doi 10.4067/S0718-83582014000300004

 

Asentamientos espontáneos, tácticas en los márgenes de la ciudad de Sevilla, los Perdigones1

Spontaneous settlements, tactics on the borders of the city of Sevilla, Los Perdigones1

 

María Prieto Peinado2

2 España. Dr. Arquitectura. Profesora del Departamento de Proyectos Arquitectónicos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla.


Resumen

Proponemos una revisión del fenómeno de los asentamientos espontáneos urbanos, a través del análisis concreto de una situación localizada en tiempo y lugar. Para ello, estudiamos el Asentamiento de Los Perdigones en el entorno de la Exposición Universal de 1992 en Sevilla, con el fin de relacionar las grandes transformaciones urbanas con las áreas altamente vulnerables. En principio, y de manera general, reflexionamos sobre el sentido de la ciudad contemporánea, mediante el análisis de los cambios experimentados en los últimos tiempos. Posteriormente, presentamos el caso de estudio, analizado desde la espacialidad urbana, colectiva y privada. Con todo, pretendemos encontrar claves, para la futura reflexión en la reformulación de propuestas en el ámbito de la producción de habitares urgentes y transitorios, y sobre todo, profundizar, a través de un habitar marginal, en la definición del propio habitar contemporáneo.

PALABRAS CLAVE: ASENTAMIENTOS; HABITAR INFORMAL; HABITAR MARGINAL; CIUDAD MARGINAL


Abstract

We propose a revision of the phenomenon of spontaneous urban settlements through the specific analysis of a situation located in space and time. To do so we study the Los Perdigones Settlement within the context of the Seville Expo ’92 with the aim of relating large urban transformations with highly vulnerable areas. To begin with we reflect on the sense of the modern city through an analysis of recent changes in the metropolis. Then, we present the case study, which is analyzed from an urban, collective and private perspective. We seek to find the principles for further reflections on the reformulation of proposals on the production of urgent and transitory habitat; and above all —through the study of marginal ways of inhabiting— provide deeper insight into the definition of modern ways of inhabiting.

KEYWORDS: SETTLEMENTS; INFORMAL WAYS OF INHABITING; MARGINAL WAYS OF INHABITING; MARGINAL CITY.


 

Introducción

“Una reflexión: pensemos en las personas que, en cualquier lugar del mundo han dedicado un día como hoy a organizar un espacio, a construir con ideas y con sus manos sistemas de relaciones entre actividades, personas, privacidades, luces, naturaleza... Pensemos: ¿cuántas de estas personas, perteneciendo a esa abrumadora estadística de asentamientos espontáneos, parten de su propia experiencia de esas relaciones, de los materiales a mano y de sus propias necesidades? y, ¿hasta qué punto han tenido éxito...? Efectivamente, podemos aprender de la experiencia de aquellos para quienes el nomadismo es realidad y no una ambición de espíritu, aquellos para quienes la incerteza del territorio es más que un ensayo”3.

Esta cita nos introduce de lleno en el interés de nuestra investigación, en la cual proponemos una revisión del fenómeno de los asentamientos espontáneos, analizados a través de su implicación en el sentido de la ciudad. Nuestra hipótesis de partida estriba en constatar cómo, a través del conocimiento de la cualidad de los procesos espaciales, en los asentamientos podemos proponer ciertas claves, en la reformulación de la producción urbana y el habitar contemporáneo, que determinen la idoneidad de construcciones urbanas relacionales, es decir, infraestructuras4, en su sentido más amplio, a modo de dispositivos adaptables a cualquier ámbito, social, urbano o territorial.

Ante el imperativo globalizador, entendemos necesario presentar las lógicas de los procederes locales, por lo que hemos creído conveniente, dirigir nuestra investigación hacia un caso concreto; el Asentamiento de los Perdigones, en el entorno de la Exposición de 1992 en la ciudad de Sevilla, aunque lo singular de este caso, no impide una lectura amplia de las cualidades genéricas de los procesos marginales en estos ámbitos, como podremos comprobar a lo largo del estudio.

En primer lugar, este trabajo ha consistido en una revisión de la literatura, relacionada con la ciudad y sus márgenes, sobre todo en la dirección apuntada por las vanguardias de siglos anteriores5, influenciadas por el impresionante desarrollo del sistema de mercado. Esto, nos ha permitido conocer el valor de la producción de ciudad desde las interacciones urbanas6, así como el valor de los procesos (espaciales o relacionales) en habitares espontáneos.

Seguidamente, hemos consultado fuentes de documentación específicas y genéricas del caso de estudio, a lo que se han sumado las entrevistas y toma de datos, realizados en colaboración con el grupo de estudiantes universitarios de la US7. El método de análisis interdisciplinar y de carácter cualitativo, consiste en identificar los espacios, su materialidad y sus relaciones, a través de la observación y el seguimiento de las acciones practicadas dentro y fuera del asentamiento.

En la primera parte del artículo se indaga sobre el sentido de la ciudad de manera general, en la segunda parte, se presenta el caso de estudio, desarrollado en tres escalas: el espacio urbano, definiendo esta “otra” manera de producir ciudad, el espacio intermedio o espacio colectivo, observando la importancia de las relaciones en el grupo, y por último, el espacio interior, donde estudiamos los espacios domésticos entendidos como privados.

Esta investigación es parte de otra más amplia, que analiza un repertorio mayor de habitares urbanos marginales del que aquí presentamos, incluyendo, la okupación y la indigencia. La investigación de los márgenes urbanos, nos ha permitido comprender el carácter transversal de los mismos, descubriendo un mapa diferente de entender la ciudad y el habitar8.

La dificultad de la investigación radica en el cómo reconocer lo propio de la experiencia espacial, de unas prácticas complejas, espontáneas y efímeras. Porque en estos casos se cruzan, en mayor medida, las relaciones domésticas, las urbanas y las sociales, con la precariedad de recursos y la exclusión, cuestión que nos ha llevado a una búsqueda de literatura y aportaciones multidisciplinar, donde, el cruce de estos diferentes saberes (urbano, fenomenológico, social, antropológico, político…) nos ha proporcionado el instrumental suficiente, para analizar los procesos espaciales críticos en dichos habitares.

Son pues, los espacios críticos los que nos interesa estudiar, por estar sometidos a cambios y tensiones, destacando por ello la provisionalidad y versatilidad para la adaptación a nuevas circunstancias. Esta investigación alude a estados límites en lo doméstico y tensiones en lo urbano. Son habitares extremos que podríamos denominar “casas sin órganos”9, teniendo con ello la intención de pervertir los significados de la casa convencional, que deja de ser un organismo para convertirse en una entidad espontánea y cambiante. Como refiere Bauman10, son asentamientos fortuitos que recorren la ciudad, siendo habitares generados por los desahucios obligados de la sociedad capitalizada.

Al definir este modo de habitar, definimos una experiencia no convencional y no planificada, una colectividad, que nos cuenta de la arquitectura de lo precario en un tiempo urgente, desafiando las condiciones de estabilidad, con un espacio flexible y lleno de significados y encuentros, como habitares en los límites, convertidos en membranas asimétricas, que permiten fácilmente entrar a una población vulnerable, una población que ha sufrido las consecuencias de los excesos de una modernización11 despiadada, pero que difícilmente permiten salir. Desde el interior se observa con anhelo el pulso de la ciudad, sin embargo la ciudad no los ve, no existen para los ciudadanos de primera, los normados.

 

La ciudad como sistema activo. La subversión como territorio propositivo

Previamente y de manera general, analizaremos el significado que el término ciudad tiene en ésta investigación. La ciudad la entendemos como algo que nos atañe en lo “fundamental”, en el sentido que lo definía Husserl12, no como algo que produzca en nosotros una curiosidad de conocimiento, preguntándonos sobre su historia o sobre su evolución, como una cuestión de fechas y acontecimientos ordenados cronológicamente y siempre, ajena a cuestiones vitales de nuestra propia vida en ella. Estimamos que para poder hablar del significado de la ciudad, debemos admitir que nosotros vivimos (en) la ciudad, somos parte de ella y ella, es algo activo en nosotros. Esta experiencia, consciente o no, de la ciudad, está constantemente en la esfera de nuestros intereses13.

La ciudad es materia y experiencia, funcionando como un sistema activo14, la materia nos habla de las presencias objetivas; cuerpos y construcciones. Los cuerpos, siempre a la espera, dispuestos a convertir en experiencia los encuentros. Las construcciones, referidas a toda esa ciudad física, arquitecturizada, formalizada, proyectada y convertida en escenarios no pasivos de los encuentros. Ambas, y cada una, en situación muy diferente, participan en la interacción urbana.

Nuestra investigación, indaga en los entornos de cambio del sistema Ciudad, en donde se producen los desprendimientos de energía, capaces de producir transformaciones no controladas. Éstos son los márgenes o los subterráneos, como los llamaba Baudelaire, “hay temas privados que son de un heroísmo diferente… de millares de existencias que circulan por los subterráneos de una gran ciudad... nos prueban que nosotros no tenemos más que abrir los ojos para conocer nuestro heroísmo”15.

