ARTÍCULO

Erradicación de un campamento: un análisis crítico

María de la Luz Alvarez M. - Socióloga INTA U. de Chile

Fanny Wurgaft B. - Antropóloga INTA U. de Chile

 

Una de las características de América Latina es la migración campo-ciudad que ha formado con los años unos cinturones de pobreza alrededor de la gran ciudad. Estos cinturones de viviendas marginales se vieron agravados más tarde por el sistema de toma de terrenos. El objetivo de estas "tomas" es llamar la atención de las autoridades frente al problema de vivienda de los que viven de allegados y de otros que no tienen donde vivir, cuyo trasfondo tiene un componente político muy marcado1. Independiente de esta realidad, las condiciones de vivienda de los campamentos pueden considerarse como una deprivación desde un punto de vista general, haciendo la salvedad que dentro de ellos se encuentran familias que han podido adaptarse a esas condiciones y han logrado vivir con patrones óptimos de higiene y saneamiento ambiental, producto de sus hábitos adecuados 24

Vivir en condiciones deprivadas a nivel de la vivienda es una de las características de la pobreza. Esta es la cara visible de ella y la más impactante desde el exterior 5. En un análisis superficial, un país se juzga, en gran parte, por lo que se ve desde fuera, es decir, la vivienda de su población.

El hecho de trasladar familias de un campamento a viviendas básicas es un cambio importante desde el punto de vista social y económico, que muchas veces se supone, pero no se ha medido como para comprobarlo. También, el cambio afecta al área cultural (hábitos de higiene, uso del agua) y se ha demostrado que los hábitos de higiene en la preparación de los alimentos se han modificado por el sólo hecho de disponer de agua sin haber mediado algún programa de educación después del traslado 2.

Estos antecedentes hacen suponer que un cambio en las condiciones de la vivienda que afectan a familias que viven en campamentos modificará en varios sentidos su forma de vida.

El objetivo de este estudio fue conocer qué cambios ocurrían en las familias que eran trasladadas desde un campamento a una vivienda básica en diversos períodos de tiempo y ver qué impacto podría tener en la integración de estas familias en la sociedad global.

 

METODOLOGÍA

Se seleccionó el campamento "Carlos Condell" que sería trasladado en un período determinado a una población de viviendas básicas que otorga el Ministerio de la Vivienda a las familias que cuentan con los requisitos para optar a dicho beneficio. Este campamento estaba ubicado entre la carretera Panamericana Sur al Este, el cementerio Metropolitano al Norte y potreros por el costado Sur y el Oeste.

Del total de las familias se tomó una muestra representativa de las familias con hijos menores de 6 años en la fase 1 (campamento) cuyo número fue de 35 familias. Posteriormente las familias fueron trasladadas y la muestra aumentó a 58, porque se incluyeron otras familias con hijos mano res que en el momento de la fase 1 no los tenían. El período de tiempo transcurrido entre la fase 1 y 2 es de un año, pero desde el traslado del campamento a la vivienda básica ubicada en población "Las Torres" (comuna de Maipú) transcurrieron 6 meses. Tiempo prudencial para lograr una adaptación al nuevo ambiente (barrio, escuelas, movilización, almacenes, etc). Luego las familias fueron visitadas año por año por las autoras durante cuatro períodos.

En esta oportunidad se presentará la comparación de la fase 1 y 4 y de la 2 y 4. La fase 1 comenzó en marzo de 1982, la 2 en marzo de 1983 y la 4 en marzo de 1985.

Se aplicó una entrevista estructurada a la madre a fin de conocer sus aspiraciones, percepciones sobre el nuevo barrio y características laborales del jefe de hogar. En todas las etapas se aplicó el mismo instrumento.

 

Figura N°1: Vista de los lotes en situación irregular.

 

El análisis de datos se hizo a través de pruebas estadísticas para muestras pequeñas como el test de Fisher y del Chi cuadrado cuando fue posible aplicarlo.

