Revista invi Nº 64, November 2008, Volumen 23:
143 a 166
DIMENSIONES ESPACIALES DE LA SEGURIDAD RESIDENCIAL: flujos de
movimiento y campos visuales
Margarita Greene (1)
Rodrigo Mora (2)
1 Arquitecto. Escuela de Arquitectura, Pontificia Universidad
Católica de Chile, El Comendador 1916. Correo
Electrónico: mgreenez@uc.cl.
2 Arquitecto. Departamento de Arquitectura, Universidad
Técnica Federico Santa María. Correo
Electrónico: rodrigo.mora@usm.cl
Resumen
Este articulo analiza en forma breve las principales perspectivas con
que el tema de la seguridad el hábitat
residencial ha sido abordado en nuestro país. Se
plantea que la mirada dominante en el tema ha puesto un
énfasis exagerado en la idea de una apropiación
defensiva del espacio, por sobre la necesidad de construir comunidades
sanas e integradas. Se propone a continuación un
marco teórico alternativo a lo anterior, la
metodología de la Sintaxis Espacial planteada por Bill
Hillier y colegas (1984) desde hace mas de treinta
años en Inglaterra,
Después de introducir algunos conceptos del
análisis configuracional, se proponen dos aspectos
conceptuales y metodológicos planteados por esta
visión que podrían ayudar en el diseño
de un hábitat residencial más seguro:
la idea de la legibilidad de la trama, y la idea de los campos
visuales. A continuación, se examinan estas ideas en un caso
real, la comuna de Quilicura, localizada en la periferia de Santiago.
Los resultados muestran que las herramientas propuestas la Sintaxis
Espacial permiten al arquitecto y planificador urbano, evaluar a priori
distintas alternativas de diseño del hábitat, las
pueden ser decisivas al momento de mejorar la percepción de
seguridad en el espacio residencial.
Palabras claves: seguridad residencial, Sintaxis Espacial, legibilidad
de la trama, campos visuales
Abstract
This article shortly analysis the residential habitat security main
perspectives in our country. It is said that the dominant focus it has
been, with an exaggerated emphasis on, defensive spatial appropriation
above the need to build healthy integrated communities. Next, the
alternative theoretical framework, developed by Bill
Hillier’s Space Syntax methodology and his colleagues (1984)
more than thirty years ago in England, application. Then, after
introducing some confi gurational analysis concepts; some conceptual
and methodological aspects are proposed for this vision that could help
on a more safe residential habitat design; the visual scope and legible
to the weft ideas. Also, it examines this idea in a real case study,
Quilicura Community, located in Santiago’s periphery.
The results show that the Spatial Syntax tools proposed allow the
architect and urban planner to evaluate in advance the different
alternatives of habitat design that can be essential to improve
security perception in the residential space.
Key Words: Residential security, spatial syntax, legible of the weft,
visual scopes
Introducción
Si bien el tema de la delincuencia y la seguridad ciudadana en el
espacio urbano ha tomado la primera plana de las noticias en los
últimos años, sorprende lo poco
comprehensivamente que se ha estudiado el tema. De hecho el debate
público se centra en el hecho delictual y no aborda otras
dimensiones de la inseguridad.
Las perspectivas con que se aborda el tema –y especialmente
las orientadas a acciones concretas– tienden a ser policiales
y/o penales. Con la excepción de programas preventivos
dirigidos a población en riesgo de delinquir, las soluciones
propuestas o implementadas van por el lado del refuerzo del cuerpo
policial (ya sea a nivel nacional, comunal o contratado por los propios
afectados) y/o un mejor sistema correctivo para los que delinquen (sea
vía castigos ejemplificadores o estrategias de
educación y capacitación).
Llama la atención también un cierto nivel de
desaprovechamiento de la comunidad, en tanto se sigue pensando en
soluciones “desde arriba” (top down) y no se hace
un intento riguroso por transformar a la comunidad en agentes activos
frente al problema y su solución. Una estrategia
“desde abajo” (bottom up) no sólo se
beneficiaría de una fuente de información
riquísima, ya que son los habitantes del sector los que
mejor conocen los puntos más vulnerables y probablemente
intuyen soluciones adecuadas, sino también del compromiso de
la comunidad misma. Los trabajos realizados en esta línea
demuestran que para promover la seguridad urbana es de vital
importancia contar con el compromiso de la comunidad (3).
Por último, llama la atención la poca
atención que se ha dado a la dimensión espacial
de la seguridad urbana. A pesar que el problema de la seguridad
ciudadana en las ciudades es fundamentalmente un problema social
–que de hecho tiende a potenciarse en situaciones socialmente
carenciales como son la pobreza, la falta de oportunidades y la
desigualdad– el fenómeno tiene un importante
componente espacial. La concentración de delitos en ciertos
espacios urbanos no es un fenómeno a-espacial, ni lo es la
consecuente sensación de inseguridad de los
transeúntes y habitantes del sector. Esto es especialmente
cierto para algunos de los delitos que afectan más
fuertemente la percepción de seguridad ciudadana; por
ejemplo robos y asaltos en zonas residenciales.
El presente artículo se aboca a la dimensión
espacial de la seguridad urbana en el espacio público,
entendiendo a éste como el soporte físico
material donde la comunidad se desarrolla. Específicamente
se centra el estudio y análisis en barrios residenciales de
escasos recursos, ya que en estos sectores los espacios
públicos pueden cumplir un rol especialmente importante en
la construcción de una comunidad sana, participativa e
integrada a su ciudad; o a la inversa, en aumentar la
percepción de pobreza, desigualdad y segregación
común en estos sectores. El tema de diseño del
espacio público, con el enfoque estructural propuesto es
particularmente adecuado, ya que en estos barrios existe una comunidad
habitante con intereses asociativos y capaz de contribuir a
mejorar la seguridad en el espacio público. El
enfoque no aspira a solucionar el problema de la delincuencia (como
tampoco pueden aspirarlo los sistemas policiales y penales), pero si a
mejorar la calidad de vida en los barrios residenciales.
En este artículo se plantea que un buen manejo de la trama
urbana, de las relaciones de visibilidad, de la ubicación y
tipo de mobiliario urbano, del estado de mantención del
espacio público y de otras variables de diseño y
gestión urbana, permite mejorar considerablemente la
percepción de seguridad y promover barrios más
seguros. Los estudios realizados desde esta perspectiva tienen mucho
que ofrecer en el ámbito de la definición de
políticas publicas relacionadas con la seguridad,
así como para los diseñadores y encargados de la
administración y gestión del espacio
público.