Es en tiempos del Segundo Imperio y a través de la obra de Baudelaire, donde reconocemos el protagonismo que toma la ciudad, París, por primera vez, es vital como experiencia de aquel nuevo habitante urbano16. Para Baudelaire, el bulevar, los cafés parisinos, los subterráneos... son algo más que meros escenarios, son actores principales y son la posibilidad de generar nuevas relaciones para ese nuevo hombre que transita por la ciudad. En su obra, observaría como las relaciones individuales se verían altamente transformadas en pro de la multitud, “una multiplicidad de sujetos”17 que ya se convertirían en una fuerza explícita nueva, con capacidad de pensar y actuar.

Cuando Baudelaire hace referencia a la sencilla operación de “abrir los ojos”, está sugiriendo la relación directa con la ciudad, abrir los ojos con la intención de leer y medir la ciudad, reconocer que conociendo a ésta, conoces al hombre. Y para saber de la condición del habitante urbano, como hombre moderno en una ciudad que se transforma, habla de una condición heroica diferente, es decir, de una condición pública de hombre moderno que se enfrenta a nuevas circunstancias, interesándole indagar en una determinada dirección. Un habitante desinteresado por la ciudad aburguesada, convencional, segura y reconocible, buscando en “los subterráneos de una gran ciudad”18, porque son los sitios en transformación, nuevos y diferentes. Queriéndonos decir con ello, que plantearnos la existencia de ese heroísmo ó de ese “nuevo” hombre sin la presencia de esa “otra” ciudad, probablemente no sería posible; “vagaba el flâneur, aquel personaje efímero que, rebelándose contra la modernidad, perdía el tiempo deleitándose con lo insólito y lo absurdo en sus vagabundeos por la ciudad”19.

La aparición de un habitante urbano nuevo, el flâneur, el hombre público, donde podemos decir que confluyen las dos funciones, de espectador y de espectáculo, respecto de la multitud que circula, donde los Passages se han convertido en la casa del flâneur, son los lugares de exhibición de las masas20, que se transforman en espectáculo de sí mismas, auto-educándose en el comportamiento urbano.

Los primeros pasos que nos llevan al entendimiento de una ciencia social propia de la ciudad, son los dados por la Escuela de Chicago21 y en particular por las teorías de Wirht, “para formular una definición de la ciudad es necesario ser muy precavido y evitar una identificación del urbanismo como forma de vida con cualquier influencia cultural específica, histórica o localmente condicionada, pues aunque ésta pueda influir significativamente en el carácter específico de la comunidad no es el elemento determinante básico de su carácter de ciudad”22, donde aparecían reflejados condicionantes como la alta densidad de población que estaba invadiendo las ciudades, infiriendo en el valor de lo anónimo, como una capacidad para diversificar y especializar las relaciones, produciendo una diversidad de patrones que liberaban el sistema del control y que según sus teorías, tenían sus ventajas y riesgos, “la movilidad, la inestabilidad y la inseguridad”23, confluyen en el carácter de la nueva ciudad.

En el siglo pasado, los cambios se aceleraron; las guerras, la industrialización, las nuevas tecnologías aplicadas a los transportes, la urbanización masiva, son ejemplos de cambios que van dando lugar a transformaciones sucesivas, de crecimiento descontrolado en las ciudades, desdibujando sus límites.

Son los flujos, como los denominaba Lefebvre: “hay flujos de energía, materias primas, flujos de productos acabados, flujos de mano de obra, flujos de capitales, sin contar pequeños flujos como los flujos de los automóviles. Es una nueva relación de la economía política al espacio que se forma… Los puntos fuertes –los espacios urbanos– son puntos de confluencia de flujos… Estos flujos son de una complejidad extrema, la planificación espacial parece que va a ser difícil”24. Se hace necesario conocer las condiciones de transformación y complejidad a la hora de pensar la ciudad.

Hablar de la producción de espacio en la ciudad de hoy, es pensar en una planificación espacial proveniente de un sistema liberal. Donde ha existido y existe un poder dirigido por las clases dominantes como productor del espacio, que afecta a la “red nerviosa” contenida en la ciudad, la cual, parece descontrolarse por la presión, surgiendo lo marginal. Lefebvre ha denunciado la incapacidad demostrada por esta planificación para detectar el espacio incontrolado, que genera las “periferias”. Así las periferias, cada vez más, se han convertido en elementos propios y en áreas heterogéneas, que para nada nos recuerdan a la pretendida ciudad ideal, “pero se asiste a un fenómeno… irreversible: esta expansión se hace siempre más ocasional, siempre menos gobernada y programable. Cuanto más se dilata la “red nerviosa” metropolitana, cuanto más potente llega a ser, menos parece estar en condiciones de ordenar-racionalizar la vida que allí se desarrolla”25.

La fuerza de la estrategia del poder del capital es evidente, aunque “son las acciones del hombre las que transforman su espacio, conteniendo sus propias aspiraciones, sueños y proyectos”26. Para encontrar estas acciones del hombre, libres de cualquier orden planificador, hemos entendido necesario indagar en los procesos marginales, que por espontáneos y extremos, ofrecen todo tipo de espacios improvisados, creando áreas de una cotidianeidad liberada, frente al poder planificador del capital.

A grandes rasgos, observamos la evidencia de dos modos de producir ciudad; a través de las estrategias y a través de las tácticas, como nos sugería Certeau27. Las estrategias, pertenecientes al mundo institucionalizado, organizado, al poder y son las que prevén, planifican y organizan fuertes transformaciones. Y las tácticas, pertenecientes al otro mundo, al de la marginalidad, son las acciones espontáneas, que se mueven en el ámbito de la informalidad, son las acciones de los débiles, de los que no ejercen el poder, aunque encuentran la manera de no someterse al mismo mediante argucias; son las acciones que confían en las pequeñas cosas, en los cambios cotidianos y sobre todo, son acciones imprevistas y ocultas que chocan con el sistema programado al ser descubiertas. Las estructuras que forman las relaciones tácticas son estructuras espontáneas, mientras que en el caso de las estrategias son estructuras programáticas28.

Tanto Certeau como Foucault, coinciden en definir que, frente a la presencia del poder establecido (entendido como discurso), existen otras tácticas no discursivas29. La diferencia entre ellos radica en la confianza que el primero, Certeau, pone en la capacidad de las “tácticas”, en tanto productoras de las “astucias furtivas”, como capacidad para transformar y generar espacios con diferentes ritmos, espacios creativos30, y sin embargo Foucault, con cierta distancia y pesimismo, reconoce el “poder de las estrategias”, como expresión dominante del espacio urbano.

Por último, se hace inevitable hablar de la velocidad, como uno de los signos de nuestro tiempo31 y por tanto condicionante de la producción de ciudad. Por ello, en nuestro deseo por descifrar el sistema activo de ideas que sostiene la producción de ciudad, entendemos el cambio sufrido en el sentido del espacio, en cuanto al predominio de la dimensión física, que ha sido absorbido por el sentido del tiempo, en cuanto a la dimensión experiencial32. La celeridad de los acontecimientos, la pluralidad, la imprevisibilidad y el propio valor del anonimato, nos han arrastrado a una “exterioridad”33 como valor predominante, donde la imagen, ahora es, la que da sentido a los encuentros en la ciudad.

Pensar en la realidad que presenta hoy la ciudad, significa ante todo reflexionar sobre el tiempo de la misma, “día nº 4 del experimento:... aquí el tiempo es una experiencia nueva, no hay elecciones, todo cuenta y tiene la misma importancia...”34. La gran acumulación de acontecimientos hace que nuestra percepción del tiempo se transforme, “la historia se acelera..., apenas tenemos tiempo de envejecer... nuestra historia individual pasa a pertenecer a la historia... La historia nos pisa los talones”35.

Entre las consecuencias de la aceleración de los tiempos, se encuentra el efecto globalización, consecuencia y causa del incremento de los flujos de población y de información, consecuencia de los movimientos migratorios de personas que llegan a las ciudades, trayendo experiencias de otros lugares, lejanos y ajenos, víctimas de desigualdades y exclusiones36. A veces, a estas personas inmigrantes, se les arrebata la categoría de ciudadanía plena, convirtiéndolos en meros desplazados. Estos refugiados, ajenos a los avatares, no ya del sueño moderno, sino de la propia civilización occidental y en su mayoría sedientos de un sueño consumista que exporta una imagen de felicidad, se encuentran a su llegada, otra historia, la historia del margen, inventada día a día, inestable, insegura e imprevisible.

En el ensayo que realiza Koolhaas sobre la ciudad de Lagos, se evidencia como “la operatividad de la megápolis de Lagos, ilustra la eficacia a gran escala de sistemas y agentes considerados marginales… Nos resistimos a que Lagos representa una ciudad africana en proceso de convertirse en moderna (occidental)… Es decir, Lagos no está en vías de llegar a nosotros sino que somos nosotros los que estamos en vías de alcanzarla”37. Nos advierte de la expansión incontenible de la marginalidad, cómo se está dando una lagoización que afecta a las ciudades desarrolladas tradicionales. En este sentido, nos alarma saber en qué se convierte un habitante urbano cuando ha dejado de ser ciudadano y continúa necesitando habitar la ciudad.

