección evolutiva de la sociedad a nivel mundial en el entendido que los avances comunicacionales han alcanzado una extensión planetaria y las informaciones e influencias internacionales nos envuelven al instante en que suceden.

 

Notas

2Max Neef, et al., 1986.

3Raposo, 1999.

 

Bibliografía

MAX NEEF, Manfred, et al. Desarrollo a escala humana: una opción para el futuro. Suecia, Dag Hammarskjöld, 1986.

RAPOSO, Alfonso. La vivienda social de la CORVI. Otro patrimonio. Revista INVI. 14(37): 41-73, agosto 1999. ISSN 0716-5668.