LAS CIENCIAS DEL AMBIENTE CONSTRUIDO Y LOS ESTUDIOS DEL HÁBITAT Y VIVIENDA. UN NUEVO MARCO PARA FORTALECER LA CONSTRUCCIÓN TRANSDICIPLINAR

Raúl Fernández Wagner

El presente artículo es parte de una ponencia presentada recientemente en una Red,(2) que conformamos quienes venimos trabajando a nivel académico en el campo de la vivienda en el Cono Sur latinoamericano. En el caso de Argentina, a pesar de sufrir casi la mitad de la población penurias habitacionales de distinto grado, la problemática de la vivienda tiene un tratamiento menor en las facultades de arquitectura. Exceptuando la Maestría en Hábitat y Vivienda (de las Universidades de Mar del Plata y Rosario), y las cátedras de las carreras de ciencias sociales, la red está compuesta por cátedras que en su mayoría son electivas. Es decir, que el tema no es considerado relevante, excepto como un tema más de proyecto.
Para quienes opinamos que las carreras de Arquitectura necesitan una profunda transformación, este impedimento en poder abordar un problema complejo es la mejor prueba. Este trabajo entonces tuvo como objetivo demostrar el increíble atraso y malentendido que existe respecto de la problemática habitacional en las facultades de arquitectura, argumentando acerca del modo en que la evolución en los campos del conocimiento, nos ponen frente a una nueva construcción académica que situamos en la transdisciplina.
La propuesta plantea la importancia estratégica de desarrollar nuevas estructuras académicas, dado que estamos convencidos que cambiar las actuales carreras es una lucha perdida, pues en estos años se ha demostrado que es muy difícil que el grado de las carreras de Arquitectura vaya a cambiar. Por el contrario, estas carreras tienden a profundizar su "especificidad".
Contrasentido que implica que en la Universidad pública sustente un sistema de promoción de una profesión históricamente elitista en forma masiva. Hecho que sólo es posible por medio de la prolongación de una enseñanza de bachillerato técnico y un título que otorga un "grado" que, pese a ser una devaluada promoción en la jerarquía social, aún conserva su atractivo.

Palabras claves: Formación profesional – Arquitectura-Enseñanza – Vivienda- ambiente construido.

This paper was presented at a "Red" (2) whose members are working on housing at an academic level in the south part of Latin America. In Argentina, in spite of the fact that almost half its inhabitants have housing problems in different degrees, housing as a topic has a minor representation in the schools of architecture. Except for a Masters in Habitat and Housing (universities of Mar del Plata and Rosario) and lectures in the career of social studies, the "red" is made of lectures which are mainly optional. The topic is therefore considered to have no relevance other than being just developing new academic structures since we are convinced that changing the current career is a lost case, since all these years have proved that it is very difficult to change the degree of the architecture career.
Quite the contrary, these careers tend to deepen their specialisation. This counter sense implies that public universities support a promotion system for a traditionally élite career in a massive way. This fact is only possible through stretching the teaching of a technical bachelor leading to a degree which despite being a devaluated promotion in social hierarchy, is still very attractive.

Key words: Professional formation – architecture – teaching – housing – built environment.

SÍNTESIS

La Universidad, desde principios de siglo en los países desarrollados y desde los años cincuenta en América Latina, ha venido investigando y enseñando sobre temas vinculados a la cuestión de la vivienda. En casi todos los casos lo ha hecho en forma indirecta a través de la formación profesional de Arquitectura e Ingeniería y, en algunos pocos casos, en carreras de las ciencias sociales, el tema ha sido incluido dentro de los estudios del Estado y las políticas sociales.
El tema ha tenido por lo general una consideración marginal. En las carreras universitarias de Arquitectura e Ingeniería, la cuestión ha sido tratada más bien centrándose en el diseño y tecnología de productos. Particularmente en Arquitectura la aproximación ha sido liviana y extremadamente ideológica, donde por lo general ha sido reducido al diseño de "vivienda de interés social", y como tal es tratado como una práctica desvalorizada.
Ahora bien, los profesionales que se formaron de este modo son quienes mayoritariamente deciden en los organismos públicos y las empresas que actúan en el campo habitacional; por ello diariamente comprobamos que la solución del problema aún sigue concibiéndose como un simple problema de construcción de viviendas de bajo costo. Ello es sensato y no estaría mal, si no se supiera que este enfoque es muy limitado y los resultados que se obtienen –con esta concepción– es habitual que generen problemas urbanos y sociales mucho mayores.
Esta presentación tratará de exponer brevemente algunas etapas del abordaje académico del problema, y de demostrar la agonía de la formación profesionalista, la cual, a la luz del desarrollo de los campos transdisciplinares en los últimos años, demuestra su imposibilidad de aportar técnicos capacitados para enfrentar un problema de esta naturaleza.