Estas nuevas ciudades-estados38, sin duda influyen decisivamente en la determinación de un territorio globalizado. Se diferencian por tanto, de las metrópolis y sus relaciones no se producen ya por proximidad territorial. La espacialidad entendida en términos de metrópolis caracterizaba aún cierta frontera, determinada por una atracción desde el centro, sin embargo, la megápolis definida por, se ha convertido en nodos de una economía global, que produce y gestiona desde el interés de unos poderes globales. Entendemos que este magma globalizador ha podido actuar, por ahora, más intensamente en estos territorios, debido a la alta capacidad receptiva, por vulnerables a los poderes globales, pero está llegando también a occidente.

Nos encontramos ante nuevas ciudades, Lagos entre otras tantas, como suma de historias entrecruzadas, historias convergiendo en múltiples tiempos, “la ciudad está por todas partes… ya no habitamos en ciudades sino en territorios…, el territorio posmetropolitano es una geografía de acontecimientos, una puesta en práctica de conexiones, que atraviesan paisajes híbridos… se trata de un “confín” sui generis: existe sólo para ser superado. Está en crisis perenne…, el territorio donde habitamos constituye un desafío radical a todas las formas tradicionales de la vida comunitaria. El desarraigo que produce es real… ¿es posible vivir sin lugar?...”39.

Una respuesta a la pregunta de Cacciari podría ser la subversión como territorio propositivo. Recordemos el trabajo de Olalquiaga a través de los comentarios de Soja, “celebra las nuevas posibilidades de resistencia y de subversión… considera este «radicalismo icónico» híbrido, con su paródico deseo de «subvertir los paradigmas producidos por el Primer Mundo», como el lugar donde: ‹‹[...] pueden encontrarse las propuestas culturales más excitantes del momento…››40. Tenemos aquí, de nuevo, alusiones a lo que Bell Hooks ha descrito como «apuesta por los márgenes en tanto espacio de apertura radical», sin duda un lugar de opresión tradicional, pero también un lugar que puede ser transformado con el fin de crear simulaciones subversivas y comunidades de resistencia eclécticas”41. En definitiva, nos interesan unos tiempos concretos de estas “heterotopías en desviación”42 como son los momentos de convergencia, los momentos de tensión y cambio.

 

Lugares apropiados: Los perdigones y la Sevilla del 92. Tensiones y transformaciones

En la ciudad de Sevilla se produce una convergencia urbana singular, provocada en gran parte, por la celebración de la Exposición Iberoamericana de 1992, donde se pone de manifiesto cómo, junto con la grandilocuencia de la celebración, coexisten otras necesidades primarias no resueltas, que son motivo de exclusión para cierta parte de la población.

En estos años, encontramos diversos asentamientos precarios en la ciudad43: Torreblanca, Los Bermejales, San Diego y El Vácie, situados en la periferia y Los Perdigones, situado en el centro, Figura 1, la mayoría de ellos desaparecidos en la actualidad.

 

Figura 1. Composición de realización propia. Asentamientos chabolistas en Sevilla. 1992

Fuente: Autora.

 

Algunos de los asentamientos disponían de contenedores prefabricados para el alojamiento (dispuestos en su día por la Administración), como en el caso de Los Bermejales o El Vácie, y otros, se valían de viejas caravanas o se construían chabolas, con los restos encontrados.

No desestimamos la problemática que en mayor o menor grado acompañan a estos asentamientos, como pueda ser la delincuencia, la falta de educación y a veces higiene, la falta de infraestructuras, agua, saneamiento o electricidad, que se convierten también en la excusa de las administraciones para optar por los desalojos.

Tampoco olvidamos la gratuidad del mercado de la chabola o cómo el hecho de estar fuera de la ley, en ocasiones, termina minando el lugar en beneficio de acciones ilícitas, que por otra parte, económicamente hablando, son más productivas para ellos, a corto plazo, que las actividades tradicionales, aunque generen un grave problema social y de seguridad. Pero tratar esta casuística desbordaría nuestra investigación, además de no ser este nuestro objetivo. En ocasiones la calificación de infravivienda, menosprecia en su totalidad a las maneras propias de crear espacio que se tiene en los asentamientos.

Lo que justifica con mayor fuerza la elección del asentamiento “Los Perdigones” es la centralidad urbana. También nos interesó por el bajo índice de delincuencia, suciedad o miseria. La investigación comenzó con el trabajo de campo en el propio asentamiento44, mediante croquis, hicimos el levantamiento del entorno del asentamiento. Mediante tomas fotográficas quisimos perpetuar la cualidad del asentamiento y a base de entrevistas y acompañamientos a los residentes, entre otras tareas menores, cubrimos la fase de observación participativa. También contactamos con los agentes sociales colaboradores y a través de ellos pudimos visitar y realizar todo este análisis pormenorizado del asentamiento.

Con anterioridad a la Exposición Universal, Sevilla presentaba una situación urbana particular45, pues no había tenido el gran desarrollo de otras ciudades, como Madrid46 o Barcelona47, por ejemplo. Los planes aprobados en esta ciudad, no se llegaron a ejecutar en su plenitud y había quedado, en cierta manera, ajena a la intensidad de las transformaciones que se producían por la época en otras ciudades españolas.

Las Exposiciones Universales son evidentemente, otros mecanismos de transformación urbana, en ocasiones, convertidas en verdaderos instrumentos de planeamiento que marcan líneas estratégicas de renovación. En el caso de Sevilla, la Exposición Iberoamericana del año 192948, provocó una gran transformación urbana que dejó a la ciudad endeudada y algunas de sus instalaciones pasaron años en desuso y con graves problemas de mantenimiento, hasta la llegada casi de la nueva Exposición Universal de 1992. En poco más de medio siglo, se sucedieron dos exposiciones, lo que ocasionó un desarrollo de la ciudad no continuado. En parte, la ciudad se ha transformado al servicio del evento, lo que de alguna manera, ha provocado áreas desconexas, que difícilmente se incorporaran posteriormente a la ciudad.

En el umbral del 92, Sevilla saltó desde una tradición aparente a una “posible” modernidad, teniendo por ello, que asimilar una dinámica de transformaciones inesperada. Las nuevas tecnologías daban paso a nuevas comunicaciones y diferentes expectativas de crecimiento para la ciudad.

La celebración de tal acontecimiento conllevaba fuertes transformaciones infraestructurales, que afectaba directamente a la población. El asentamiento “Los Perdigones” se vio directamente afectado por el desmantelamiento del antiguo trazado del ferrocarril, en una remodelación de los bordes del Guadalquivir. La desaparición de muros y aparición de nuevos recorridos fluviales, puso al descubierto las antiguas traseras y entre ellas los asentamientos informales, descubriendo áreas, antes desconocidas, para el resto de la ciudad.

Se creó, de esta manera, cierta tensión urbana producida por la presencia imprevista de una manera de hacer diferente, la del asentamiento. Aquella otra parte de la ciudad, que a modo de collage, se superponía a la trama ordenada (en Figura 2 se observan los cambios acontecidos en este periodo).

 

Figura 2. Fotos Aéreas. Entorno urbano de Los Perdigones. Sevilla. 1990-1994-1998

Fuente: Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla.

 

En una primera impresión, el entorno del asentamiento nos podría hacer pensar en la “dejadez”, como comportamiento general de sus pobladores, sobre todo, si tenemos en cuenta los bajos índices en fuentes de trabajo, educación o uso de internet, entre otros, pero, al analizarlos en profundidad, entendemos que existe otro ritmo de vida y de relación, observamos la fuerza de la espontaneidad y de la improvisación en la generación de su entorno.

49…, se levantó el telón, se precipitó el muro con la Expo del 92 y quedaron al descubierto: una manera radical de instalarse frente a un mundo que les resultaba distante. Escenas como estas las vemos día a día en muchos otros rincones de ésta y otras ciudades, estructuras nuevas que surgen desvelando acontecimientos y lugares de lo precario, que jamás volverán a ser lo que eran, una vez descubierto su misterio, pasan a formar parte del des-orden de la ciudad contemporánea.

La traza del asentamiento contrastaba enormemente con la escala de las nuevas construcciones para la Expo-92. Cambio y tensión en la ciudad; Los Perdigones era atravesado literalmente por la vorágine de la Expo. Situado al norte de la ciudad, en el borde de la ronda histórica, en calle Resolana, cercano al río Guadalquivir. Ocupaba un solar en desuso, en los límites del barrio de la Macarena, junto a los terrenos de la red de ferrocarriles de RENFE y colindante con la fábrica de perdigones, de la que en la actualidad sólo queda la torre de ladrillos, (torre de los Perdigones50), de dónde le viene el nombre al asentamiento.

El asentamiento surgió en los primeros años de la década de los ochenta, debido al traslado que efectuaron un grupo de personas de etnia gitana51, antes asentadas en los terrenos de Chapina, pero de donde fueron expulsados por el Ayuntamiento. El solar en desuso, de la antigua fábrica de perdigones, tenía aproximadamente una superficie de 6.000 m² y en él quedaban los restos de muros de la antigua fábrica, por lo que suponía un sitio ideal para protegerse y ocultarse.