Para desarrollar este argumento, el presente artículo se
desarrolla en cinco acápites. Después de este
primer acápite introductorio, en el segundo se presenta el
marco teórico conceptual de la Sintaxis Espacial
–en la que se inserta el argumento central de este
articulo– en referencia a otras perspectivas espaciales que
anteriormente han abordado el tema de la seguridad. En el tercer
acápite se hace una breve revisión de las
acciones que se están promoviendo actualmente a nivel
nacional para abordar este tema. En el cuarto se analiza un caso en
base a dos variables sintácticas consideradas especialmente
relevantes en el tema de la seguridad residencial: la inteligibilidad
de la trama y los campos visuales del espacio público. Por
último en el quinto se presentan algunas conclusiones y una
reflexión final sobre el tema de la seguridad residencial.
La perspectiva espacial
para la seguridad ciudadana
Uno de los primeros textos que aborda el tema de la seguridad ciudadana
desde la perspectiva espacial es el célebre libro
“La Muerte y Vida de las Grandes Ciudades” donde
Jacobs (4) critica los espacios monofuncionales postulados por el
urbanismo moderno y, en cambio, promueve una vuelta a la ciudad mixta y
densa. El trabajo de Jacobs en defensa de la calle tradicional, la idea
de la calle con personas interactuando, parece haber seducido a quienes
han abordado el tema de la seguridad, y particularmente de la seguridad
en espacios residenciales. Sin ir más lejos, una de las
principales recomendaciones del manual “Espacios Urbanos
Seguros” del MINVU es precisamente volver a repoblar los
espacios, de formas de poner más ojos en la calle.
Sin embargo, los pocos estudios que han intentado abordar la
dimensión espacial de los delitos, precisamente invocando
los postulados de Jacobs, se sustentan en ideologías del
tipo “espacio defendible” o
“territorialidad” (5). Ellos en general carecen o
no se basan en datos precisos de los delitos ocurridos, no buscan los
aspectos espaciales específicos de los delitos, ni la
estructura urbana de los sectores aquejados especialmente por ellos. De
esta forma, más que avanzar en el conocimiento –y
por ende en las políticas– se tiende a proponer
acciones físicas correctivas de relativa simpleza: poner un
cerco de protección, proveer mayor iluminación,
establecer una garita de control. De acuerdo a Hillier y Shu (6) ello
se debe en parte a la falta de registro de datos precisos (las
denuncias tienden a consignar la ubicación del delito en
términos muy globales, por ejemplo en general no se incluye
la ubicación precisa del asalto sino el tramo de calle), a
la carencia de referentes teóricos que orienten la
búsqueda y a métodos de análisis que
la hagan posible.
Este artículo se basa en un marco analítico y
metodológico, novedoso y poco conocido en Chile, la Sintaxis
Espacial (7), que tiene mucho que ofrecer en la temática de
la seguridad ciudadana, y más precisamente en la
vulnerabilidad al delito de ciertos espacios urbanos. la Sintaxis
Espacial es un programa de investigación
científica que estudia el rol de la configuración
espacial como variable independiente en sistemas sociales. Por
configuración se entiende un conjunto de relaciones
interdependientes donde cada una de ellas se determina a
través de su relación con todas las otras. En
este sentido se podría decir que el enfoque configuracional
es un enfoque relacional que privilegia lo global por sobre lo local.
En el análisis sintáctico se parte de la premisa
que el espacio, la configuración espacial, es importante y
afecta el tipo de vida que se va a dar en un lugar. No se trata de un
enfoque determinista –no plantea que ciertas configuraciones
espaciales producirían cierto tipo de
comportamiento– sino probabilístico.
Específicamente se postula que la configuración
espacial provee un campo potencial de encuentro y co-presencia, donde
se puede llegar a dar una acción social; más
allá es efecto de la cultura.
El grupo de investigadores de la sintaxis espacial ha desarrollado una
serie de métodos rigurosos que permiten describir y analizar
configuraciones espaciales, tanto a nivel de edificios como de espacio
urbano, las que luego relacionan con variables sociales. Sus
preocupaciones pretenden responder preguntas del tipo: ¿de
qué naturaleza es la relación entre la
organización social y la configuración espacial?
¿cuál es el rol de la configuración
espacial en el movimiento, co-presencia y fenómenos sociales
de orden mayor? ¿cómo pueden medirse
objetivamente las propiedades configuracionales de los sistemas
espaciales?
Los estudios realizados a través de esta
metodología han abordado temas tan diferentes como la
producción del conocimiento, el análisis de
ruinas arqueológicas, de campus universitarios, el
desarrollo de actividades comerciales, hasta la vulnerabilidad al
crimen (8). A nivel nacional, entre 1995 y 1998, en un proyecto de
investigación conjunta entre la Pontificia Universidad
Católica de Chile (PUC) y University College London (UCL)
financiado por la Unión Europea, se utilizó el
marco teórico y metodológico de la sintaxis
espacial para estudiar las implicancias espaciales en la
consolidación residencial en la periferia de Santiago (9). A
pesar que el objetivo de ese estudio no era la seguridad residencial,
el tema se trató lateralmente ya que atañe a la
consolidación de comunidad, una de las dimensiones de la
consolidación residencial.
Uno de los instrumentos principales que propone la Sintaxis Espacial
como metodología de representación y
modelación del espacio urbano, y que se utiliza en el
análisis configuracional que se presenta en este
artículo, es el “mapa axial”. En
éste se representan todos los espacios públicos y
calles de la ciudad como una red de trazados axiales. La idea es cubrir
la totalidad de la trama con el mínimo de líneas
rectas, lo más largas posibles (10). Esta red se analiza
computacionalmente, considerando cada línea como un nodo de
un grafo y calculando la complejidad de viajar desde cada
línea al resto del sistema, generando valores de
accesibilidad denominados de “integración
global”. Lo importante de esta medida es que si bien es de
tipo local, ya que está ubicada en un tramo preciso del
sistema (por ejemplo un segmento de la Alameda), hace referencia a su
relación con el sistema total (en el caso de Santiago, a su
relación configuracional con más de 32 mil
líneas axiales). Es decir, en la medición de
cualquiera
de los tramos del sistema están involucradas las relaciones
axiales de todos los otros tramos de la red. Aparte de la medida de
integración global, existe una serie de otras medidas
sintácticas que se calculan de forma similar; por ejemplo,
para la medición de “integración
local” se modela el mapa axial considerando solamente un
radio de tres ejes desde cada línea del sistema, y para la
medición de “conectividad” se consideran
sólo las líneas que se conectan directamente (11).
