doi 10.4067/S0718-83582011000300001

 

Editorial

 

El hábitat de los ganadores resulta un vasto campo de investigación que puede ser abordado en múltiples escalas, desde el ámbito local hasta lo global pasando por lo nacional y regional. Asimismo, referirse al hábitat de los ganadores implica necesariamente una mirada relacional puesto que la identificación de grupos que adquieren rasgos de ganadores implica la existencia de otros grupos que califican como perdedores y por tanto la aproximación a este fenómeno está vinculada estrechamente al debate sobre las desigualdades que hasta hace algunos años impregnaban el análisis de las relaciones norte-sur y se abocaban particularmente al tratamiento de casos situados en el tercer mundo y particularmente en la región latinoamericana, pero que progresivamente también se expande a los países del primer mundo.

La década de los años noventa fue fructífera en aportar evidencia respecto de la desigual distribución de los beneficios del desarrollo a una escala global, en el contexto de la galopante expansión de los procesos de neomodernización que promueven la disociación entre política y economía y la consecuente incapacidad para ejercer control político regulatorio sobre el ascendente poder que adquiere el capital financiero globalizado, vale decir, donde los Estados (supeditados a los territorios nacionales) sucumben ante el avance de los nuevos actores financieros globales que no se subordinan a los poderes nacionales.

Aquellos fenómenos identificados y analizados con profundidad hace dos décadas han continuado su proliferación planetaria con diversas mutaciones propias de su principal cualidad, la capacidad de adaptación, pues si bien desde la transición al nuevo milenio han ido surgiendo movimientos que buscan revertir la posición hegemónica de los modelos de desarrollo de corte neoliberal, éstos parecen resistir de manera incólume.

No obstante, en el área del conocimiento en que se mueve Revista INVI resulta pertinente abordar la problemática de los ganadores desde sus expresiones territoriales en una escala local-urbana en el contexto de ciudades, es decir, cómo se expresa dicho fenómeno global en territorio específicos y cómo ello provoca transformaciones sustantivas en los asentamientos humanos desde el punto de vista de las prácticas de sus habitantes, de las formas urbanas que adopta, pero al mismo tiempo observando las orientaciones de política pública que entran en juego. En otras palabras, observar las nuevas formas de la desigualdad al interior de las ciudades desde el prisma del hábitat residencial.

Pasando a los contenidos de la revista, los artículos que componen este número aportan bastante en dicha línea argumental. En primer lugar, el trabajo de Sonia Roitman, “Distinción social y hábitat residencial en América Latina”, muestra a través de los casos de Mendoza y Querétaro, aunque con una permanente referencia a otros varios ejemplos latinoamericanos, las prácticas de consumo inmobiliario que despliegan las nuevas clases acomodadas y cómo esas prácticas responden más a una estrategia de diferenciación de clase que los posiciona como ganadores que a un intento por acceder a mayor seguridad residencial que sería un objetivo secundario. Al mismo tiempo, es interesante la lectura que la autora realiza respecto a la concepción de ciudad que ostentan los nuevos ganadores: un mero espacio de servicios, vale decir una noción utilitarista que reemplaza el sentido de la ciudad moderna como un espacio de socialización en la diversidad.

Por otra parte y en segundo lugar, el trabajo “Exclusión social en el Madrid del ‘desarrollismo’: la influencia del modelo inmobiliario de venta de viviendas a gran escala durante el proceso de construcción del área metropolitana de Madrid en la cohesión social de la ciudad”, de Alejandro Tamayo, nos aporta una nueva perspectiva respecto del vector transformador que adquiere el sector inmobiliario incluso en contextos de Estados desarrollistas, ello siguiendo las premisas analíticas de Henri Lefebvre. El autor constata las huellas segmentadoras que las iniciativas privadas -con el respaldo de las ayudas públicas- han dejado en el espacio urbano madrileño.

En tercer lugar, lo propuesto por Ricardo Tapia, en su artículo “Vivienda social en Santiago de Chile. Análisis de su comportamiento locacional, período 1980- 2002”, nos ofrece una mirada de contraste ya que el acento está puesto más bien en aquellos que pierden, en una especie de lado “B” del hábitat de los ganadores, pues para que algunos ganen, otros -la mayoría parece constatarse- sufren los efectos de políticas públicas que no promueven necesariamente la integración social entre grupos diversos, generándose ciudades difusas y fragmentadas que expresan enorme coincidencia con la noción esbozada por Roitman respecto a la ciudad como un espacio meramente utilitario, que en el caso de Tapia no sólo estaría en el imaginario de los habitantes sino que dicha noción estaría en la base de las políticas públicas.

En cuanto a los tres restantes trabajos expuestos en el nº73 de Revista INVI, ellos se sitúan más bien en la línea de aportes generales y no necesariamente en la perspectiva de la temática específica de este número. Así tenemos el trabajo de Sahady et.al “Fuertes españoles en Chiloé: las huellas de la historia en medio del paisaje insular”, que pone el foco en un vestigio patrimonial de alto valor que ha sido poco investigado en el contexto de un territorio insular que ha logrado proteger básicamente sus iglesias y viviendas palafíticas y en tal sentido es una contribución importante para el rescate y preservación de estas obras patrimoniales.

Posteriormente, el trabajo de González et.al, “Unidades locales para la gestión integral del hábitat. Experiencia cubana”, plantea una propuesta para la gestión integral del hábitat a partir del análisis de una experiencia desarrollada en la localidad cubana de Ciego de Ávila, la que se articula en los ejes de la descentralización y la participación.

Finalmente, el trabajo de Torres et.al, “La dimensión socio espacial de la vivienda rural en la Ciudad de México. El caso de la Delegación Milpa Alta”, ofrece también una mirada analítica de una experiencia de intervención, esta vez en una zona rural del Distrito Federal de Ciudad de México y en donde confluyen las comunidades y agentes públicos locales y federales apoyados por especialistas.

Entendemos que los seis artículos seleccionados configuran individual y colectivamente una aproximación diversa y compleja al hábitat de los ganadores, ya sea poniendo el foco en las comunidades y territorios que efectivamente se sitúan en posiciones de privilegio, como poniendo atención en las comunidades y territorios que tienden a quedar al margen de los procesos de desarrollo. Esperamos contribuir en las líneas de investigación o en las áreas de interés general de nuestros lectores.

 

Jorge Larenas Salas