 

RESULTADOS

La tabla 1 presenta el trabajo del jefe de hogar. En la fase 1 la mayoría (80%) de los jefes de hogar contaba con algún tipo de trabajo en cambio en la fase 4, la casi totalidad de ellos estaba trabajando (98.2%). Se muestra el tiempo que llevaban en el mismo trabajo entre un año y 12 meses, por que fue el que mayor diferencia presentó entre las dos fases, pero ésta no es significativa (48.6% vs 37.1%). Finalmente se muestra el número de veces que cambiaron de trabajo durante el último año. Entre 3 veces y más lo hace una minoría en la fase 1 (2.9%) y cerca del cuarto (21.8%) en la fase 4, siendo esta diferencia significativa. (p < 02).

La tabla 2 presenta lo que más desea tener la madre en su vida inmediata. En la fase 1 la casi totalidad menciona la casa como un deseo muy fuerte (97.1%) en cambio, este deseo disminuye significativamente en la fase 4 (16.7%). Paralelo al deseo de la casa, se manifiestan las comodidades en el hogar (cocina con lavaplatos, baño, refrigerador, etc.). En la fase 1 el 42.9% deseaba este tipo de comodidades, disminuyendo en forma significativa este deseo en la fase 4 (22.2%). Por último, el tener más dinero disponible aparece como algo menos deseado en la fase 1 (17.2%) que en la fase 4 (p <05).

La tabla 3 muestra lo que las madres consideran cómo lo más importante de darle a sus hijos. Las madres pudieron mencionar tres cosas y en este caso se presenta solamente la primera prioridad. La educación en ambas fases es la cosa más importante de dar a los hijos y no presenta variación. Sin embargo, se observa un cambio altamente significativo entre las prioridades mencionadas entre la fase 1 y 4 respecto a la salud las cosas materiales necesarias de dar a los hijos. La salud la considera importante sólo una minoría en la fase 1, en cambio, cerca del cuarto en la fase 4 (3% vs 21.5%). En relación a las cosas materiales, cerca del cuarto la menciona en la fase 1 y casi ninguna en la fase 4 (24.2% vs 1.9%).

 

Figura N°2 Loteo Población Las Torres. Comuna de Maipú

 

Las consideraciones sobre el nuevo barrio se comparan entre la fase 2 y 4, porque si se hubiese hecho entre la 1 y la 4, las respuestas habrían sido sesgadas, porque el campamento no pertenecía a un barrio. Por lo tanto, esta comparación es entre los 6 meses y los 3 años 6 meses de residir en la población Las Torres. Las críticas positivas son altamente diferentes respecto al barrio entre la fase 2 y la 4. En la fase 2 el 85.3% manifiesta su agrado y conformidad con el barrio, en cambio, esto disminuye notoriamente en la fase 4 (p < .001). Las críticas positivas respecto a la casa no fueron muchas en la fase 2, sólo cerca del cuarto las mencionó (23.5%) y disminuyen en la fase 4 (7.4%). Entre las cosas que más valoraron las madres fue disponer de un baño con ducha, porque el calor era una de las quejas más fuertes que tenían en el campamento y no podían refrescarse con nada; luego, la cocina con lavaplatos porque disponían de agua corriente y no tenían que acarrearla. En relación a las críticas negativas sobre el barrio se produjo algo inverso. En la fase 2 un 14.7% criticó al barrio por la lejanía, la movilización, las escuelas, etc. y en la fase 4 estas críticas aumentaron en forma altamente significativa, pero ellas fueron de otro orden, tales como: muchos alcohólicos y drogadictos entre los vecinos, peligro moral para los jóvenes, especialmente para las niñas, venta de alcohol a cualquier hora. Respecto a las críticas negativas sobre la casa, éstas se refieren al tamaño. Poco más del tercio en la fase 2 la consideraron muy chica y más de la mitad en la fase 4 (35.3% vs 55.6%) pero esta diferencia es sólo una tendencia a ser mayor en la última fase. (Ver tabla 4).