La principal importancia de estas medidas configuracionales reside en
el estrecho vínculo que han mostrado tener con el movimiento
peatonal y vehicular sin referencia a otros factores, tales como uso de
suelo o densidad poblacional. Numerosos estudios en diversos sistemas
urbanos han demostrado que a mayor integración tiende a
haber mayor flujo de movimiento (12). En el caso de Santiago, por
ejemplo, se encontró correlaciones altamente significativas
entre las medidas sintácticas y los flujos vehiculares y
peatonales medidos en terreno (13). Esto es especialmente sorprendente
si se considera que las 498 observaciones de movimiento realizadas
incluyeron puntos muy diversos de la ciudad, desde pequeños
pasajes interiores en conjuntos de vivienda social, hasta calles con
importancia a nivel metropolitano, como Américo Vespucio, y
más aún si se recuerda que el modelo
sintáctico sólo considera la
configuración espacial.
La configuración misma de la malla tiene impacto sobre la
distribución de tasas de movimiento, porque las calles "por
las que se pasa" en el transcurso de cualquier viaje
tenderán a ser aquellas que proveen las rutas más
directas a través de la red. A su vez, los patrones de
movimiento tienen una influencia vital en generar co-presencia entre la
gente y en consecuencia, en estimular el intercambio social.
Así se postula que la estructura del espacio, y no los
atractores o usos del suelo, potencia el encuentro. En efecto, los
espacios integrados atraen usos de suelo sensibles al flujo, como por
ejemplo el comercio, lo que a su vez atrae más movimiento.
Se describe, por tanto, un proceso genérico por el cual la
configuración espacial, a través de su efecto en
el movimiento de la gente en una ciudad, primero condiciona y luego es
condicionado por los patrones de uso de suelo, y la
distribución de actividades.
Directamente relacionado con los flujos de movimiento y con los
patrones de uso del espacio público, surge uno de los
conceptos desarrollados por Hillier (14) atingente al tema de la
seguridad residencial: la “comunidad virtual”. Por
comunidad virtual se entiende esa sensación de seguridad y
pertenencia, donde se está consciente de la presencia de los
otros habitantes del barrio y de la ciudad, que puede ser propia del
espacio público urbano. Es “virtual”
porque todavía no se ha manifestado como comunidad, ya que
la co-presencia no implica comunidad, pero es el primer ingrediente
para su formación. Desde este punto de vista, la comunidad
virtual se entiende como el campo potencial de encuentro y co-presencia
producto de la configuración espacial.
Por su parte Luhmann (15) agrega que para que una comunidad, entendida
como sistema de interacciones que enfatiza la auto
organización, surja y se desarrolle en el espacio publico es
necesario primero que exista en el espacio. Como lo señalan
Sepúlveda et al (16) en este tipo de sistemas, el espacio no
constituye sólo el entorno, sino que también
“el territorio donde realizan su dinámica,
constituyendo un referente básico y constante. Este concepto
denominado “lugarización” dice
referencia con un proceso de asignación de sentido que surge
en base a una experiencia socialmente compartida. El espacio pasa a
convertirse en lugar pues es observado y delimitado, adquiriendo
dimensión social.” El espacio, por tanto, no
está constituido por su sola forma, sino que emerge al ser
reconocido, diferenciado y apropiado en un contexto comunicacional.
Al respecto Hillier señala que la generación de
una comunidad virtual es uno de los aportes más importantes
que hace la arquitectura –como disciplina preocupada del
diseño del espacio– al bienestar social. De hecho
a través del manejo de las variables configuracionales se
tendría la posibilidad de potenciar el encuentro e integrar
a múltiples y variadas personas. En este enfoque se
considera el espacio público urbano y a la comunidad virtual
como las bases de la vida urbana por su capacidad de congregar las
más diversas categorías de personas, e incluso de
la democracia, pues no se requiere ningún tipo de
adscripción para ser miembro de ella. Se es miembro de la
comunidad virtual en virtud de la sola presencia en un espacio. En una
línea congruente con lo planteado por la Sintaxis
Espacial Sepúlveda et al (17), recalcan la
estrecha vinculación entre el espacio público y
privado, así como en la necesidad de adoptar una perspectiva
sistémica al tema de la seguridad. Al respecto
sostienen que “la seguridad
no queda garantizada por la clausura absoluta del hábitat al
medio externo, puesto que en los hechos no pueden negarse las
conexiones con el resto de la ciudad. Impedir el acceso a desconocidos
a los espacios semi-públicos no es la solución,
siendo más lógico, explorar las relaciones
socioespaciales necesarias para que sea la comunidad misma quien
controle a los forasteros al interior de la trama” .
Este enfoque es, en muchos sentidos, contradictorio con el enfoque
tradicional que aborda la vulnerabilidad del espacio residencial y que
ha permeado el diseño de conjuntos habitacionales desde los
años sesenta: la teoría del “espacio
defendible”, planteada por Newman (18) y más tarde
continuada por Coleman (19) y muchos otros. Al igual que Hillier,
Newman fundamenta su modelo en el control del espacio
público, pero mientras el primero privilegia el encuentro y
la co-presencia, el flujo, como la forma de construir una comunidad
sana, Newman desarrolla la teoría de la territorialidad y
promueve la construcción de espacios defendibles.
A partir del análisis de conjuntos residenciales en altura,
Newman postula que las causas del surgimiento de conductas antisociales
son tres: el anonimato, debido al tamaño de los conjuntos;
la falta de vigilancia, que antes se daba naturalmente desde el
interior de los edificios; y la inexistencia de rutas alternativas por
tramas tipo laberinto. Sus postulados promueven conjuntos
habitacionales con una graduación tipológica de
espacios: desde el espacio público, al
semi-público, al semi-privado, hasta el espacio privado.
Desgraciadamente, la aplicación de este esquema de
organización, casi inevitablemente da origen a sistemas
repetitivos de espacios cerrados organizados
jerárquicamente. Así, las tramas
diseñadas de acuerdo a los planteamientos de Newman ponen su
acento en la defensa del espacio y en el control del forastero, pero de
hecho buscan minimizar la presencia de transeúntes en las
cercanías de las viviendas. La idea de fondo parece ser que
los transeúntes desconocidos son potencialmente peligrosos,
ya que entre ellos puede haber un delincuente.