El análisis sitúa tres momentos históricos:
a) el disciplinar, que corresponde a la etapa profesionalista, que tiene inicios en los años veinte;
b) el interdisciplinar, que corresponde a los abordajes de los años sesenta y setenta; y
c) el transdisciplinar, que es el que entendemos se está consolidando hoy en día.

Es decir, nos encontramos formando parte de un proceso de maduración de las disciplinas del ambiente construido; implica la consolidación paulatina de un conjunto de nuevos saberes específicos sobre lo habitacional urbano, que nos presenta nuevos desafíos para la organización institucional y la enseñanza de grado y de posgrado.

LA ENSEÑANZA EN MATERIA DE VIVIENDA

La enseñanza universitaria ha tenido en este siglo, en nuestros países, una clara división. Por una parte se encuentran las carreras "científicas" (originadas en las distintas ramas de las ciencias básicas) y por lo general orientadas al desarrollo de recursos humanos para el sistema científico y académico. Por otra parte, se encuentran las carreras "profesionales", es decir carreras que otorgan incumbencias habilitantes para ejercer prácticas colegiadas en el mercado de los servicios y la producción.
En esta división, la enseñanza de la temática habitacional y urbana se ha centrado en un desarrollo de tipo profesionalista, que poco ha contribuido para un estudio profundo y abarcante de la problemática socio-urbana y habitacional. Ello ha retrasado –y hasta en muchos casos impedido– el desarrollo de un abordaje científico de este problema complejo, que se inscribe en lo que hoy se podría denominar "ciencias del ambiente construido".
Estas carreras tradicionalmente han formado profesionales para actuar en el sector económico de la construcción, donde la enseñanza indirecta que aludimos ha estado reducida a ejercicios de "diseño de viviendas para sectores de bajos ingresos", lo cual ha constituido un enorme recorte del complejo problema habitacional. En universidades públicas con concurrencias masivas (como tenemos en Argentina), ello ha provocado una suerte de tergiversación colectiva (entre los profesionales) que no supera los términos de un proyecto o la configuración espacial de una vivienda mínima, cuestión bastante lejana de la real complejidad técnica y las implicancias sociales y urbanas del problema.
En términos de especialización de grado, salvo algunas solitarias materias incluidas en las currículas tradicionales –parece increíble–, en este fin de siglo, en las universidades de América Latina, aún prevalece en forma casi excluyente el viejo paradigma profesionalista de enseñanza de lo habitacional. Ello no cambia porque en gran medida está prisionero de la resistencia a la necesaria revisión de fondo de las carreras de Arquitectura.
Lo anacrónico es que hace más de 30 años que existe conocimiento suficiente para superar estos abordajes en el campo de la vivienda, conocimiento que paradójicamente se basa en estudios realizados en lo que se ha denominado "el laboratorio" de la urbanización latinoamericana. Revisemos más detenidamente la historia de esta cuestión.

