doi 10.4067/S0718-83582015000100008

 

Jordi Borja.

Revolución urbana y derechos ciudadanos

Prólogo a la edición argentina de Beatriz Cuenya. Primera edición Argentina, Buenos Aires. Café de las Ciudades, 2014. 414 p. ISBN 978-987-3627-03-3

 

Mario Torres Jofré1

1 Arquitecto, Universidad de Chile (1982); Diploma en Estudios Avanzados en Urbanística y Ordenación del Territorio, Universidad Politécnica de Madrid. Ha congeniado más de 30 años de actividad académica y profesional, nacional e internacional. Autor de libros y artículos en diversas revistas especializadas, ha impartido cursos y conferencias en centros y universidades de Europa y América Latina, ha asesorado diversos gobiernos locales del país. Ejerce libremente la profesión en Internacionales Atelier Diseño Urbano, del cual es socio fundador. Miembro del Colegio de Arquitectos de Chile y de ICOMOS Chile.


 

 

La Real Academia Española en el diccionario de la lengua establece cinco acepciones para la palabra reseña; con excepción de la tercera acepción, las otras tienen relación directa con lo que ha de ser la reseña de un libro. En este caso, no se tratará de una narración sucinta (primera acepción), sino de la noticia sobre una obra literaria y no del examen de la misma, pues la extensión máxima de esta reseña no puede superar las 1.000 palabras (segunda acepción); sin embargo, en forma especial, procura identificar los rasgos distintivos de una persona y de una cosa (cuarta acepción), para dar a entender (quinta acepción) porque es conveniente leer «Revolución Urbana y Derechos Ciudadanos» (la cosa, que llamaremos: la obra), de Jordi Borja (la persona).

En orden a lo anterior me centraré –en primer lugar– en la persona: Jordi Borja, pues referir el libro no es sino que referir la propia historia de su autor. Esta obra viene a engrosar una cantidad no menor de libros –la cual se iniciara a mediados de la década de los ’80 del siglo pasado–, no se trata de un libro más o uno cualquiera, es su tesis doctoral transformada en libro y que viene a complementar La Ciudad Conquistada (Alianza Editorial, 2003. Así a casi 30 años de la publicación de su primer libro resalta nítidamente la madurez alcanzada, dada por la historia de vida que implica recorrer más de 70 años de edad, de los cuales casi 50 años ha destinado a la docencia universitaria y, la práctica urbanística realizada desde diversos ámbitos, a través de su cosmovisión del mundo, militante y partidista.

El autor es de aquellas personas difícil de encasillar, algo indeseado en la actualidad, pues los hombres y las mujeres que no se dejan encasillar impiden que el modelo socioeconómico global se siga expandiendo sin más. El modelo que ha permeado todas las estructuras de la sociedad e instalado una cultura del simulacro, nos ha entregado una diversidad de mundos que la vida social exige y que nos vemos obligados a vivir a modo de «compartimentos». Esta exigencia divide a las personas entre sí a través de profesiones, especialidades, roles y costumbres, que acaban con resquebrajar la unidad interior de ella misma. Terminamos divididos con nosotros mismos en función de los roles sociales que desempeñamos, que abren un surco entre lo que se piensa y lo que se dice, lo que se sabe y lo que se actúa, todo ello con el propósito de cumplir con el indicador de éxito en boga. Es decir, el «yo» se desvanece y es suplantado por el «rol». Un modelo que gusta de indicadores, pues éstos son frías cifras manejadas al arbitrio de intereses nunca “santos”. El mismo modelo es el responsable de las ciudades que hemos construido –“…en el marco de una economía de «todo mercado», de propiedad privada del suelo y de debilidad y fragmentación del poder político.” (p. 43)–, aquellas que marginan y discriminan basándose en el falso eslogan de la mejor calidad de vida –lo que es una certeza–, sólo accesible a unos pocos; sin embargo, la gran mayoría debe seguir esperando.