El punto de vista de la Sintaxis Espacial es inverso; se postula que la
presencia natural de personas es la mejor forma de controlar el espacio
público. La investigación realizada por Simon Shu
quien analizó sintácticamente las configuraciones
de barrios residenciales en distintas ciudades de Inglaterra,
encontró que los puntos que presentaban una mayor tasa de
crímenes correspondían justamente con sectores
diseñados territorialmente, contradiciendo las propuestas de
Newman. Shu afirma que los delitos tienen una menor presencia en
sectores más integrados de la ciudad, donde los flujos de
personas y vehículos son mayores. Inversamente, la mayor
presencia de delitos se da en hogares desprovistos del flujo
anónimo de personas (20).
Así mientras ambos enfoque, el territorial y el
sintáctico, fundamentan su modelo en el control del espacio
público, Hillier privilegia el encuentro, la
co-presencialidad y el flujo de personas, mientras que Newman promueve
la construcción de espacios defendibles. Hillier postula que
en la medida que disminuye el flujo de personas (incluyendo
transeúntes), se pierde el control natural y se hace
más peligroso el momento en que aparece un criminal
potencial. Si bien se reconoce que las personas se portan
más “territorialmente” en lugares
segregados y que en ese tipo de lugares es más probable que
se cuestione la presencia de un desconocido, esta actitud se asocia con
sentirse inseguro. Al contrario, se plantea que la presencia natural de
transeúntes desconocidos aumenta la sensación de
seguridad.
Aunque los postulados del espacio defendible han tenido y siguen
teniendo una enorme influencia en la construcción
de conjuntos residenciales en EE.UU., Europa e incluso en
nuestro continente, el resultado no ha sido, en la mayoría
de los casos, un aumento en la
percepción de seguridad de los residentes de estos conjuntos
sino mas bien al contrario. En efecto, la relativa hermeticidad de sus
conjuntos tiene como consecuencia que muchos de sus espacios interiores
estén vacíos, al contrario de lo que ocurra con
el sistema de calle tradicional (manzanas con lotes hacia las calles),
que tienden a ser ocupados por gente en forma mas continua (los
transeúntes). Más aun, el escaso flujo de
personas transitando por las calles suele no sustentar la existencia de
comercio local, un aspecto importante en lo referido a la
sensación de seguridad (21).
Por último, en esta breve presentación del marco
teórico y conceptual de la Sintaxis Espacial se desea
adelantar que a pesar que el estudio de los asentamientos
periféricos en Santiago realizado por la PUC-UCL no estaba
abocado a la seguridad residencial, sino al tema más global
de la consolidación, se encontraron claros indicios que
corroboran lo planteado. Por ejemplo, se encontró que los
asentamientos con baja consolidación comunitaria
tendían a tener también un uso diferenciado del
espacio público entre hombres y mujeres, y entre adultos y
niños, expresando así indicios de comunidades
disociadas por segmentos. Pero quizás lo más
importante fue que se encontró que los factores espaciales y
de localización, especialmente la malla del asentamiento y
su relación con el contexto urbano, juegan un rol principal
en el desarrollo de los asentamientos y en los diferentes grados de
consolidación alcanzados (22). Esto afecta la
consolidación de la vivienda, del barrio y de la comunidad,
siendo la seguridad y baja
criminalidad uno de los aspectos constituyentes de la
consolidación residencial.
Seguridad urbana a nivel
nacional
A nivel nacional la seguridad ciudadana, y principalmente le seguridad
residencial, es uno de los temas principales de la agenda
pública. En buena parte alimentado por la prensa (23) que ha
difundido con vehemencia delitos violentos perpetrados en los barrios
residenciales de las grandes ciudades; lo cierto es que el tema
preocupa, y mucho, a la ciudadanía.
A nivel gubernamental, son dos las agencias que han dedicado mas
esfuerzo al estudio del tema. Por un lado el Ministerio del Interior,
que a través de la Secretaria de Seguridad Publica ha
realizado una serie de investigaciones relacionadas a la
prevención e identificación del delito,
así como a sus causas y actores. Aun cuando exhaustivas,
estas investigaciones tienden a centrarse en la variables sociales que
explicarían la inclinación a tomar parte en
labores delictuales, y prestan poca atención al tema
espacial.
Por otro lado, y con una perspectiva casi opuesta, el Ministerio de
Vivienda y Urbanismo (MINVU), aborda el tema de la seguridad ciudadana
desde la perspectiva del grupo CPTED (Crime Prevention Through
Environmental Design), una de las iniciativas actualmente vigentes que
vincula el problema de seguridad ciudadana con el espacio
público y el medioambiente (24). Uno de los
documentos centrales de la labor del MINVU en este tema es el extenso
documento “Espacios Urbanos Seguros” perteneciente
a la serie Manuales Técnicos del Ministerio (25). En
él se declara que ”existe consenso general en que
si el espacio urbano y sus características ambientales son
planificados, diseñados y manejados apropiadamente, ciertos
tipos de delitos y la percepción de temor pueden ser
reducidos, elevando la calidad de vida de la comunidad (26).
En un intento por caracterizar las variables que hacen que un espacio
pueda ser percibido como más o menos seguro, el manual del
MINVU hace hincapié en tres variables. La primera se refiere
al “empoderamiento”, manifestado a
través de acciones organizadas de los vecinos para
resguardar y cuidar los espacios públicos. La segunda tiene
relación con lo que se podría denominar
higienización y territorialización del espacio
público. Se postula, por un lado que los espacios
públicos debieran estar adecuadamente iluminados y limpios,
de forma que den la idea de estar siendo cuidados por los habitantes
del sector. Por otro, se incentiva la vigilancia de ellos por terceros,
tales como comerciantes o transeúntes. Al parecer
fuertemente influenciados por la teoría del espacio
defendible antes mencionada, se aboca por la existencia de un control
natural de los accesos a los espacios residenciales, así
como por el diseño de conjuntos habitacionales de menor
escala. Unido a lo anterior pero con un distinto tenor,
se postula que debiera existir una vigilancia natural del espacio
exterior desde el interior de las viviendas, de forma de colocar
“ojos en la calle” y así desalentar el
delito. Finalmente, y de una forma relativamente
ambigua, se sostiene que el trazado urbano puede mejora o empeorar la
percepción de seguridad (27).
Si bien las recomendaciones del MINVU están encaminadas
hacia el diseño de un espacio público
más amable, no se alcanza a fundamentar
teóricamente y, quizás más grave, no
entregan lineamentos generales que permitan la construcción
de un espacio urbano complejo y coherente. De hecho, el manual ofrece
recomendaciones de una forma casuística, a modo de un
conjunto de buenas prácticas (y una
ejemplificación de aquellas consideradas como
¨malas¨) sin que se explicite como
interactúan los diferentes aspectos descritos. Tampoco
está claro como algunas de las recomendaciones se inscriben
dentro de un sistema urbano más general; como por ejemplo,
la recomendación de promover espacios urbanos poblados por
personas.