ORIGEN Y NATURALEZA DEL PROBLEMA DE LA VIVIENDA

La necesidad de refugio, alojamiento y habitación, es inherente a la especie humana, pero históricamente alcanza la categoría de "problema" (socialmente extendido) en una etapa muy avanzada de su desarrollo. Ello ocurre cuando la vivienda, formando parte de un sistema social complejo, se constituye plenamente en un objeto cultural, es decir que es un objeto con valores simbólicos y económicos que trascienden su propia materialidad.
Existe acuerdo en situar la emergencia del problema de la vivienda como tal en el contexto de los procesos sociales y urbanos de la revolución industrial. La asociación de industrialización con urbanización, presenta un nuevo escenario a mediados del siglo XIX, donde la denominada "escasez de vivienda", instala definitivamente el problema. El proceso de penuria habitacional de los nuevos pobladores urbanos alcanza tal magnitud, que –luego de los sucesos de 1848– se teme que ponga en riesgo el (nuevo) orden constituido. Habitar la ciudad implicaba una nueva división del trabajo, y la vivienda –anteriormente autoconstruida de los sectores populares en el contexto rural– pasa a ser producida por especialistas, y por lo tanto la única forma de acceder a ella es mediante la adquisición en el mercado inmobiliario urbano.

Dos cuestiones se vuelven importantes en este nuevo contexto:

a) la mercantilización de la vivienda, y
b) que la vivienda es el acceso a la ciudad, y por lo tanto el acceso al mercado de trabajo urbano.

Esto constituirá una constante hasta nuestros días en el marco del sistema de acumulación capitalista, pero la escala de la problemática de los asentamientos humanos es completamente distinta, pues la población se cuadruplicó desde entonces, y a los problemas demográficos se agregan problemas ambientales y de desarrollo desigual y el dramático aumento de la pobreza.
La existencia de una creciente franja de población que no puede acceder a dicha mercancía, y por lo tanto sufre penuria por habitar condiciones infrahumanas, hacia la segunda mitad del siglo XIX, implicará un profundo debate político sobre la cuestión de la vivienda. Debate que, abonado por liberales, anarquistas y marxistas, coloca en primer lugar "la cuestión social", generando un fuerte cuestionamiento a las soluciones filantrópicas y patronales, que se daban como única e insignificante respuesta al problema, en el contexto de la preocupación higienista en las ciudades europeas.
Este proceso madurará con el fortalecimiento de los Estado-Nación asociado a la constitución de un sistema estatal de "seguros sociales", consolidando una progresiva construcción de los derechos sociales asociados al trabajo (más allá de la propiedad) en casi todos los países. Ello finalmente se consolidará posteriormente a la crisis de los años treinta, donde desembocará en la constitución del Estado social, donde en el sistema de garantías universales que éste tomará a su cargo, el acceso a la vivienda progresivamente estará asegurado.
El compromiso fordista-keynesiano que se concibe como salida a la crisis plantea sostener en equilibrio la relación producción masiva-consumo masivo. Ello consolidará el denominado "Estado social" o sistema de instituciones del "Estado del bienestar" en el período entreguerras, el cual se extenderá hasta fines de los setenta, y en el cual la categoría de"vivienda de interés social"constituirá la cris- talización del derecho a la vivienda –en muchos países casi pleno y en otros incompleto, parcial o solamente enunciativo– para quienes no pueden acceder a esta mercancía en el mercado.