Finalmente, la tabla 5 presenta las mejoras efectuadas en la nueva casa a partir de la fase 2. Primeramente se destacan los arreglos mayores realizados tales como agregar una pieza, poner cemento a la entrada, rejas de seguridad, etc. En la fase 2 sólo un 25% logró hacer alguna de estas mejoras, en cambio en la fase 4, la mayoría las había hecho. Esta diferencia es altamente significativa (p < .0001). Otra mejora es el haberse preocupado por tener un jardín. En la fase 2 más de la mitad tenía un jardín en comparación con más de la mitad en la fase 4 (61.8% vs 83.6%). Finalmente, el haber plantado árboles frutales es otra de las mejoras consideradas. En la fase 2 la mitad de las familias tenía árboles frutales contra la gran mayoría en la fase 4 (p < .0001).

 

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Analizar críticamente la erradicación de familias que han vivido por muchos años en condiciones deprivadas, como son los campamentos, es un aporte frente a las políticas de vivienda que promueva cualquier país que quiera mejorar las condiciones de vida de su población. En esta oportunidad, la población estudiada llevaba viviendo en esas condiciones alrededor de 15 años como máximo en ese campamento y más de la mitad de las madres no había conocido otro tipo de vida que la de campamentos. Por esta razón, el evaluar este cambio es de gran importancia, porque se pone a prueba la subcultura que posee dicho grupo y la capacidad de adaptación del ser humano 6.

Un aspecto importante en la erradicación fue el haber trasladado a casi la totalidad del campamento a esta nueva área, aún cuando las familias hayan quedado separadas por una gran avenida, pero no se rompió con los lazos de pertenencia del grupo. En estudios realizados en México y Puerto España se llega a la conclusión de que es vital mantener los lazos familiares cuando se trata de emigraciones o erradicaciones. En el caso de este estudio, muchas de las familias estaban ligadas por lazos familiares y fueron erradicadas al mismo lugar 7.

Un aspecto importante que se destaca en esta erradicación es que los jefes de hogar no perdieron su trabajo, pese a haber sido trasladados a otro lugar muy distante del anterior. Sin embargo, se vieron afectados por una mayor movilidad. Esto podría interpretarse como un cambio en busca de un trabajo más cercano a su lugar de habitación, o la busqueda de mejores perspectivas. Esto podría indicar un cierto apoyo del medio en que se desenvuelven, es decir, el sector les ofrecería más oportunidades de trabajo. Al estar en un barrio con más desarrollo (fábricas, construcciones, servicios, etc.) el individuo estaría buscando un equilibrio entre su desplazamiento hacia el trabajo y su vivienda, lo cual va en beneficio de su salud 8.

En relación a la satisfacción de las necesidades básicas percibidas por la madre, ella manifiesta como prioritario en la etapa del campamento, el tener una vivienda decente donde vivir. Esta necesidad se ve satisfecha en casi la totalidad de las madres después de 3 años y medio de vivir en condiciones dignas. Lo mismo ocurre con los deseos de comodidades. Sin embargo, aumenta la necesidad de disponer de más dinero, porque la nueva condición de vida las obliga a otros gastos no previstos en forma individual (electricidad, agua). Pero esto, también responde al deseo de mejorar su propio nivel de vida. Mejorar la casa haciendo arreglos definitivos, comprar muebles u otros gastos mayores como los encontrados en estas familias (arreglos mayores p < 0001. jardín p < 03 y frutales p < 0001). Estos cambios los ha encontrado de Soto en Lima. Una vez que se está en la vivienda definitiva, el poblador es capaz de generar recursos para mejorarla 1