Análisis de un
caso en Santiago
El marco conceptual y metodológico de la Sintaxis
Espacial ofrece una perspectiva que puede complementar y ayudar a
resolver los vacíos detectados en las prácticas y
recomendaciones vigentes. Son dos los conceptos que ofrece la Sintaxis
Espacial y que parecen especialmente atingentes al tema de la seguridad
en el espacio urbano, ambos se refieren a como los habitantes entienden
la ciudad y como perciben el espacio urbano: la legibilidad de la trama
urbana y los campos visuales del espacio público.
Para plantear la relevancia de estos dos conceptos y a modo de ejemplo
se toma un caso de estudio; la comuna de Quilicura. Esta fue
seleccionada considerando que tenía la ventaja de estar
prácticamente aislada del resto de la ciudad por barreras
naturales (detrás del cerro de Renca) y artificiales (dos
carreteras), por lo que se hace legítimo tratarla como un
sistema independiente. Además, se trata de una de las
áreas urbanas de más rápido
crecimiento del país, con abundante producción de
conjuntos de vivienda social, ofreciendo por ende una importante
variación tipológica en cuanto a agrupaciones
edilicias y a la inserción de los conjuntos en la malla
existente.
La legibilidad de la trama
Recordando los escritos precursores de Jacobs (28), ampliamente citados
y aceptados, donde aboga por la calle tradicional con un flujo
abundante y variado de personas y vehículos. Entonces, la
primera pregunta parece ser ¿porqué se transita
por las calles? ¿qué hace que sus habitantes se
muevan a través de ellas? La respuesta obvia es
porque van o vienen de algún lugar y deben pasar por
ellas. Pero ¿es posible que una trama urbana
facilite o dificulte, potencie o inhiba, los flujos de movimiento?
Intentando dar respuesta a esas preguntas, Hillier (29) sostiene que
una propiedad intrínseca de los sistemas urbanos es que
tienden a definir una estructura general que garantiza que las personas
accedan a información no local del sistema. A esta
característica Hillier la denomina inteligibilidad, ya que
describe la capacidad del sistema de ser entendido por sus habitantes.
Ello implica que el propio sistema debe entregar información
para que sus habitantes sean capaces de inferir la estructura general
del sistema desde su ubicación y definir rutas alternativas
para ir o llegar hacia otros espacios del sistema. Al contrario, cuando
esto no sucede, cuando no es posible entender el sistema urbano
más allá de donde se está ubicado, se
trata de un sistema ininteligible. Los sistemas ininteligibles generan
espacios o sectores a los que es difícil acceder, y en los
que aquellos que no son residentes generalmente no entran sino
más bien rodean. Peor aún, en los
sistemas ininteligibles muchas veces los mismos residentes se mueven en
él en forma inorgánica, siguiendo patrones
diferentes según segmentos etáreos y/o de
género (niños, jóvenes, mujeres,
hombres). Así se genera un espacio urbano
prácticamente opuesto a lo descrito por Jacobs en su
celebración de la calle urbana.
Lo anterior puede traer consecuencias indeseadas. Son varios los
estudios sintácticos que han mostrado que una serie de usos
de suelo, tales como el comercio y servicios (especialmente los de
menor escala) son dependientes de los flujos de movimientos (30). Al
estar este movimiento truncado y limitarse solo a los residentes y no a
los transeúntes (que son los habitantes de otros sectores
del sistema), las posibilidades de intercambio social disminuyen. La
primera y más evidente es la actividad económica,
afectando la posibilidad de que un pequeño comercio o
servicio atraiga nuevos clientes, pero menos evidente y probablemente a
largo plazo más grave, también disminuye la
posibilidad del contacto entre habitantes de distintos sectores,
generándose enclaves de habitantes con poco contacto entre
si.
Un estudio comprehensivo que incluyó el análisis
sintáctico de 17 asentamientos de la periferia de
Santiago construidos en la segunda mitad de los ochenta (31),
demostró que el proceso de
“consolidación”, es decir de
mejoramiento material de la vivienda, tenía un fuerte
componente espacial. Especialmente los conjuntos habitacionales que
conformaban la “nueva periferia pobre” expuestos al
pasar de los habitantes de la ciudad, se beneficiaban de las
economías del movimiento construyendo pequeños
locales comerciales o de servicio de menor escala en sus terrenos.
Aparte del incremento económico que esto podía
traer a la economía familiar, a su vez se generaba mayor
presencia de personas en la calle, mayor intercambio social,
acrecentando la sensación de comunidad y arraigo al barrio.
¿Ahora bien, como se puede
“medir” el grado de inteligibilidad de
una ciudad?, ¿y como se puede mejorarla?
Para la Sintaxis Espacial la inteligibilidad es una variable que surge
de la asociación entre dos medidas configuracionales:
conectividad e integración. Así, si una calle es
conectada (es intersectada por otras calles) y a su vez es
integrada (es cercana, en términos topológicos, a
las restantes calles del sistema) será una calle inteligible
(32). Una forma de medir la inteligibilidad de un sistema es a
través de una regresión simple entre estas dos
variables sintácticas: integración (que informa
de la relación con la malla global) y conectividad (que
informa de su inserción en la malla local). En la medida que
la información entregada por las partes del sistema a nivel
local y a nivel global se relacionen, el sistema será
más inteligible; al contrario, en la medida que los espacio
bien insertos localmente no entreguen información acerca del
sistema global, este será más ininteligible.
Con el objetivo de analizar su configuración espacial, se
realizó un análisis sintáctico de la
comuna de Quilicura tomada como sistema independiente de Santiago. La
regresión entre conectividad e integración global
dejó ver que la inteligibilidad del sistema es baja
(r2=0,40). Ello indica que es relativamente difícil obtener
información “no local” del total de la
comuna si uno se encuentra en una calle de importancia barrial. Parece
por lo tanto que el sistema como tal es relativamente ininteligible,
cuestión confirmada si se observa el plano axial de
integración global.
En la figura 1 se presenta el plano de calles de la comuna de
Quilicura. A primera vista se puede observar que la trama urbana,
presionada probablemente por un crecimiento acelerado a
través de diferentes conjuntos habitacionales, ha terminado
formando una densa estructura de calles con muy poca continuidad,
caracterizada por una suerte de patchwork o suma de partes inconexas
entre si.