LA DIVISIÓN DEL TRABAJO FORDISTA Y EL TRATAMIENTO ACADÉMICO DE LA CUESTIÓN DE LA VIVIENDA

En los años veinte se sientan las bases de lo que podríamos llamar la "etapa profesionalista" en el tratamiento académico de la cuestión de la vivienda. El trabajo que Alexander Klein (1980) desarrolla para el gobierno de Weimar en Alemania, en ese tiempo, en un contexto de escasez de recursos y de la existencia de una política de construcción estatal agresiva, propone explorar hasta agotar las alternativas espaciales en cuanto a dimensiones y funciones de la "vivienda mínima". Estos trabajos, que él mismo denominó como "el estudio científico de la vivienda", utilizando la misma base que las metodologías tayloristas de la gestión científica del trabajo, descomponen funciones del "habitar" al interior de la vivienda, para reorganizarlas buscando los mínimos movimientos posibles de las funciones domésticas básicas (alimentarse, asearse, cocinar, etc.).
Klein plantea una búsqueda obsesiva de mayor eficiencia funcional del objeto vivienda a partir de la construcción de estándares en el contexto de las nociones de "existen minimun" y de la "máquina de habitar" de la época, lo cual otorgaría mayor productividad a un sistema centralizado y masivo de provisión de viviendas. Esto está estrechamente relacionado con la concepción fordista de la organización de la producción –en proceso de maduración en esos años–, en el cual este era el rol propuesto para las profesiones de Arquitectura e Ingeniería en esta nueva división del trabajo.
Este punto es altamente significativo. El fordismo plantea lograr altos niveles de productividad mediante la gestión científica del trabajo, que dividía un gran problema en fases sucesivas, organizaba cada fase al interior y planificaba las interfaces continuas, todo ello en un sistema donde se organizaba el flujo y provisión de materias primas y productos. La división departamental fue la forma de abordar este problema, que inevitablemente llevaba al aumento de escala. Es decir a grandes sistemas que eran poco flexibles y requerían una cuidadosa planificación. Ello dio por resultado que existiera una división del trabajo muy simple: los que planifican y los que ejecutan. Así se constituyó una elite de técnicos especializados que imponían a quienes "no estaban habilitados para pensar", su orden.
Esto, que luego fue uno de los componentes de la crisis del fordismo, provocó que en todas las actividades se legitimara la existencia de un saber elitista y especializado. Si a ello se le suma que el influjo de la división departamental fue dominante en prácticamente todas las áreas de gestión, se desemboca en lo que fue el paradigma dominante en el fordismo: división sectorial y tecnocracia. La cuestión de la vivienda fue abordada de este modo. La concibieron una elite de arquitectos o ingenieros y su gestión fue llevada a cabo en los "departamentos" de vivienda de un Estado que tuvo el mismo tipo de división sectorial en todas sus estructuras, en esos años.
Este paradigma de abordaje de la cuestión de la vivienda predominaría desde los años veinte hasta los setenta donde, al igual que el paradigma de producción fordista, se agotaría. Pero el fordismo ha sido claramente reemplazado por otro nuevo en el campo de la producción, el denominado proceso de "especialización flexible" (toyotismo). En cambio en el Estado y en las profesiones estos abordajes no han evolucionado del mismo modo.
En realidad han entrado en crisis las profesiones mismas que no comprenden aún cual es su rol en la nueva división del trabajo y los cambios tecnológicos y productivos. En las carreras de Arquitectura aún es común ver a los alumnos manipulando plantas de viviendas para que entren en tal o cual dimensión, o agrupándolas para organizar conjuntos, etc., totalmente convencidos que lo que los profesionales pueden hacer por el problema de la vivienda aún se reduce a técnicos pensando desde "arriba"; a técnicos planteando la provisión de viviendas en "conjuntos habitacionales". Tipología de "ciudad dormitorio" también de cuño fordista que estableciera la división que el CIAM (una elite de técnicos) pensó para las funciones urbanas. La historia del siglo XX ha demostrado el tremendo daño que ello ocasionó en la estructura de nuestras ciudades.