Estamos frente a una tesis doctoral transformada en libro, lo cual otorga un valor adicional a la persona que la escribe y a la obra, pues quienes hoy escriben y leen tesis doctorales –en su mayoría, con el firme propósito de contribuir a los “indicadores” de ciencia y tecnología–, no superan los 35 años de edad, sin más experiencia que la conseguida a través de muchas horas en las bibliotecas universitarias. En orden a lo anterior, sólo por este hecho, el libro ya merece ser leído. “No es un detalle sin importancia indicar «desde donde se habla», desde donde se investiga, se planifica o se escribe. Estamos demasiado acostumbrados a considerar un estudio o un artículo «en sí», como si fuera indiferente la posición social o profesional de su autor, o suponiéndose que implícitamente el lector ya conocerá y establecerá por su cuenta la adecuación entre esta posición y el texto, es decir procurará adivinar el punto de vista desde donde se escribe.” (p. 33), nos dirá su autor.

La edición argentina de la obra es precedida de un Prólogo escrito por Beatriz Cuenya. El libro se encuentra fundado en un conjunto de escritos que nacen a partir de los Diálogos sobre la Ciudad (2004, Barcelona), consta de tres partes: Revolución Urbana: La nueva escala de la Urbanización; Espacio Público y Derecho a la Ciudad; y, El Fin de la Ciudad Postmodernista y el Derecho a la Ciudad. Las primera y segunda parte constan de tres capítulos cada una, la tercera un capítulo, y además, una Presentación inicial que permite al lector comprender exactamente que ha de encontrar en el devenir de las páginas siguientes. La obra remata con un conjunto de Conclusiones y una extensa cantidad de notas y bibliografía.

El autor indica que el primer y séptimo capítulo constituyen la base principal de la obra, no por ello se ha de dejar de leer los capítulos intermedios, especialmente, porque son necesarios para comprender adecuadamente el capítulo final, pues “…el discurso urbano no puede ser frígido ni neutro, no puede evitar tomar posición. El análisis debe asumir la realidad contradictoria de los procesos urbanos y los valores éticos, las ideas políticas y los intereses en función de la posición que se ocupa hace inevitable ya tomar posición. Si a ello añadimos que a los urbanistas y a los planificadores e incluso a los cientistas sociales en general se les piden propuestas, orientaciones para la acción, el tomar partido es una consecuencia obvia… Pero por mucho que no guste a los académicos que consideran que tomar partido es contrario al pensamiento científico en el caso del urbanismo y de las ciencias sociales es tan inevitable como necesario.” (pp. 35 – 36).

Borja expone en un lenguaje ameno y cercano, no por ello fuerte e incisivo, las desigualdades sociales promovidas por el capitalismo salvaje imperante, que ha desarrollado una economía urbana especulativa, dejando al descubierto el conjunto de pecados del capital y contrarrestándolo con las virtudes del derecho ciudadano. Expresa el conjunto de cambios en la escala de valores reflejados en la construcción del territorio, ajustado en aspectos materiales con la primacía del bien individual sobre el bien común, que postula una estrategia de ocupación basada en la segregación espacial, en la homogenización socioeconómica, en la concentración de capital y de las inversiones. Se trata de un análisis completo de la ciudad.

Esta es una obra para todas aquellas personas que están orientados realmente a la búsqueda y promoción del bien común, como también para aquellas que aún no logran percibir los efectos del modelo en la realidad humana, pues la realidad humana no se rige únicamente por leyes autónomas; ni se construye con modelos previamente incorporados a un devenir ciego e irreversible. Las realizaciones humanas dependen, fundamentalmente, de las decisiones libres y responsables de cada una de las personas implicadas en ellas. “El pensamiento único no es pensamiento, es propaganda ultraconservadora, y si lo fuera tampoco sería único. El pensamiento crítico ha florecido precisamente en la última década, aunque gran parte de la clase política y la académica no haya querido enterarse. Y es indispensable para la acción. No practicarlo es hacerse cómplice de las injusticias del mundo actual. …También el pensamiento utópico es acción, es el horizonte que nos anima a andar.” (p. 361). Invito y animo a leer esta obra.