La figura 2 presenta los valores de integración global
expresados a través de una gama de grises; las
líneas mas integradas son aquellas mas negras, mientras las
mas segregadas son las grises más claras (33). El modelo
axial muestra que mientras la integración global parece
estar centrada en el área central superior de la comuna, el
intrincado sistema de tramas genera en la práctica una
mayoría de calles relativamente segregadas (colores mas
oscuros), y que incluso existan ciertos bolsones de alta
segregación insertos en áreas centrales y
periféricas (ver los círculos destacados en la
figura 2)
Como una forma de demostrar el tipo de acción posible de
tomar para mejorar la estructura de la trama, se modificó la
trama en cuatro puntos mejorando la continuidad y por ende buscando
integrar los bolsones relativamente aislados. Tal como se aprecia en la
figura 3 (donde también se destacan las calles
intervenidas) el sistema en general aparece como
más integrado. En efecto, el promedio de
integración del sistema se incrementa en un 5% y la
inteligibilidad sube a r2=0,42, todavía relativamente baja,
pero superior a la situación previa (34).
Los campos visuales en el
espacio público
Por otra parte, la literatura y el sentido común sugieren
que los aspectos visuales son importantes en la percepción
de seguridad. De hecho, una de las recomendaciones del manual de
Espacios Públicos Seguros del MINVU es que el
diseño de conjuntos residenciales debe favorecer que el
espacio publico sea naturalmente “vigilado” por
quienes habitan las casas. Para ello, se sugiere fomentar las ventanas
orientadas tanto a plazas como a calles o pasajes, de forma tal de
permitir la situación ejemplificada en la figura 4, que
muestra un corte hipotético de una vivienda donde un hombre
al interior de la vivienda observa a una persona que transita por la
calle. Se espera con ello desalentar el delito, toda vez que el espacio
estaría siendo controlado en forma permanente por los
habitantes.
Aunque lo propuesto por el MINVU es apropiado, no es suficiente, ya que
para los habitantes del espacio urbano más importante que
“ser visto” en tanto ayuda potencial, es
“cuanto ven”. Un estudio reciente destinado a
cuantificar las variables que inciden en la percepción de
seguridad ciudadana (35) inicialmente identificó dos grandes
variables para la sensación de (in)seguridad:
“cuanto veo” y “cuanto me ven”.
Sin embargo, a través de un ejercicio de preferencias
declaradas y de modelos de elección discreta se
encontró que la percepción de (in)seguridad
está más determinada por la amplitud del campo
visual propio que por ser visto por otras personas. En otras palabras,
parece ser que es más importante ver las potenciales
amenazas que pudiesen existir en el camino, que ser visto por
potenciales vecinos al interior de las casas.
En este sentido, la representación del campo visual sugerida
por el MINVU no alcanza a recoger la parte más significativa
del tema. La figura 4 representa la visión en corte pero no
da cuenta del campo visual horizontal (ni del observado ni del
observante): cuanta superficie de territorio se observa.
Aunque el término de isovista es de autoría del
geógrafo norteamericano C.R.Tandy (36), su
aplicación arquitectónica es normalmente
atribuida al influyente trabajo de los norteamericanos James Gibson
(37) y Michael Benedikt (38). Este último propone que el
campo visual de una persona puede representarse bidimensionalmente a
través de una isovista, la que entrega una
información valiosa en cuanto a como las personas
efectivamente perciben el espacio alrededor. Por ejemplo, en base a
esta herramienta las figuras 5a y 5b
muestran como la existencia de una pared en el medio de un espacio
abierto puede cambiar radicalmente la información visual que
un observador puede acceder al aproximarse este espacio. Efectos
similares pueden producirse cuando existen pequeñas
discontinuidades en la trama de calles que, si bien pueden ser
menospreciadas en términos de distancia, tienen enorme
implicancia en cuanto a los campos visuales que ofrecen. Mientras en la
primera situación se “ve hacia donde se
va”, en la segunda se tiene una escasa idea de lo
que sucederá mas adelante.
Si bien ambas representaciones de la visión, la del MINVU y
la de Benedikt, reflejan en parte cuanto se puede ver, ambas omiten
algo: la visión de corte no recoge lo que se
percibe alrededor, mientras la de planta no da cuenta de lo
percibido en la dimensión vertical (hacia arriba). Dado que
las personas se mueven en planos horizontales, en definitiva, es
más relevante, al menos en lo que a seguridad residencial se
refiere, examinar la percepción visual en planta, pues es
esta perspectiva la que muestra si existen potenciales situaciones
peligrosas en el camino (39).
Benedikt sugería que las personas usan
implícitamente la metodología de la isovista al
moverse en el medio construido, ya sea en el espacio interior de un
edificio o en el espacio exterior de la ciudad. Uno de sus ejemplos es
como un guardia de museo, cuya tarea es cuidar un conjunto de cuadros
valiosos colgados de las paredes, define un circuito espacial que le
permite maximizar el control visual de los cuadros a su cargo. Lo mismo
sucede en la vida cotidiana cuando por ejemplo una persona espera a
otra en un lugar de la ciudad y se ubica en un lugar visualmente
estratégico que le permite ver la llegada del que llega y
ser visto por el observado.
La Sintaxis Espacial también usa la teoría de las
isovistas para el análisis del espacio. El software Dephmap
(40) desarrollado por Alasdair Turner y Alan Penn (41), de University
College London, permite medir el grado de intervisibilidad entre los
distintos sectores que componen un sistema espacial. Conocida como
Visibility Graph Análisis o VGA, la técnica es
relativamente simple de describir, pues se trata de colocar una
retícula ortogonal (cuya densidad es a discreción
del usuario) sobre el espacio a analizar, y luego de evaluar cuantas de
estas celdas tienen una conexión visual directa entre ellas
(es decir, que una línea trazada entre dos de ellas no se
cruce con un elemento opaco, como una pared).
Para sustentar el argumento de este artículo en un caso
cercano, se presenta aquí un breve estudio sobre las
variables visuales de un sector considerado peligroso de la comuna de
Quilicura: aquí se le denominará Villa X.