Estos terrenos eran calificados de “Zona verde” y “Servicio de interés público y social”, dentro del área de actuación PERI-NO-2 (Plan Especial de Reforma Interior), donde se determinaban las parcelas A, B y C, destinadas a un uso universitario. Eran terrenos revalorizados por la Expo-92, lo que suponía la desaparición forzosa del asentamiento. En el Plan General de Ordenación Urbana de Sevilla (PGOU-1985) se definía la zona como “zona diferenciada del tejido urbano, sobre la cual la ejecución del Plan conlleva una importante transformación del espacio público”, teniendo por objetivo la ordenación con apertura de viario y área residencial.

El asentamiento contaba con 23 chabolas, (figura 3), y una población, según los datos oficiales52, de 110 habitantes en un total de 25 familias, 54 varones y 56 mujeres. La población más numerosa es la de menores de 16 años, que alcanzaba el 54.5%. La superficie media que ocupaba la chabola, resuelta en una sola planta, era de 40 m², estructuradas en el interior del recinto del solar, apoyadas en los muros perimetrales y alineadas, dejando una especie de camino central para el transito interior.

 

Figura 3. Emplazamiento, Plantas y Sección de Chabolas en Los Perdigones

Fuente. Mecro SL, 1996; Carvajal Salinas, 1998.

 

El recinto tenía practicado varios accesos, pero el más utilizado era el situado al Este, dando a la calle Perafan de Rivera, con una comunicación directa a la ciudad. En cuanto a la disposición de infraestructuras y según los datos que nos proporcionó la Administración Municipal, no disponía de suministro eléctrico privado contratado, aunque se había dispuesto un mínimo alumbrado público en el interior, al cual, de manera informal, conectaban algunas chabolas. Tan sólo existía un grifo colectivo, para la toma de agua potable de todo el grupo. No existía saneamiento o aseo, aunque disponían en las inmediaciones de contenedores para la recogida general de desperdicios y basura y el Ayuntamiento se encargaba de limpiar el interior del asentamiento cada varios meses.

A estas aparentes faltas de condiciones de habitabilidad, queremos añadir las otras cualidades que entendemos, distinguen a los asentamientos espontáneos, como son: la experiencia de un lugar apropiado y el shock urbano convertido en capacidad de acción.

 

Los Perdigones: vacío urbano y contra-emplazamiento

El núcleo, de esta parte de la investigación, se centra en la relación de shock que se produce entre una ciudad, sumergida en reestructuraciones urbanas, y unas situaciones de habitares informales y altamente vulnerables.

Una convergencia urbana, fruto de tensiones encontradas entre el asentamiento y la ciudad. La Exposición atrajo una fuerte inversión, pública y privada, cuyo objetivo fundamental pasaba por espectacularizar la ciudad53, pero sin tener en cuenta, cómo el aumento de plusvalía arrasaría a los estratos económicamente más inestables.

Al igual que en otras ciudades, la planificación optó por proponer ambiciosas estructuras, y hacer desaparecer los considerados sitios conflictivos, desechando a menudo lo propio y propositivo de estas situaciones marginales. Creando, por tanto, lugares convulsos donde convergieron conflictos de intereses, a los que podemos llamar entornos de tensión. La ciudad programada somete a la espontánea, cuyas necesidades, están enfrentadas a las formas convencionales de entender lo urbano.

Estas condiciones de margen, se dan cada vez más en los centros antiguos de nuestras ciudades. Son disonancias provocadas por transformaciones urbanas, que alteran sus estructuras y generan deslocalizaciones, convirtiéndolas en margen, en cuanto a su naturaleza, comportamientos y expectativas. Ante la aparente continuidad de la ciudad, surgen asentamientos informales, que podemos entenderlos zonas críticas, consecuencias de una especulación urbana.

A nuestro entender, el asentamiento Los Perdigones, en los momentos de convergencia durante la Exposición, se convirtió en zona crítica, adquiriendo entonces, el carácter de vacío, tal cual lo denominaba Solá Morales, “lugares aparentemente olvidados donde parece predominar la memoria del pasado sobre el presente. Son lugares obsoletos en los que sólo ciertos valores residuales parecen mantenerse a pesar de su completa desafección de la actividad de la ciudad. Son, en definitiva, lugares externos, extraños, que quedan fuera de los circuitos, de las estructuras productivas”54. Y como nos recuerda Careri: “en la actualidad el centro está formado por una constelación de vacíos… Vacíos en el corazón de las densas ciudades”55. Los vacíos, entendidos como lugares donde la ciudad es otra, como lugares en transición, a la espera de un cambio o de una incorporación al orden establecido y como en el caso de Los Perdigones, a la espera de una re-ordenación que les supondría el desalojo.

El Plan Integral para erradicar el Chabolismo, PEICH56, redactado por la Junta de Andalucía salió en el año 1997 pero, para Los Perdigones, los acontecimientos se habían disparado desde mucho antes; la población del Asentamiento había aumentado ante lo atractivo del realojo, la Administración Municipal actuaría posteriormente, demoliendo el muro perimetral del solar y dejando al descubierto la precariedad del asentamiento, (figura 4). Seguidamente, se sucedieron varios años de acuerdos y desacuerdos entre los pobladores y la Administración, hasta producirse el desalojo en el año 2001. La Administración ante lo crítico de la situación, caería en la picaresca de ofrecerles el pago directo como una posibilidad, y así despreocuparse de un realojo integral y el asentamiento, como no podía ser de otra manera, aceptó. Posteriormente se ha comprobado, que ha sido uno de los mayores fracasos de realojos llevados a cabo por esta administración andaluza durante el desarrollo del PEICH, según el propio informe, realizado por el gabinete del Defensor del Pueblo Andaluz57.

 

Figura 4. Composición de realización propia. Emplazamiento Asentamiento Los Perdigones, 1992 y 1999

Fuente: Autor.

 

Espacio Intermedio. Colectividad, accesos y recorridos

Tras el realojo los habitantes se dispersaron y muchos de ellos abandonaron la ciudad, por lo que el verdadero carácter de las políticas de reinserción no se cumplió, habiendo sencillamente la Administración aumentado el problema, aunque trasladado, eso sí, a otro lugar. Se incrementó el nivel de delincuencia y absentismo educacional de los niños, porque perdieron la estructura relacional propia del asentamiento, construida paso a paso gracias a la cohesión entre sus habitantes. Con el pago directo, se obviaron al completo los objetivos aprobados en el PEICH, donde no sólo se habla de dotar al realojado de una vivienda adecuada, sino de vigilar para que las condiciones sociales fueran acordes a la dignidad que toda persona merece.

La experiencia de este asentamiento fue un revulsivo y quedó en nuestra memoria, por tantas y tantas páginas escritas en los periódicos de aquellos momentos. Molestaba la presencia de otras formas diferentes y precarias de habitar, no se podía permitir esa disidencia al sistema de valores convenidos. La moral social obligaba a resolver, en beneficio de los supuestos valores de la convivencia en la ciudad.

La58 existencia de unas antiguas estructuras industriales, (figura 5), permitió la creación y el ocultamiento del asentamiento. Una nave de muros de ladrillo, desocupadas y abandonadas, con espacios interiores diáfanos. Un lugar que les permitió crear libremente, levantar muros, colocar pilares, cubrir, orientar y relacionar las diversas chabolas que iban apareciendo. Un mundo espontáneo, sin normativas urbanísticas, la casa sin órganos59.

 

Figura 5. Muro exterior en Los Perdigones

Fuente: Mecro SL, 1996.

 

Identificar estas situaciones será hablar de las heterotopías que definió Foucault: “las heterotopías inquietan, sin duda porque zampan secretamente el lenguaje, porque impiden nombrar esto y aquello, porque quiebran los nombres comunes y los encabalgan, porque arruinan de antemano la «sintaxis»”60 el carácter del espacio marginal posee una lógica particular de existencia, movimiento y expresión formal que nos recuerda al concepto de los “espacios otros”, así, podemos entender el carácter de “contra-emplazamiento”61 que le suponemos al asentamiento dentro de la ciudad.

El conjunto de relaciones que definen la ciudad se desborda cuando llegamos a este lugar, el orden de vecindad convencional no existe, los tributos urbanos convencionales, como las rentas de propiedad o de comunidad, no se dan. Son lugares no registrados y sin obligaciones de registros. Pero son lugares reales, practicados, aunque sometidos a una política invisibilizadora, tanto de la sociedad como de los poderes públicos.

Los contra-emplazamientos son lugares que se constituyen en resistencia, en denuncia al sistema. Vivimos en una ciudad heterogénea, construida por las relaciones, donde estas relaciones son las que definen los emplazamientos y estos son irreductibles a convencionalismos del orden establecido. Aludiendo, de nuevo, al sentido amplio de espacio relacional, cualquier forma de habitar marginal, se llame asentamiento, campamento o slum, ha de ser tenida en cuenta desde su singularidad. En caso contrario, como ocurrió en los Perdigones, se convierten en espacios críticos resistentes.

Esta otra realidad forma parte del nuevo mapa urbano, y refleja nuevas tensiones urbanas, sociales, culturales, económicas y políticas. Más bien podríamos decir que dibujan los bordes del mapa, pues “son islas interiores vaciadas de actividad, son olvidos y restos que permanecen fuera de la dinámica urbana. Convirtiéndose en áreas des-habitadas, inseguras, improductivas. En definitiva, lugares extraños al sistema urbano, exteriores mentales en el interior físico de la ciudad que aparecen como contra imagen de la misma, tanto en el sentido de su crítica como en el sentido de su posible alternativa”62.