LA REVOLUCIÓN DE LOS SESENTA Y EL ABORDAJE INTERDISCIPLINAR

El fin del paradigma fordista-keynesiano está claramente marcado por los movimientos intelectuales, culturales y sociales de la década de los sesenta. En el campo de la vivienda tienen lugar un conjunto de estudios y propuestas que nacen de la observación del fenómeno de la urbanización popular en ese gran laboratorio que fue la urbanización acelerada de Latinoamérica entre los años cincuenta y setenta.
El aporte decisivo de este tiempo lo constituyen los estudios antropológicos de la pobreza urbana. Al mítico trabajo de Oscar Lewis (1959) sobre hogares pobres en México en 1959, le seguirán los trabajos de Abrams (1964) y Mangin (1967) que avanzan en el conocimiento de las características de lo que se denomino la "urbanización de la pobreza". En este contexto tienen lugar los influyentes trabajos de John Turner (1969, 1972, 1976) sobre vivienda, que toman la mirada antropológica que asocia trayectorias de vida con trayectorias habitacionales urbanas.
El análisis de los procesos de autogestión espontánea de su hábitat (vivienda, barrio, ciudad) aporta a un entendimiento más profundo de los procesos de inclusión urbana, que llevan a comprender la forma en que los pobres construyen ciudad. Este abordaje abre la puerta a la mirada desde otras disciplinas. La geografía profundiza sus estudios sobre la relación entre sociedad y espacio. Luego, la sociología avanzará con un conjunto de análisis donde se destacan definiciones como "actores sociales","movimientos sociales urbanos", etc., que permitirán comprender aún mejor los procesos de construcción de la ciudad. También la economía analizará que los procesos de integración socio-urbana constituyen entradas a la economía urbana de los pobres, y tratando de entender como funcionan estos mecanismos, se acuñará conceptos tales como "economía informal","economía popular urbana","estrategias de sobrevivencia", etc.
El problema de la vivienda se constituirá a partir de entonces en una materia de abordajes interdisciplinarios que romperán definitivamente el tratamiento profesionalista centrado en el objeto técnico o el producto "vivienda". Se advertirá la existencia de una compleja relación, de un "proceso" que trasciende al objeto, que básicamente vinculará sujeto con desarrollo social y económico, proceso de urbanización y espacio de habitación. La ruptura de la visión viviendista, llevará a la incorporación de la noción de hábitat (proveniente de la biología) construyendo una nueva noción de"hábitat urbano". Ello provocará un progresivo abandono de la referencia a "la vivienda" y permitirá avanzar hacia otra noción también más comprensiva, como es el caso de la de "servicios habitacionales", que incorpora componentes de lo urbano (servicios de infraestructura, equipamientos, transporte) como componentes tan esenciales del problema como la vivienda misma. A partir de allí se avanzará también sobre los campos económicos, psicológicos, y hasta simbólicos del habitar urbano.
Este proceso, que tomo la década de los setenta y parte de los años ochenta, significa que alcanza la luz la compleja multidimensionalidad de la problemática de la vivienda. Es el advenimiento del abordaje interdisciplinar, que significará el abandono definitivo del tratamiento basado en la especialización disciplinar. Esta introducción a la comprensión de los sistemas complejos plantea ciertos desafíos para una nueva división del trabajo
–que definitivamente ya no era aquella que inducía el análisis cartesiano–, división que en principio se propone interdisciplinaria, es decir por especialistas de distintas disciplinas.
Pero paulatinamente, como resultado de estos años plenos de debates, se va avanzando hacia una construcción de conocimiento nuevo sobre el problema habitacional –como tantas otras cuestiones– cuya maduración sobrevendría en los noventa.
En la Universidad lo que va a ocurrir es que continuará la formación disciplinar de base fordista. La enseñanza de estas cuestiones en este período comienza a darse en cursos cortos de posgrado en algunos centros de Inglaterra, Ho- landa,Bélgica y Alemania.Cursos que tenían un sesgo "tercermundista" y envolvían a expertos internacionales, entre los que se contaban profesores latinoamericanos y alumnos principalmente provenientes de los países de Asia, África y Latinoamérica.
En la enseñanza universitaria de América Latina –de Argentina en particular– estos temas estuvieron ausentes. El caso específico de las carreras de Arquitectura es peor to- davía.El abordaje del problema de la vivienda fue aborda- do en ejercicios de diseño en los talleres de arquitectura, siempre centrado en conjuntos habitacionales de vivien- da "social". Tratamiento del problema que opera con unas pocas variables funcionales, y que no incorpora conocimiento sobre procesos sociales, económicos y urbanos.