Villa X es uno de los tantos conjuntos sociales de la comuna de
Quilicura construidos en la década pasada. Inaugurada a
inicios de los años 90 con 1680 viviendas sobre un
paño de 14 Hà. Las viviendas fueron construidas
con una tipología de edificios utilizada ampliamente en el
país, el llamado bloque tijera, donde se forman pares de
edificios de tres pisos unidos por un par de escaleras entre ellos que
proveen el acceso a todos los departamentos (ver figura 6). Mas
aún, los espacios públicos mayores tipo plazas
están todos ubicados en el interior del conjunto sin
contacto directo con las calles, es decir lejos de los flujos de
movimiento naturales. Además dado que los accesos a las
viviendas están concentrados en el espacio entre los pares
de bloques, una parte importante del espacio público,
incluyendo los espacios mayores tipos plazas, no van a contar con el
control natural que proveen los accesos de los habitantes.
Más allá de estas observaciones de primer orden
se hizo un análisis de los campos visuales aplicando el
software Depthmap (42), utilizando una celda de tamaño
aproximado de 3 metros. Hay cuatro dimensiones de análisis
visual que son fundamentales en este tipo de análisis: (i)
conectividad, que mide el área susceptible de ser vista, o
tamaño de la isovista, desde cada uno de las celdas del
sistema a analizar; (ii) Integración, que mide la
profundidad relativa (topológica) de cada celda en el
sistema; (iii) coeficiente de clustering, que mide cuan similares son,
en términos visuales las celdas que rodean a cada una de las
celdas del sistema (43); y (iv) control, que muestra el control, que
ejercen las celdas sobre el resto de las celdas del sistema.
En este artículo se presentan los resultados de las primeras
dos dimensiones de análisis visual aplicadas a la Villa X:
conectividad e integración. Dado el proceso de crecimiento
que han experimentado las viviendas desde que se terminaron de
construir, es posible hacer un análisis de los campos
visuales potenciales antes y después de las intervenciones
de los habitantes. Con ello se demuestra el método, capaz de
cuantificar las variaciones que experimentan las condiciones espaciales
del espacio, y el caso, que se va segregando espacial y visualmente con
el tiempo.
La figura 7 muestra la integración visual del
conjunto X tal como fue construido en 1992 y como se encuentra
actualmente usando una escala de representación
monocromática, donde los grises más
oscuros representan los espacios más integrados y los
claros, los más segregados. Un examen rápido de
la primera figura muestra que los valores mas altos de
integración se concentran en la red interior de calles,
específicamente en las esquinas, mientras los patios
interiores aparecen relativamente segregados.
Al comparar el análisis anterior con el de la Villa X al
día de hoy (Figura 8) se puede observar que el espacio ha
cambiado significativamente desde que fue construido, y que la serie de
construcciones adosadas a los edificios, ampliando las viviendas han
afectado significativamente los campos visuales del espacio
público. Lo que en su origen eran espacios de encuentro se
han ido transformando en pasajes de escaso campo visual. Los resultados
revelan que el crecimiento de las construcciones ha disminuido la
integración visual del conjunto en general y de los patios
interiores en particular, formando una serie de situaciones visuales de
alta segregación. En términos
numéricos, esta disminución ha significado una
caída del 16% en la integración visual media del
conjunto. Más aun, la conectividad media de cada celda, se
ha reducido significativamente pasando a representar solo el
68% de la conectividad media del proyecto original.
Desde el punto de vista de la experiencia de transitar por la Villa X,
estos cambios significan que se han reducido los campos visuales que se
ofrecen al transitar por la Villa, y que cada uno de los espacios
está más aislado visualmente. El sistema es, en
síntesis, menos predecible, más misterioso y
probablemente se percibe como menos seguro.
Alcances Finales
Entender el espacio público como el soporte
físico material para el desarrollo de una comunidad sana,
activa e integrada a su sociedad es el primer paso para poder abordar
problemas complejos como la pobreza o la seguridad ciudadana. Tal como
ya desde hace años se considera que las carencias
habitacionales afectan la capacidad de desarrollo de un hogar, las
carencias de un barrio afectan la capacidad de desarrollarse de la
comunidad que en el reside, fundamentalmente en lo que se refiere a su
capacidad de interacción (social y económica) con
el mundo exterior.
Por otro lado las implicancias prácticas la Sintaxis
Espacial son múltiples. Por un lado, permite evaluar, en
forma objetiva, aspectos del espacio físico que pueden
influir en los fenómenos sociales que ahí se
desarrollan, y más precisamente, en posibilitar que
éste sea eficientemente leído por las personas.
En otras palabras, al evaluar un sistema de calles en forma
configuracional, se posibilita el acceso a información que
intuitivamente puede parecer obvia, pero que al mismo tiempo es
difícil de verbalizar, y sobretodo de evaluar. Ejemplo de
esto es el hecho que los análisis de integración
recurrentemente capturan las vías principales de
un sistema de calles (poniendo de manifiesto, de esa forma, su
estructura profunda), o el caso presentado aquí, donde se
mostró que el intrincado sistema de calles de la comuna de
Quilicura generaba un medio relativamente ininteligible.
El análisis sintáctico además permite
identificar y evaluar diferencias espaciales significativas que a veces
son difíciles de percibir. Ejemplo de esto puede ser el tema
de la segregación espacial, donde se tiende a concentrar la
atención en las grandes distancias que separan los barrios
de mayores recursos de los más pobres –que de por
si son significativas– y muchas veces no se perciben que
aspectos menores, como la continuidad de la trama, también
afecta significativamente la posibilidad de que una comunidad se
relacione con el sistema global de su ciudad.
Otro aspecto ventajoso de la metodología la Sintaxis
Espacial es que permite evaluar recursivamente diferentes escenarios
espaciales, de forma de calibrar diferentes alternativas de
intervención en diferentes escalas de la ciudad, logrando
una coordinación entre variables globales (como la
inteligibilidad) con aspectos locales (como la visibilidad).
Un aspecto importante de dejar planteado respecto al método
configuracional se refiere a su aplicación en la cultura
latinoamericana. Estudios anteriores en esta línea proponen
que si bien los flujos de movimiento y los campos visuales son
dimensiones significativas de la seguridad residencial, ellos cumplen
un rol diferente en la ubicación del delito y en la
percepción de (in)seguridad en la cultura
católica latinoamericana que en las culturas protestantes
anglosajonas. En Greene y Greene (45), basándose en los
escritos de Cousiño y Valenzuela (46), se propone que los
anglosajones tienen mayor capacidad de interactuar con un forastero y
asociarse para una meta común, mientras en la cultura
latinoamericana el concepto del forastero es prácticamente
inexistente: se es amigo o enemigo. Esto significa que si bien el flujo
peatonal aumenta la seguridad, el movimiento debe ser por
‘conocidos’, ya que el forastero tiende a ser
percibido con desconfianza. Parece necesario por lo tanto investigar
hasta que punto los postulados de esta perspectiva pueden ser aplicado
a una realidad como la chilena.