 

Comunidades transversales y barrios

Aunque, en una primera impresión, podamos comparar el sentido de unidad del asentamiento al de la tribu (dado lo semejante de actitudes como la defensa de la familia o como la conservación de antiguas costumbres), es necesario resaltar su nueva condición urbana.

Los asentamientos se han convertido en nodos de colectividad, independientes, no ya porque no contribuyen a las lógicas de la población que los rodea, sino también porque se encierran y crean sus propias claves de producción urbana. En nuestro caso, claves de producción táctica con arreglos y apaños que se permiten desde lo precario y claves de relación con encuentros y diversión.

La preservación de la idiosincrasia propia de una etnia se ha implementado con el carácter de lo urbano. No son barrios dentro de una ciudad, quieren ser entes autónomos e itinerantes, más podríamos entenderlos como comunidades transversales que mantienen el intercambio con otras comunidades de igual orden pero, no tanto con el resto de la ciudad.

Se producen flujos de movimientos entre los asentamientos por diferentes intereses, como en el caso de participar mediante la venta ambulante en distintas ferias, sin importar que estas estén en la misma ciudad o en otra. Estas comunidades son itinerantes, en mayor o menor grado, y sus relaciones no tienen una localización fija, no responden a las relaciones de barrios, que por vecindad establecen acercamientos.

La existencia de comunidades transversales, impide el control habitual de la Administración, y esto genera cierta alarma, aunque no supongan riesgo alguno para la ciudad. Su existencia en parte, itinerante, supone una riqueza que pone en valor la diversidad y la pluralidad de formas y acciones urbanas.

 

Lugares intermedios. La colectividad en el asentamiento

Las nuevas tecnologías han mejorado la comunicación y acercado a comunidades distantes, pero con ello, ha surgido otro proceso paralelo, la globalización. Las relaciones virtuales han permitido una conexión, antes inimaginable. Los territorios “en conexión”, corren el riesgo de transformar el espacio colectivo en espacio conectado no presencial, pero el verdadero riesgo está en la diferencia de oportunidad que se va generando en los territorios “sin conexión”. Esta diferencia se convierte en desigualdad y pobreza.

Los territorios “sin conexión” nos muestran otra cara amable, al observar el grado de espontaneidad y creatividad, pues la desvinculación con “sistemas de vida avanzados”63, permite crear sus propias reglas. Así, el espacio de conexión en los desconectados, por el contrario, es de mayor intensidad, la palabra hablada fundamenta la relación y da la confianza en el grupo, como medida espontánea de protección.

En el asentamiento, las relaciones colectivas fluyen con una mayor libertad, y sin la necesidad de otras construcciones aparece la relación entre sus habitantes.

Aún64 con pocos recursos, se generan ciertas estructuras, existen los lugares de tránsito y acceso a las diferentes localizaciones, desde el acceso practicado en el muro hasta las casas, al grifo, o a la zona de acopio de la chatarra, la necesidad marcaba el tránsito y este determinaba el camino, no se forzaba sencillamente se marcaba por la fuerza del uso.

La ubicación y orientación de las casas se inició teniendo en cuenta el apoyo de las mismas en el muro, conforme el asentamiento creció, estas se localizaron por parentesco, los hijos buscan los materiales que encuentran o toman de otros lugares y los van acopiando en el lugar elegido para comenzar. Un flujo directo desde la casa de los padres a la casa de la nueva familia que se crea, los accesos de las casas se enfrentan.

Se observa cómo en el asentamiento se prioriza el valor de la relación presencial, el valor del “estar”. El carácter transitorio de estos habitares no impide la intensidad en sus relaciones. Por tanto, el espacio intermedio65 en el asentamiento, es un espacio sumamente solicitado, convertido en una continuidad de experiencias vitales y redefinido constantemente. Es un espacio lleno de personas (ver composición figura 4), estas personas hablan y se acompañan de expresiones corporales que ejemplifican e intensifican el valor de sus contenidos.

El espacio intermedio del asentamiento es inestable, debido al alto grado de indefinición, sobre todo, comparado con el espacio colectivo programado, que dispone de bancos, zonas de tránsito, zonas de juego y todo tipo de instalaciones, distinguidas cada una con diferente materialidad, por ejemplo. Sin embargo, en el asentamiento, el espacio colectivo es un espacio a la espera, abierto y convertido en hervidero de acontecimientos.

Este espacio no está estructurado y depende en forma y tamaño de la localización y dimensión de cada chabola, así como del tiempo de existencia de cada una. Es un espacio de sobrantes aparentemente, dependiendo del interés por encontrar un apoyo estructural de cada chabola. Pero también es un espacio perecedero (en lo sustantivo), las chabolas se separan o acercan de otras dependiendo de la cercanía familiar (los hijos se las construyen junto a los padres, por ejemplo). El sentido físico que tradicionalmente se le otorga a la calle, en los asentamientos se diluye en intermedios amorfos, (figura 6), llenos de enseres que pretenden prolongar el espacio de lo doméstico hasta ellos mismos.

Los espacios intermedios son espacios complejos, inminentemente lugares de encuentro, lúdico, festivo y de juego, pero también son los espacios para el almacenamiento de enseres, para el desarrollo de tareas laborales y sobre todo, se convierten en el esponjamiento del espacio interior de la chabola.

En ellos, lo privado (familiar) y lo público (colectividad), a veces se entremezclan. Las actividades domésticas que en los habitares convencionales se desarrollan en los ámbitos privados, protegidos de la mirada ajena, en el asentamiento se desarrolla en los espacios intermedios, abiertos a la colectividad. De ahí, que en la mayoría de las ocasiones, los habitantes definan unos espacios de transición entre éstos intermedios y el espacio interior de la chabola, identificados por la abundante vegetación, Figura 6, por los enseres más propios de lo privado, pero que permiten expandir lo doméstico hasta el exterior. El aseo de los niños, los almuerzos familiares, el lavado de ropa y enseres, entre otros muchos, son actividades que se trasladan a estos lugares siempre que las condiciones meteorológicas lo permiten.

 

Figura 6. Entornos de chabola. Los Perdigones

Fuente: Carvajal Salinas, 1998.

 

Destacamos la versatilidad espacial, pues en estos procesos de creación del espacio colectivo, se entiende un espacio experimentado pero no formalizado, donde se construye el espacio permanentemente, de ahí que podamos decir que es un espacio narrado, donde el factor tiempo es esencial en la definición del mismo.

Nos interesa resaltar el cómo se apropian del espacio para la reunión, con el saber del que lo practica desde tiempo atrás, o el cómo las zonas de juegos se convierten en áreas de trabajo, o las de trabajo se convierten en aparcamientos provisionales. Podríamos pensarlo caótico, pero al contrario, supone un espacio amparado en el hacer de una cultura, la gitana, una comunidad66 que dispone unas convenciones no escritas, heredadas, aprendidas de padres a hijos, y hechas experiencias en el hacer del día a día. En esta simultaneidad de actividades, se les presupone un conocimiento implícito de los espacios idóneos y permitidos para las diferentes acciones, conociendo cuándo estos pueden usurpar o no, los entornos que se dedican habitualmente a otros quehaceres. Y por último, son espacios originados por la participación, creación o reformulación de itinerarios, accesos o salidas y diversas áreas.

 

Espacio interior. Transitoriedad y versatilidad en el asentamiento

Acceder al interior de la chabola supone sentarse como espectador en el proceso de una filmación sin guión, donde los personajes comienzan a poner en evidencia el mundo de lo cotidiano con la libertad de generar espacios ajenos a cualquier convención de diseño programado.

Plano67 uno, toma primera, acción (como si de una filmación se tratase):

–Una casa, la de la Sra. “G.”68, atravesando el butrón la primera a la derecha. Paradigma entre las muchas otras posibles casas sin órganos.

La ficticia elección de una chabola, no quiere significar la búsqueda de una singularidad, sino más bien, evidenciar que desde lo particular, podemos definir lo general. El interior de cada chabola nos cuenta de una manera de entender lo privado. Analizaremos los modos de usar el espacio en la chabola, así como la materia que forma parte de este habitar.

En las diferentes entrevistas realizadas a los pobladores, hemos observado las influencias de dos frentes, por una parte, la influencia de una cultura urbana (ciudad, movimiento y consumo), y por otra, las costumbres propias del grupo. Aunque la amenaza de desalojo es eminente en cualquier asentamiento ilegal, esto parece no afectar a la intensidad y simbolismo de los espacios interiores de la chabola.

El uso de estos espacios conlleva una redefinición continuada, pues tiene mucho que ver con el comportamiento del grupo gitano, dada su manera de entender la vida, en general, y la casa en particular. En repetidas ocasiones se ha escrito sobre el arte de vivir del gitano, y cómo ese arte (expresión) lo lleva a cada una de sus actividades: “se trata de un arte cotidiano, un arte en todo y de todo, inseparable de su condición social, económica y cultural. Es el arte de comerciar, el arte de conducir, el arte de gozar de la música y el baile, el arte de la palabra, el arte de las relaciones sociales, el arte de la fiesta”69, esta expresión es llevada también a la convivencia doméstica, al trabajo y a la diversión. Estos comportamientos heredados comparten espacio y tiempo con otros adquiridos, relacionados con el hecho urbano, como la improvisación o las tácticas marginales. Esta concomitancia de acciones, complejiza y llena de significados el espacio interior de la casa.