Cabe señalar que el barrio propiamente tal tuvo críticas más positivas en la fase 2, cuando la comparación con el campamento era evidente, en cambio, éstas disminuyen en la medida que pasa el tiempo. Respecto a las críticas negativas ocurre algo inverso. Estas fueron mínimas en la fase 2 porque estaban en el proceso de adaptación, pero éstas aumentan ostensiblemente en la fase 4. Aquí se produce una adaptación al medio de la mayoría y un rechazo de los aspectos negativos que se dan al interior del barrio como son la droga y el alcoholismo. Este rechazo fue manifestado fundamentalmen te por las familias que habían progresado y veían con pena que personas que se habían criado juntas por tantos años, hubieran desperdiciado la ocasión de mejorar su nivel de vida. Las críticas a la casa, también variaron según la fase. Fueron más positivas mientras más cerca estaba el recuerdo del campamento. En cambio, el tamaño de la casa, que fue considerada pequeña en la fase 2 por un 35.3% de las madres, aumentó en la fase 4 a un 55.6%, pero esta diferencia sólo tiende a ser superior. Esto podría significar la capacidad para adaptarse al espacio.

Otro aspecto importante atribuible a la erradicación es la modificación de las aspiraciones de las madres en relación a lo que ellas anhelan dar a sus hijos. Lo material que fue considerado prioritario en el campamento, es prácticamente eliminado en la fase 4. Esto estaría un poco en la idea de la teoría de los recursos de Foa y Foa 9 10que dice que el aumento de los bienes materiales no aumenta la satisfacción. Una vez que la familia de escasos recursos satisfizo un mínimo de sus necesidades básicas, ya no le da importancia a darle lo material (comida, vestuario) a los hijos.

Sin embargo, aumenta la necesidad de dar una mejor salud a éstos, pues ve que viviendo en mejores condiciones de vivienda, la salud pasa a ser mucho más dependiente de los cuidados de la madre que un producto del medio am biente como era en el campamento (p <.001).

Estos resultados permiten afirmar que la erradicación de familias que viven en condiciones deprivadas de vivienda provoca cambios a corto plazo que pueden ser observables y que sin duda estos cambios tendrán a futuro, otra repercusión en la sociedad. Pues los hijos de estas familias se estarán integrando plenamente a la sociedad 11 y dejarán de ser marginales. Según Gilder 12 si se tiene una familia, un trabajo y fe, ésta sería una vía confiable para salir de la pobreza. A esto se podría agregar que la familia que comenzó siendo deprivada estaría muy próxima a dejar de serlo si cuenta con una familia estable que apoye a los hijos frente a la educación, como es el caso de las familias estudiadas y un trabajo seguro para el jefe de hogar que le mantenga la fe en su capacidad y en lo que la sociedad le ofrece.

REFERENCIAS

1De Soto, H. El otro sendero. Ed. El Barranco, Lima, 1986, 2a Ed.

2Alvarez, M.L., Wurgaft, F. Changes in hygienic habits in food prepa ration: facilitates to use water. Canadian Journal of Public Health 78 (January - February): 43 - 46, 1987.

3Alvarez, M.L., Formas de vida en la pobreza. ¿Adaptación o hábito? Boletín del Instituto de la Vivienda 2 (Junio): 19 - 35, 1987.

4Aubá, G., Alvarez, M.L. Influencia de factores culturales en madres con lactante desnutrido . Rev. Chil. de Nutr. 11 (1): 9 - 14,1983

5Álvarez, M.L. Deprivación y Familia. Ed. Universitaria, Santiago, 1982.

6Gershuny, J.I., Pahl, R.E. The future of the informal economy. New Society 3 : 7 - 9, 1980.

7Conway, D., Brown, J. Intraurban relocation and structure: low inco me migrants in Latin America and the Caribbean. Latin American Re - search Review 15 (3) : 95 - 125, 1980.

8Henry, J.P. The relation of social to biological processes in disease. So. Sci. Med. 16 : 369 - 380, 1982.

9Foa, U., Foa, E. Societal structure of the mind. Charles Thomas (ed) Springfield, Illinois, 1974.

10Foa, U., Foa, E. Resource theory: interpersonal behavior as exchan¬ge. In G. Greenberg and E. Wills (Eds.). Exchanges: Advances in Theory and Research. Plenum Press, New York, 1980.

11Jeffrey, C.J. Urban poverty, children and the consumption of popular culture: a perspective on marginality. Theses from a Latin American Squatter Settlement, Human Organization 49 (3) : 233 - 241, 1980