LOS NOVENTA, TIEMPO DE CRISIS Y MADURACIÓN

El proceso de cambio tecnológico que tiene lugar en los últimos 20 años clausura definitivamente la etapa que tuvo como eje la acumulación y reproducción de capital basado en la industrialización, para dar lugar a una reestructuración del modo de producir objetos y establecer, en su lugar, que la reproducción del capital se base esencialmente en el procesamiento y traslado de información. El modo informacional de desarrollo (en lugar del modo industrial) como lo define Manuel Castells (1969) pone en el centro de la escena al capital financiero y la cuestión del conocimiento. El conocimiento se mercantiliza y su posesión o falta de éste pasa a ser igual a la posesión o no de capital.
Este proceso de cambio económico y sociocultural que se desata tiene una dimensión geográfica que se denomina "globalización", en referencia a como sitúa territorios y sociedades bajo nuevas formas. Se debilita la fuerza de los estados-nación para articularse los considerados territorios "fértiles" (para la reproducción del capital) en un nuevo sistema global. Ello tiende a dejar fuera a aquellos territorios y fragmentos sociales considerados rezagados en la nueva carrera global.
La transformación en curso tiene un volumen y fuerza tal, que los violentos cambios que se suceden se los toma como equivalentes a lo que fue la revolución industrial a principios del siglo XIX. Sin entrar a considerar aquí el aumento en la inequidad y la pobreza que tanto nos afecta, este proceso parece irreversible, y por lo tanto debe tomarse como un nuevo dato de contexto.
El conocimiento está en el centro de este proceso, donde el dato relevante es que su articulación con el mundo del trabajo está cambiando aceleradamente. Por ello la educación, hoy más que nunca, es el motor principal del desarrollo. Ello demanda constantemente la generación de nuevos conocimientos, que los tradicionales se articulen en una forma diferente entre sí, y que exista al mismo tiempo un doble camino de homogeneización y ultraespecialización. Los cambios violentos en la producción y los servicios provoca que las habilidades que antes eran importantes rápidamente queden obsoletas. Naciones Unidas estima que en los próximos 25 años, más del 50 por ciento de la fuerza de trabajo se compondrá de nuevas profesiones.
Este cambio esta hiriendo de muerte a las tradicionales disciplinas y profesiones, muchas de las cuales tenderán a desaparecer. No sólo eso, muchas de las nuevas especialidades tendrán muy corta vida. Por lo que un individuo probablemente tendrá que adquirir varias especializaciones en el transcurso de su vida profesional. Ello plantea como desafío que el sistema educativo tenga que profundizar el piso de conocimiento básico y acortar el ciclo de especializaciones, para que el individuo pueda reingresar en el sistema tantas veces como lo necesite. En Argentina ya hay algunas universidades que presentan currículas apropiadas a las características de esta demanda.
Frente a este nuevo contexto las carreras de Ingeniería se han adaptado rápidamente. Bajo el paraguas de la "ingeniería" se anulan especialidades (en particular las generalistas), se crean otras nuevas muy específicas, que incluso varían en su nombre. En cambio la Arquitectura está demostrando ser altamente inflexible. Allí radica su problema. Es una disciplina que no tiene base científica –aunque algunos pretendan otorgársela– por lo tanto tiene problemas para incorporar conocimiento, y consecuentemente para capacitar en la interpretación y manejo de problemas complejos.
La arquitectura, cuyo origen moderno se remonta a las corporaciones medievales, y su versión contemporánea se forja al inicio del siglo XX con el fordismo, se encuentra en crisis. Es una disciplina cuya formación se compone de saberes técnicos con algunos aportes de conocimientos de otras disciplinas, que tiene una baja inserción en el medio productivo en América Latina, y sólo logra capturar la demanda de las elites. En un contexto donde el cambio global está impulsando una tendencia a generar nuevos campos de conocimientos y por tanto nuevas carreras universitarias, orientadas a la resolución de problemas complejos, muchos de los cuales se encuentran en su campo de acción, quienes trabajan en este campo deberán enfrentar el nuevo desafío.

¿COMO SE PLANTEA EL CAMBIO EN LA FORMACIÓN?