Quizá por necesidad, por costumbre o de manera espontánea, en la mayoría de las chabolas se crea un sólo espacio interior, (figura 7), de una gran complejidad ambiental, una construcción que recicla70 toda una serie de restos de otros lugares, y que sustenta el único espacio existente. En ocasiones se subdivide temporalmente este espacio, pero se puede entender como el lugar hegemónico de la casa.

 

Figura 7. Interior de chabola en Los Perdigones

Fuente. (Izqda.) Carvajal Salinas, 1998. (Dcha) Mecro SL, 1996.

 

La casa se dispone de manera simple en su forma, y compleja en su funcionamiento. El programa doméstico se presenta aparentemente improvisado, debido a la no formalización de compartimentos fijos, dado que no existen distribuciones que definan las estancias o las funciones, lo que sencillamente, da lugar al acontecimiento en sí, es la acción presente, con ella se da nombre a la estancia, en cada momento del día.

Podemos afirmar en estos casos, que el habitar se convierte en una apropiación provisional, porque espacio y tiempo no están acotados físicamente, y porque el sentido de la propiedad individual se desvanece en pro de lo colectivo, y el espacio se hace continuo convirtiéndose en acontecimiento.

 

La lógica de la instantaneidad

En el apartado siguiente hablaremos de la materialidad de la chabola, pero antes destacaremos el carácter efímero de la misma, en el sentido que lo define Buci-Glucksmann como “modalidad del tiempo en nuestra era de la globalización, lo que conlleva una aceleración y desenraizamiento de las estabilidades… Se asiste así al final de las grandes narraciones y se abre paso una lógica de la instantaneidad”71.

La distribución en el interior de la chabola, responde, como hemos expresado, a unas separaciones temporales, realizadas con materiales de fácil manipulación, como tejidos o restos de paneles, que permiten correrse y descorrerse, según el interés de cada momento.

Normalmente, durante el día todo el cortinaje se mantiene descorrido, pudiendo apreciar de un vistazo el total de toda la chabola, (figura 8). Estas divisiones siempre separan la zona de dormir y en la mayoría de los casos no existen camas (salvo la de matrimonio), duermen sólo en los colchones o mantas extendidas una a continuación de otra creando un suelo continuo para dormir, como una habitación-cama, que durante el día se recoge y queda libre para otros usos. Frente a la elección de un mobiliario fijo, se opta por el apilamiento de mantas y colchones, disponiendo así de todo el espacio cuando no están en uso.

 

Figura 8. Interior de chabola. Los Perdigones

Fuente: Mecro SL, 1996.

 

El proceso de creación espacial en el interior de la chabola, evidencia la fugacidad de dichos espacios; pues el propio desapego a las convenciones estables de esta manera de habitar, define el espacio en tanto el acontecimiento que allí se desarrolla. Con esto, se dibuja un mapa fugaz que recoge la levedad una acción a la espera de su propia disolución.

Si analizamos ahora, el carácter de precariedad de estos espacios, podemos decir que más bien responden a una actitud propia, que a una obligación de necesidad económica, pues en condiciones similares (comparando el consumo de vehículos, compra de oro o elementos decorativos del hogar de estos habitantes), otros grupos optan por sistemas de vida convencionales (refiriéndonos a casas estables, mediante alquiler o hipotecas, mobiliario, entre otros). Sencillamente observamos, como existe otra manera de entender la casa, ligada a una historia de itinerancias. Esta manera proviene de una elección libre, que caracteriza a una población que se encuentra y quiere encontrarse fuera de lo convencional.

Por tanto, levedad y precariedad, son instrumentos propios de unas tácticas cotidianas, que más bien suponen “una suerte de resistencia cultural”72. Y en este sentido, nos atrevemos a poner en valor, cierta cultura de lo efímero.

Esta manera de proceder nos recuerda a otros habitares efímeros y nómadas, caso de las acampadas, o de otras culturas nómadas. Pero a diferencias de estos otros, en nuestro caso contrasta la definición de dos entornos fijos; un entorno relacionado con la preparación de alimentos, cocinar, enfriar, etc., y el otro entorno relacionado con el descanso marital, ambos espacios se definen con suma dedicación, con gran esmero por mantener el recuerdo presente y expuesto (figura 8).

Se observa cierta inquietud por transmitir un grado de opulencia, que más podríamos atribuir a familias asentadas, que a hogares donde el peligro de desahucio es permanente. Los paramentos se encuentran repletos de cuadros, de recuerdos colgados, con alfombras que cubren los suelos y paredes. La cama de matrimonio, permanente, vestida de gala, regenta un extremo de la casa, el otro, el menaje de una cocina que prefiere decorar los paramentos a modo de cuadros, en la intención de colgar para mostrar. Más nos podrían recordar éstos ambientes a un imaginario ceremonial, donde la celebración de lo doméstico se engalana para un acontecimiento cotidiano, que quizá por perecedero se desarrolla más plena e intensamente.

De igual manera, el jardín delantero, de acceso a la chabola en algunos casos, (figura 6), se llena de macetas y otras siembras de árboles en terreno, que se convierten en ornamentación arquitectónica: “barrios enteros, poblados de chabolas que permitían el uso de una precisa ornamentación arquitectónica en los porches delanteros de las casas, usando poderosos colores pintados o simplemente dejando a la vista los colores de los más sorprendentes e inesperados materiales. Lugares que realmente llamaban mi atención. Para mí, auténticas joyas que deberían haber sido protegidas y aceptadas como la expresión más clara de una cultura... Para mí estas chabolas reflejaban una sorprendente afirmación de vida.”73

Vivir, aceptando la transitoriedad, se traduce en un vivir intensamente, que les permite protegerse contra sus temores. La conciencia de un tiempo perecedero genera un habitar envuelto en un tiempo imaginario, donde a través de expresiones simbólicas, se muestra el anhelo por una prolongación vital y unas ansias de supervivencia. La presencia de materiales de intenso y variado colorido, hablan tanto de un fuerte deseo por vivir el momento, como de expresar su rotunda presencia.

La historia de las imágenes colgadas en los cuadros, más perdurables que los propios cerramientos, así como las plantas de cuidados prolongados, entre otras, engendran un ambiente que pretende modificar un enraizamiento inexistente, otorgándoles de esta manera cierta memoria identitaria.

La simultaneidad temporal, entendida como la coincidencia de existencias a diferentes tiempos en un mismo espacio, convierte al espacio en escenografías, que se superponen con un alto grado de complejidad, como clave en procesos de construcción del habitar.

Estudiar la fenomenología del habitar que subyace en el asentamiento, es hablar de un habitar ligero, huidizo y en continuo replanteamiento, comparable en parte al devenir de la sociedad actual. En general, los asentamientos tienden al movimiento y al cambio, transformando la estabilidad de la casa en una transitoriedad cada vez mayor.

“Me gusta llamar a estas tipologías transformativas ‘prototipologías’, para dejar en claro que no son definitivas, sino evolutivas; son lava ardiente, no roca fría”74. Esta cita pone en evidencia la transformación del modelo hermético, estándar e industrializado, hacia una mayor plasticidad. Apoyando la necesidad de una casa con un mayor grado de adaptación a las diferentes situaciones que se les presenta, convirtiendo el carácter estático del tipo en dinámico y con la aspiración siempre presente de “llegar a ser”. No podemos olvidar como estas teorizaciones y prácticas, en el entorno del proyecto doméstico contemporáneo, se alimentan, en mayor o menor medida, de argumentaciones entresacadas de habitares como los que estudiamos.

 

Inversión de valores: Lo mueble y lo inmueble

La capacidad de movimiento de los habitantes del asentamiento, invierte, como veremos en adelante, el sentido de la casa. Si nos fijamos en el uso que se hace del oro, por ejemplo, encontramos una primera justificación, de cómo afecta tal movilidad. El oro multiplica su funcionalidad, aparece como colgante decorando cuellos o manos, también lo encontramos en sus bocas, sustituyendo a antiguos dientes perdidos, pero sobre todo tiene el uso de divisa, porque, suponen el aval o el ahorro más fiable para este sistema de vida. Pues al tratarse de una población que en su inmensa mayoría, no tiene domicilios fijos o a veces, carecen de partidas de nacimientos, pasaportes o documentos, y por tanto, no pueden contar con los medios financieros convencionales, por lo que el oro supone un valor de cambio estable, de difícil devaluación, con amplias posibilidades de cambio por cualquier otra divisa, en caso de necesidad, de ahí que se les vea con cadenas, relojes o dientes de oro, “siempre encima por si hay que salir corriendo”, como nos decía irónicamente un joven de uno de los asentamientos que visitamos.

El valor de la casa como inmueble es desarrollado por una cultura afincada en la estabilidad y la propiedad del suelo, en el asentamiento, en cambio, se valora el desplazamiento, por lo que la casa se valora tanto en cuanto sea transportable.

La transitoriedad como forma de vida, exige una fácil movilidad de los elementos, porque de otra manera, habrán de ser abandonados, y esto, no se lo pueden permitir. La casa de sus sueños por tanto, corresponde mucho más a una casa empaquetable, que a una casa con buenos cimientos.