En resumen y a modo de conclusión, la discusión y
ejercicios analíticos presentados en este
artículo, reconocen la importancia de las variables
espaciales en la seguridad residencial; especialmente,¬ pero no
exclusivamente, en su efecto en los flujos de movimiento y los campos
visuales. Pero la gran contribución que hacen las variables
espaciales se manifiesta en proveer un territorio capaz de albergar y
reforzar las redes sociales de la comunidad. Sin embargo, a diferencia
del pensamiento territorial, se postula que ellas deben ser reforzadas
a través de una comunidad virtual abierta y en contacto
activo con el resto del sistema urbano. Esto lleva a una estrategia
diferente frente al tema de la seguridad ciudadana; una perspectiva que
supera la idea de que la comunidad debe ser empoderada para que ejerza
un control efectivo del espacio, sino más bien a considerar
a la comunidad como la red de apoyo y red primaria del habitante
urbano. En este sentido, se piensa que es necesario pasar de ver
el rol del espacio en la seguridad como
un problema de vigilancia, y pasar a considerarlo como un agente cuyo
rol primario es promover el desarrollo y la convivencia social entre
sus habitantes.
Agradecimientos
Se desea agradecer a Conicyt por su financiamiento del
proyecto FONDECYT 12020886, cuyos resultados fueron
fundamentales para la realización de este
artículo. Asimismo, se agradece al Departamento de
arquitectura de la Universidad Técnica Federico Santa
María el apoyo para la confección de este
escrito.
Por ultimo, se desea agradecer a Sebastián
Rodríguez, arquitecto de la Municipalidad de
Quilicura, y Claudio Aliaga, geógrafo,
por su ayuda en la recopilación de
información sobre la comuna de Quilicura.
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NOTAS
3 Ver por ejemplo Aguirre i Ferrer et al., 1993
4 Jacobs, 1961
5 Newman, 1972
6 Hillier y Shu,1998
7 Hillier y Hanson, 1984; Hillier 1996
8 Hillier, 1988; Space Syntax, 2001; Hillier y Shu, 1998; Shu, 1999
9 Hillier et al., 2000
10 Hillier y Hanson, 1984
11 Ver Hillier, 1996
12 Peponis, Hadjinikolau E. et al., 1989; Hillier, Penn et al., 1993;
Read and Budiarto 2003; Hillier and Iida 2005
13 La regresión lineal entre fl ujo vehicular y conectividad
es muy fuerte (r2=0,54), mientras la regresión con el
movimiento peatonal
es más débil (r2=0,30) pero sigue siendo
significativa.
14 Hillier, 1996
15 Luhmann, 1998
16 Sepúlveda et al., 1999
17 Sepúlveda et al., 1999
18 Newman, 1972
19 Coleman, 1985
20 Shu, 1999
21 Silano et al., 2006
22 Hillier et al., 2000
23 Jaramillo, 2002
24 El término CPTED fue acuñado a inicios de los
setenta por Jeffrey (1971) quien propuso strategias de
diseño urbano para la reducción de la incidencia
del crimen y el temor en áreas vulnerables espacialmente a
la delincuencia.
25 MINVU, 2003
26 MINVU, 2003, p.12
27 Al respecto, es interesante notar que recientemente el propio
Ministerio del Interior defendió la apertura de calles con
el objeto de “oxigenar” pasajes en una
población del sector sur de Santiago.
28 Jacobs, 1961
29 Hillier, 1996
30 Ver por ejemplo los Proceedings de las seis conferencias
internacionales realizadas sobre Sintaxis Espacial (Space
Syntax): Londres 1997, Brasilia 1999, Atlanta 2001, Londres 2003, Delft
2005 y Estambul 2007. En cada una de ellas se han
presentado ponencias que involucran comparaciones entre flujos de
movimiento y medidas sintácticas.
31 Greene, 2002
32 Sin querer abordar otras temáticas y sólo para
aclarar el concepto, una calle por esencia ininteligible
sería una autopista
urbana, ya que si bien integra sectores lejanos entrega casi nula
información sobre los sectores que atraviesa.
33 La forma tradicional de representación de la variables
configuracionales es a través de mapas de temperatura color,
en
los cuales las líneas mas integradas corresponden a los
colores mas calidos, mientras las mas segregadas a los mas
fríos. Por razones de edición, acá se
decidió emplear una escala de grises.
34 La cantidad de líneas axiales del plano original es de
1623. La Integración Global de estas se movió
entre los rangos 0.21 y 2.28.
(Promedio 1.36, Desviación Estándar 0.237). La
cantidad de líneas axiales del plano modificado con la
extensión de cuatro calles es
también de 1623. La Integración Global de estas
se movió entre los rangos 0.84 y 2.35. (Promedio 1.40,
Desviación Estándar 0.24)
35 Sillano, Greene et al., 2006
36 C.R.Tandy, 1967
37 James Gibson, 1979
38 Michael Benedikt, 1979
39 En el Programa de Magíster en Arquitectura de la Escuela
de Arquitectura, PUC, uno de los tesistas recientemente
desarrolló
un software capaz de construir isovistas tridimensionalmente. Esto fue
realizado para el caso de Valparaíso, donde la tercera
dimensión es especialmente relevante. Ver Culagovsky (2007).
40 Depthmap es de uso gratuito para fines académicos. Las
licencias son administradas por space syntax ltd. www.
spacesyntax.com.
41 Turner y Penn, 1999
42 Turner, 2006
43 Por ejemplo, si se está parado en el medio de un recinto
de 5 x 5m que tiene una puerta que lo comunica con otros recintos, al
moverse levemente de posición no se alterará
mayormente lo que se ve (por lo que las isovistas se
mantendrán relativamente estables). Sin embargo, al
acercarse a la puerta, la velocidad de cambio de información
visual se acelera, pues se verán otros espacios, lo que
signifi ca que las celdas tendrán propiedades visuales
más diferentes entre sí.
44 Para el caso del conjunto analizado, y considerando que la grilla
defi nida para el estudio fue de aproximadamente dos metros, la
Integración visual se movió entre los rangos 3.58
y 9.75 (promedio 6.44, Desviación Estándar 0.99),
en la situación original, y entre los rangos 2.58 y 8.51
(promedio 5.40, Desviación Estándar 0.87) cuando
las ampliaciones del primer piso fueron consideradas.
45 Greene y Greene, 2003
46 Cousiño y Valenzuela, 2000