Existen referencias claras hacia donde ir para responder a las nuevas necesidades. El debate sobre los nuevos problemas –o la nueva forma de ver los viejos problemas– y su relación con lo disciplinar que ha tenido lugar en los últimos 30 años, ha producido algunos nuevos conceptos. Un ejemplo de ello es la definición de "ambiente construido", que crecientemente se viene utilizando, y que es esencial considerar aquí.
Esta definición del "Built environment" nació de los debates y trabajos elaborados en The Bartlett School of Architecture de Londres, en los años ochenta, en redes de colaboración entre académicos europeos que estudiaban al sector construcciones. El análisis avanzado del sector llevó a considerar que su producto es "lo construido". Esta discusión es paralela al debate ecológico y ambiental. La consolidación de la noción de ambiente natural, paralelo al conocimiento de la complejidad de lo ambiental, dio como resultado que ambas definiciones se integren, forjándose entonces el concepto de ambiente construido.
Fue así como en los noventa prácticamente todas las facultades de Arquitectura de Inglaterra adoptaran el nombre de Facultad del Ambiente Construido (incluida The Bartlett School, cuyo director es Peter Cook). Ello ha devenido en una cuestión estratégica, constituyéndose en una envolvente que permite albergar las viejas carreras y al mismo tiempo dar lugar al desarrollo de nuevas especializaciones.
En muchos campos –como el de hábitat y vivienda– después de 30 años de investigaciones y debates, nos encontramos en un proceso de maduración de un campo específico, que ya no se presenta en forma disciplinar, sino que su conocimiento se integra en la transdisciplina. Si asumimos esta adultez transdisciplinar, se abre un panorama muy interesante para el desarrollo de estudios específicos en hábitat y vivienda, que como otras especializaciones, pueden estar comprendidos en el espacio de las "ciencias del ambiente construido". Esto presentaría la posibilidad de desarrollar un programa educativo que aseguraría la integración compleja del conocimiento en materia de hábitat y vivienda.
El campo de los estudios en hábitat y vivienda necesariamente debe presentarse en modo amplio, donde existen dos áreas estrechamente asociadas. Una es la de los estudios urbanos y ambientales,(2) que incorpora la teoría urbanística, la economía urbana, la geografía, la ecología urbana, etc. La otra es la de los estudios de la teoría del desarrollo, del Estado, la pobreza urbana y las políticas sociales, que provienen desde la sociología y las ciencias políticas.
Esta base amplia puede conformar un soporte de carácter interpretativo y formativo desde donde avanzar por sobre ella en la construcción de especializaciones. Estas debieran establecerse de acuerdo a las necesidades de cada país o región, e incluso podría plantearse que se establezcan por períodos, a término. Para ejemplificar lo anterior, nos referimos a especialidades que se orienten hacia problemas emergentes que requieran especialistas en el mantenimiento del parque de viviendas, en gestión habitacional basada en organizaciones del tercer sector, en gobiernos locales, o en empresas, en aspectos legales o técnicos, etc.

EL DESAFÍO QUE ENFRENTAMOS

Hacia fines de los ochenta, en nuestros países comienzan a sentirse los efectos del ajuste estructural asociados a la globalización, cuyas consecuencias se profundizan en los noventa. Enfrentamos a partir de ello problemas de un nuevo tipo, que esencialmente sitúa la cuestión en las ciudades, y dentro de ellas específicamente en los cambios en las relaciones de mercado, los cambios sociodemográficos, los cambios culturales del habitar, nuevas formas de pobreza, etc. Es un proceso que tiene lugar, además, en una ciudad latinoamericana que, producto de los procesos de urbanización popular, en gran medida todavía no está concluida, está a medio construir.
Para enfrentar este desafío se necesita mucho más conocimiento y una nueva generación de técnicos y expertos capacitados en interpretar y manejar este complejo problema. Una generación de especialistas que nos permitan superar definitivamente el paradigma de la división del trabajo fordista, y enfrentar uno de los problemas más urgentes y acuciantes, cuya resolución será crucial en el nuevo siglo.

NOTAS

1 Me refiero a la Red ULACAV (Red Latinoamericana de Cátedras Universitarias de Vivienda) cuyo Sexto Encuentro tuvo
lugar los días 5, 6 y 7 de octubre de 2000, en la ciudad de Córdoba.

2 En países como Argentina, con el 89,7% de su población habitando en ciudades, se considera excluyente el abordaje urbano,
además la cuestión del hábitat rural debe ser resituada con relación a los cambios globales.

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