De esta manera, la construcción de la casa nos recuerda más a la cultura del montaje, donde los elementos reciclados se superponen en un discurso fortuito, produciendo nuevos significados y donde los usos convencionales son alterados. El montaje, convertido en una superposición de elementos reciclados, una autoconstrucción inmediata y nada tecnificada.

La diversidad de materiales que forman parte del montaje de una chabola es numerosa y casual. Los elementos provienen áreas de desechos y en la mayoría de los casos están escasamente relacionados con sus usos originarios. Liberan el sistema constructivo, consiguiendo, desde una absoluta precariedad, resultados a veces sorprendentes, colores, en ocasiones pintados por los habitantes, de fuertes tonalidades, o en otras, como consecuencia del propio color del material reciclado.

Encontramos en la propia diversidad de los elementos reciclados, frases simbólicas, firmas de productos que aparecen descontextualizados, ahora en sitios sorprendentes o superposiciones que generan lecturas paralelas del significado de estos habitares.

Podemos denominarlos habitares-collage, considerando el valor de la superposición de elementos encontrados y en paralelo reconociéndole una actitud responsable frente al sistema que necesita del rápido desecho para fomentar el consumo y así un crecimiento en la producción.

El valor convencional, del mueble ha cambiado para estos habitares, aquí se ve restringido, casi exclusivamente, a los elementos superficiales, como tapices, alfombras, colchas o menaje. En los casos convencionales estos son elementos de segundo orden o simple decoración, en cambio para los habitantes del asentamiento se convierten en elementos de primer orden, porque representan un “estatus” dentro del grupo, símbolos de su buena situación, requeridos por lo fácilmente transportables.

La escala de valores de los habitantes de un asentamiento es acorde con su sistema de vida, como no podría ser de otra manera, este sistema de vida es en gran medida itinerante, por lo que el vehículo, asume usos tanto de lo mueble como de inmueble.

La actividad laboral que realizan normalmente, en el caso de Perdigones como en otros, ocupa al hombre en la recogida y venta de cartones y chatarra, en la mayoría de los casos, existiendo otros que se dedican a la venta ambulante. El vehículo se convierte, de igual manera, en una necesidad de primer orden. Usan vehículos de gran capacidad de carga, furgonetas en su mayoría, que les permiten resolver el transporte, al igual que, en ocasiones, la pernocta en sus desplazamientos (figura 9).

 

Figura 9. Parque móvil

Fuente: MECRO SL, 1996.

 

El sentido que adquiere para ellos el vehículo, en cuanto a casa ambulante, nos permite pensar de nuevo, en los procesos de construcción urbana relacionales, es decir, pensar la producción de ciudad desde claves de infraestructuras, convertidas en dispositivos.

 

Conclusiones. La riqueza de la pobreza

Hemos dejado a los márgenes de la ciudad por un momento exhibir sus beneficios, el beneficio de la convivencia plural, de la existencia itinerante arraigada a su propio caminar, y el beneficio de valores desusados como el intercambio o la solidaridad.

Entendemos necesaria una reforma del pensamiento que nos enseñe a afrontar la complejidad de la ciudad actual, debemos por tanto, generar instrumentos que nos permitan relacionar los diferentes saberes disponibles, convertirnos en “híbridos nosotros mismos… (pues) estas investigaciones no tratan de la naturaleza del conocimiento, de las cosas en sí, sino de la forma en que todos están ligados a las comunidades y a los sujetos”75.

La ciudad no es algo continuo y de comportamiento lineal, más bien es el encuentro de discontinuidades, que hablan de otras formas en continua renovación. La ciudad es absorbente, capaz de empaparse de todo aquello que llega y es capaz de esconder bajo una superficie modélica y convencional, otro tipo de contaminaciones, vacíos, distorsiones, que afloran en reacciones espontáneas e incontrolables que nos muestran un paisaje complejo y mutante, como el que hemos estudiado.

Aunque hayamos centrado el caso de estudio en el asentamiento Los Perdigones, las invariantes apuntadas son extrapolables a otras poblaciones y ciudades. Son numerosas las ciudades que generan experiencias similares, ya sea en continentes del hemisferio norte o sur, en países de América Latina, África o Asia. Cada continente, cada ciudad, tienen los suyos, son asentamientos informales, ya sean slums, conventillos, ranchos, villas miserias, chabolas o favelas, los invariantes se repiten en muchas de ellas.

Invariantes como la dependencia absoluta a las condiciones físicas del sitio en el que se asienten, con una capacidad táctica para superar los riesgos. Una capacidad creadora de espacios de supervivencia como espacios puros, una espontaneidad en las relaciones y una construcción de colectividad basada en sus propias experiencias.

Hemos analizado unos habitares que dan respuestas espaciales a pequeños deseos, como el aprovechamiento de sombras, la búsqueda de miradas, o el control de un espacio resguardo. Es importante caracterizar el poco a poco, como programa, aunque más bien como táctica que construye delimitando zonas, sugiriendo usos, modificando sobre lo construido, yuxtaponiendo trazas, que van tapando las huellas de las anteriores, hasta que resulta difícil o casi imposible reconocer el proceso constructivo.

El asentamiento crea una estructura de relaciones, compleja y cambiante, que define una trama flexible y acorta distancias entre lo público (la ciudad) y lo privado (la casa).

Esta realidad forma parte del nuevo mapa de lo urbano, presenta un rasgo más de complejidad en la ciudad. Es el mapa de un territorio emergente, con nuevas tensiones sociales, culturales y políticas, de difícil equilibrio, donde la diversidad y la diferencia han de ser tenidas en cuenta a la hora de pensar la ciudad.

La manera de hacer de los asentamientos no está basada solamente en una dimensión material, sino más bien envuelve cierta cultura del hacer y del estar. Los asentamientos espontáneos practican un habitar efímero, transitorio y precario, caracterizado por una manera de construir la casa, donde los materiales se combinan, según hallazgos fortuitos en una actividad continua de reciclado y acumulación. Se trata de un espacio continuadamente cambiante, en un habitar que yuxtapone usos al encuentro, espacios donde coinciden diferentes actividades, descanso, alimento, charla o comunicación.

En definitiva, un tiempo para la ciudad y la casa que habla de la improvisación, impermanencia y de la indeterminación. La casa del margen está formada por espacios narrados, espacios vivos donde el relato y el sonido estructuran lo cotidiano.

Para ir concluyendo, entendemos necesario, pensar la ciudad utilizando muchas de las claves aquí aprendidas. Resaltaríamos la necesidad de espacios intermedios, espacios practicados para la colectividad, donde sea característica la espontaneidad en las acciones, la simultaneidad de funciones y la versatilidad espacial, entendiendo el valor de los encuentros como instrumentos de construcción espacial.

En este sentido, pensar desde la Administración en proponer proyectos de reinserción para los asentamientos debiera incluir su propio sistema relacional. Actuar desde dentro, significa tener en cuenta las características propias, de espacio, tiempo y materia. Se trataría de un proyecto consistente en la activación de un contexto plural y complejo, donde deben estar presentes los diferentes actores, como habitantes, administraciones, organizaciones solidarias, técnicos y ciudadanos en general, sumando sus participaciones en un proceso abierto y continuado.

Se trataría de producir un contexto físico y experiencial, flexible, que permita desplazamientos y transformaciones, para resolver la transitoriedad que les es propicia a estos habitares. Se trataría de optar por construcciones urbanas relacionales. Si pensamos en dispositivos adaptables a cualquier ámbito, social, urbano o territorial, podremos proponer infraestructuras que permitan instalarse y apropiarse del espacio, cualificando el mismo y sus relaciones con la ciudad.

 

Notas

1 Artículo basado en tesis doctoral presentada a la Universidad de Sevilla por la que se obtuvo el grado de Doctor en Arquitectura “Cum Laude” en el año 2013.

3 Soriano, 1995, p. 144.

4 Stan, 1998, p. 1. “Las infraestructuras son flexibles y anticipatorias. Operan en el tiempo y están abiertas al cambio. Al especificar lo que debe quedar fijo y lo que está sujeto a cambio, las infraestructuras pueden ser a un tiempo específicas e indeterminadas. Trabajan por medio del gobierno y el cultivo, transformándose lentamente para adaptarse a condiciones cambiantes”.

5 Algunas teorías de interés, son Modernidad del s. XIX con Baudelaire; Ciudad nómada del s. XX, Habitar la provisionalidad con Debord.

6 Interés por las propuestas de Simmel, Deleuze, Lévi Strauss, entre otros, o las más actuales de Delgado.

7 Estudiantes del grupo “Arquitectura de la Pobreza”, dirigido por el profesor Carvajal Salinas (1998).

8 La pérdida del sentido convencional de la casa, como sentido estático, (espacio esencialmente construido y permanente), que se convierte en dinámico (espacio esencialmente ensamblado y perecedero) y donde, esta capacidad de dispersión les ha llevado a la creación de comunidades transversales, basadas en relaciones diferentes, que van formando una red que abarca el total de la ciudad.

