doi 10.4067/S0718-83582011000100001

 

Editorial

 

El estudio de las movilidades y su relación con el espacio construido es un campo que en los últimos años ha cobrado especial relevancia en la producción académica. En este contexto, la mirada resulta novedosa porque la movilidad va más allá que el movimiento físico de un lado a otro, ya que se refiere a las dimensiones sociales, políticas, históricas, culturales, económicas, geográficas, comunicativas y materiales del movimiento. Mientras que en Europa el paradigma de la movilidad se desarrolla cada vez con mayor fuerza, tratando temas que van desde el turismo al uso de dispositivos para complementar la movilidad, o desde la movilidad cotidiana en diversos medios de transporte hasta las migraciones internacionales y su impacto global, en América Latina, el estudio de movilidades desde estos nuevos puntos de vista se encuentra aún en su infancia.

Sin embargo, la movilidad es parte importante del imaginario social, geopolítico y de la vida cultural de las ciudades Latinoamericanas, donde estar "en movimiento" es parte importante de lo que significa ser ciudadano hoy. Más aun, esta región alberga a muchas y distintas culturas y prácticas móviles: desde culturas indígenas enraizadas en significados tradicionales de lo que es el hogar hasta la institucionalización histórica de rutas comerciales coloniales y postcoloniales y erradicaciones forzadas; desde experimentos controversiales en el libre comercio transnacional, a políticas y experiencias de migración; desde el amplio impacto de tecnologías de comunicación, a la movilización de sistemas de vigilancia; y desde las movilidades recreacionales del turismo al significado social y cultural del transporte y el movimiento en la vida cotidiana.

En el marco del hábitat residencial, y de los temas que aborda la revista INVI, el enfoque de movilidad cotidiana comienza a cuestionar y complementar enfoques más estáticos hacia el territorio, ya que se comienzan a desdibujar los límites y bordes tanto físicos como conceptuales en la comprensión del hábitat residencial. En ese sentido, los trabajos que aquí se presentan contribuyen de manera importante al desarrollo de esta temática en América Latina. Desde cuatro enfoques distintos pero complementarios como son: comprender la localización de vivienda a partir de la consideración de todas las actividades cotidianas que realizan los habitantes; la peatonalización en el marco de nuevos desafíos ambientales, sociales y territoriales; el enfoque cultural y su impacto en "lo urbano", y la vinculación entre la movilidad y las diversas políticas territoriales.

El caso que presentan Zunino et al. sobre "Vivienda social y segregación espacial en la Ciudad de Pucón, Chile" resulta relevante, no solo porque es importante conocer lo que sucede en ciudades distintas a las metropolitanas, sino también por la importancia que tiene conocer las situaciones que emergen de ciudades que, en el caso chileno, reciben cada vez más población. También es relevante porque, tal como indica el artículo, una mejor intervención en viviendas de interés social requiere reconocer que estas viviendas son habitadas por personas que tienen diversas rutinas cotidianas, por lo que reconocer las fuentes laborales, la incidencia de las organizaciones comunitarias y el desplazamiento cotidiano de las personas son aspectos, entre otros, indispensables para pensar en la localización e intervenciones en vivienda social hoy.

En el trabajo "Marcha a pie urbana y regional y movilidad en los modelos de ciudad para Santiago de Chile", María Isabel Pavez amplía, desde un enfoque ecológico, las formas de habitar que van más allá de la vivienda, específicamente el habitar desde el punto de vista peatonal. Se plantea la necesidad de fomentar la marcha a pie como una manera de habitar la ciudad a partir de un análisis sobre las formas que han considerado al caminante en el análisis del automóvil y las autopistas en Chile. La mirada desde el peatón se torna inevitable en el marco de la planificación territorial, especialmente considerando las necesidades ambientales por un lado y por otro el reconocimiento de la diversidad de movilidades específicas de habitantes en la ciudad (adultos mayores por ejemplo).

Desde un punto de vista cultural, el trabajo de Carlos Lange, "Dimensiones culturales de la movilidad urbana", intenta comprender la trascendencia de la movilidad cotidiana desde las ciencias sociales. La movilidad se reconoce como fundamental para la vida urbana desde el siglo XIX, sin embargo en la actualidad, fenómenos como la globalización y el aumento de flujos, han modificado lo que se entiende por "lo urbano" hoy, lo que implica una revisión de marcos teóricos y metodológicos para abordarlo. Las nuevas formas de movilidad promueven nuevas formas de sociabilidad, al transformar las experiencias culturales de habitar la ciudad. Esta situación abre espacios para nuevas formulaciones teóricas y metodológicas así como interrogantes para futuras investigaciones urbanas.

La opinión de Alfonso Iracheta sobre "La necesidad de una política pública para el desarrollo de sistemas integrados de transporte en grandes ciudades mexicanas", pese a ser específica para el caso de México, presenta interrogantes que pueden ser aplicables a casi todas las ciudades de América Latina. Estas interrogantes se vinculan a los innegables procesos de urbanización en nuestros países, el aumento del parque automotriz y la carente infraestructura y sistemas de transporte púbico deficitarios. También se relacionan con los problemas ambientales que éstos generan así como los de congestión y seguridad vial. Para abordar estos temas, se requiere de una visión integral del transporte y la movilidad para políticas territoriales, mayor participación ciudadana y la vinculación expresa de políticas de movilidad con el desarrollo urbano y medio ambiente, así como mejoras sustanciales al transporte público.

Aparte del tema central del presente número referido a la movilidad, también se presenta el trabajo "Habitar la escuela" de Macarena Ibarra y Rodrigo Mora, el cual analiza la forma en que enfermedades como la viruela o la obesidad pueden ser utilizadas para pensar los espacios urbanos.

Como se puede ver, todos los temas que aquí se plantean constituyen una nueva manera de abordar las problemáticas referidas al hábitat residencial, y esperamos que brinden nuevas ideas para trabajos e investigaciones futuras.

 

Paola Jirón Martínez