9 Deleuze y Guattari, 2000, p.155.

10 Bauman, 2005.

11 Referido a los avances tecnológicos, desarrollo económico, globalización, que complejizan enormemente las relaciones, yendo hacia un sistema cada vez más tecnificado que pone a determinados grupos sociales en riesgo de exclusión. Cada vez son más, porque es más difícil acceder al mercado de trabajo, a la formación, a la casa y a la tecnología.

12 Husserl, 1992.

13 La ecología social de La Escuela de Chicago aportó una nueva visión naturalista de la ciudad, con L. Wirth, entre otros, fueron pioneros en cambiar las teorías existentes hasta el momento sobre La manera de entender La ciudad. La ciudad se vuelve “un modo de vida”.

14 Delgado, 2001, p. 25. “Las relaciones urbanas son, en efecto, estructuras estructurantes…, en el sentido de estar elaborando y reelaborando constantemente sus definiciones y sus propiedades, a partir de los avatares de la negociación ininterrumpida a que se entregan unos componentes humanos y contextuales que raras veces se repiten”.

15 Baudelaire, 1988, p. 144.

16 Benjamin, 1998, p. 60-61. “El encanto del habitante urbano es un amor no tanto a primera como a última vista... su figura interior se acrisola al reconocerse en ellos el amor mismo estigmatizado por la gran ciudad”.

17 Hardt y Negri, 2004. “La multitud está compuesta por innumerables diferencias internas que nunca podrán ser reducidas a una unidad o una única identidad… es una multiplicidad de todas estas diferencias singulares… no es una identidad (como el pueblo) ni uniforme (como las masas), las diferencias internas de la multitud deben descubrir lo común que les permite comunicarse y actuar juntas”.

18 Baudelaire, 1994, p. 17. “El progreso de la civilización industrial, las luchas político-sociales y, sobretodo, la modificación urbana a que se vio sometida París, comportan la quiebra de los anteriores estatutos, arrastrándonos a vivencias que Baudelaire no duda en situar constantemente al borde del abismo”.

19 Careri, 2009, p. 75.

20 Marx, 2000. En el sentido que le da Marx: como una nueva clase social, una nueva fuerza y un nuevo poder. El hombre sólo puede aspirar a su liberación, a definirse por completo, a través de la pertenencia y lucha social en el grupo, en la clase social. El hombre es fruto del sistema productivo y de las relaciones sociales.

21 Delgado, 2009. “Para los teóricos de la Escuela de Chicago (Thomas, Park, Burgess, Wirth, Mac Kenzie), la ciudad era un dominio de la dispersión y la heterogeneidad sobre el que cualquier forma de control directo era difícil o imposible y donde multitud de formas sociales se superponían o secaban”.

22 Wirth, 1962, p. 111.

23 Delgado, 2001, citando a Louis Wirth.

24 Lefebvre, 2000.

25 Cacciari, 2002, p. 4-7.

26 Lefebvre, 2000, p. 23.

27 Certeau, 2000, p. 42-44. “Mediante distintas maneras de hacer en el interior de las estructuras, los usuarios se apropian del espacio organizado y modifican su funcionamiento… las estrategias y las tácticas”.

28 Ibíd., p. 44.

29 Ibíd., p. 56. “Una sociedad estaría compuesta de ciertas prácticas desorbitadas… que siguen siendo menores, siempre presentes ahí aunque no organizadoras de discurso… múltiple y silenciosa “reserva” de procedimientos donde las prácticas “consumidoras” tratarían, con doble característica, señalada por Foucault, con modos a veces minúsculos, a veces mayoritarios, de poder organizar espacios y lenguajes”.

30 Lévi-Strauss, 2006, p. 125. Entender la ciudad, también es entender que “la ciudad, por su génesis y por su forma, depende simultáneamente de la procreación biológica, de la evolución orgánica y de la creación estética. Es a la vez objeto de naturaleza y sujeto de cultura; es individuo y grupo, es vivida e imaginada: la cosa humana por excelencia”.

31 Calvino, 2007.

32 Sloterdijk y Reguera, 2006, p. 384. “ya en 1928, el narrador inglés E.M. Forster ponía en boca de su personaje de su narración posthistórica de ciencia ficción, La máquina se para, esta frase: ‹‹sabes que hemos perdido la sensación del espacio. Decimos “el espacio está borrado”, pero no hemos borrado el espacio sino la sensación de él››”.

33 Pardo, 1992.

34 Wenders, 1994.

35 Augé, 1998, p. 33.

36 Bauman, 2005, p. 43. “Los basureros son los héroes olvidados de la modernidad… es la frontera la que predice, literalmente hace aparecer, la diferencia entre ellos: la diferencia entre lo admitido y lo rechazado, lo incluido y lo excluido”. .

37 Van der Haak, 2005.

38 Sigler, 1998.

39 Cacciari, 2002, p. 4-7.

40 Olalquiaga, 1993, p. 91. “Dejando atrás la melancolía postindustrial y la nostalgia identitaria, y dejando a un lado la globalización del mercado de la etnicidad y la cómica subversión de las imágenes de los medios de comunicación de masas, como la exposición artística de disciplinas científicas [...] trabaja exclusivamente dentro del dominio icónico para proclamarlo como un lenguaje flexible que puede ser doblado, retorcido y dado la vuelta…”.

41 Soja, 2008, p. 463.

42 Foucault, 1978, p. 6.

43 Mecro SL., 1996.

44 Colaboradora adjunta al profesor Carvajal Salinas, Trabajo Fin De Carrera Curso 97-98 D.C.A. EUAT Sevilla, 1998. Arquitectura de la pobreza. Sevilla: Escuela Universitaria Arquitectura Técnica de Sevilla.

45 PGOU 1946, Bidagor, ignorado en su ejecución. Plan de la Exposición Iberoamericana 1929, Trever, y el Proyecto de Ciudad Funcional de Lupiañez. Posteriormente PGOU 1963, Arias, con objetivos como estructuras, ferrocarril, zonificación y comunicación al interior. Y Plan 1985 Queiro, que debido al acontecimiento de la exposición tuvo un fuerte empuje, se llegó a ejecutar casi en diez años.

46 Soria y Puig, 1979; Soria y Mata, 1882; Castro, [1860] 1978. El modelo lineal consistía en una sola calle de la longitud necesaria, “vertebras de comunicación”. Disposición de una corona de vías matemáticamente ordenadas, en torno a los antiguos núcleos urbanos, origen en Puerta del Sol.

47 A finales del siglo XIX, Sevilla en comparación con otras ciudades españolas, donde el aumento de la población, incremento de las relaciones económicas y sociales, llevó al desarrollo de planeamientos de gran relevancia, como Barcelona con el desarrollo del Plan Cerdá.

48 Pérez Escolano, 1992, p. 72. “regionalismo…, con el desarrollo de técnicas y materiales tradicionales: ladrillo visto aplantillado, azulejería y cerámica en general, yesería, carpintería, forja…tiene su instante álgido con la bonanza económica… se infunde un cierto optimismo social que promueve eventos como la celebración de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929”.

49 En adelante, intentaremos escenificar en presente lo que fue el asentamiento, con el fin de no perder el sentido de actualidad que tenía cuando se investigaba, para ello, nos hemos permitido cambiar la caligrafía de determinados párrafos exponiendo fielmente lo que fueron las notas tomadas en aquellos días.

50 Con posterioridad se ha rehabilitado la torre, considerándola objeto arquitectónico aislado, consiguiendo con ello perder su historia y llenarse de nuevas miradas. http://www.torredelosperdigones.com.

51 Andalucía. Defensor del Pueblo Andaluz, 2005.

52 Mecro SL., 1996.

53 Debord, 2002.

54 Solà-Morales, 2002, p. 181.

55 Careri, 2009, p. 13.

56 Junta de Andalucía, 1998.

57 Andalucía. Defensor del Pueblo Andaluz, 2005, p. 20.

58 En adelante, como en anteriores ocasiones cambiamos de caligrafía para escenificar el presente del asentamiento, repitiendo las notas tomadas en aquellos momentos.

59 Deleuze y Guattari, 2000, p. 157-159. Cuerpo sin Organos (en adelante CsO); “Sustituid la anamnesis por el olvido, la interpretación por la experimentación. Encontrad vuestro cuerpo sin órganos, sed capaces de hacerlo, es una cuestión de vida… Un CsO está hecho de tal forma que sólo puede ser ocupado, poblado por intensidades. Sólo las intensidades pasan y circulan”.

60 Foucault, 1978, p. 5.

61 Ibíd.

62 De Solá-Morales, 2002, p. 181.

63 Bauman, 2005.

64 En adelante, como en anteriores casos cambiamos de caligrafía para escenificar el presente del asentamiento.

65 Refiriéndonos con “intermedio” a los espacios para la relación colectiva.

66 Bourdieu, 2002, p. 72.

67 En adelante, como en anteriores casos cambiamos de caligrafía para escenificar el presente del asentamiento.

68 Berger, 1994.

69 Liegeois, 1987, p. 91.

70 Streck, 2003, p. 159-179.

71 Buci-Glucksmann, 2007, p. 15.

72 Ibíd., p. 27.

73 Palomino y del Río, 2003, p. 36.

74 Ruby, citado en Memorias de docencia, 2008.

75 Latour, 1993, p. 14-15.

 

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Fecha de recepción: 30.09.13

Fecha de aceptación: 29.08.14