doi 10.4067/S0718-83582009000100001

 

Editorial

 

"La humanidad tiene la capacidad para hacer sostenihle el desarrollo, para asegurar que se satisfagan las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades. El concepto de desarrollo sostenihle implica límites, no límites absolutos sino limitaciones impuestas por el estado actual de la tecnología y la organización social sobre los recursos ambientales y por la capacidad de la biosfera para absorber los efectos de las actividades humanas. La tecnología y la organización social pueden ser administradas y mejoradas para dar paso a una nueva era de crecimiento económico"1.

 

Se ha decidido abrir este número de Revista INVI presenaándo la definición con mayor reconocimiento del concepto "desarrollo sostenible", propuesta en 1987 por la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Naciones Unidas, también conocida como Comisión Brundtland. Esto, considerando que la intención general de la presente edición es conducir la reflexión hacia una revisión de problemáticas y propuestas asociadas a la sostenibilidad urbana -más allá de discusiones semánticas-, y cómo éstas están relacionadas con el ámbito del conocimiento del cual se ocupa esta publicación, el habitat residencial.

El logro del desarrollo económico como medio para alcanzar el bienestar como individuos y como sociedad, es el camino que como especie hemos adoptado. Esta elección se hace evidente en la forma de asentamiento humano que más nos representa y en donde habita actualmente la mayor cantidad de población, la ciudad. En ella se concentran valores sociales y culturales; oportunidades asociadas al mejoramiento de condiciones de vida; es la expresión de los progresos de la humanidad, a tal punto que puede reconocerse como su obra maestra. Sin embargo, el vertiginoso crecimiento y la manera en que el proceso de urbanización se ha materializado sobre el territorio, ha generado negativas consecuencias: la marcada y segregada distribución espacial de desigualdades económicas, sociales y ambientales; el aumento creciente de la complejidad en la gestión urbana; la también creciente contaminación y el derroche de recursos ambientales; entre otras.

El modelo seguido por la sociedad humana para alcanzar el desarrollo, ha provocado condiciones que hacen inviable la continuidad del mismo. Este esquema de comportamiento afecta seriamente al planeta -nuestro habitat- y a nosotros mismos como sus habitantes, haciéndose cada vez más urgente modificarlo teniendo en cuenta la gravedad de los problemas generados, los cuales están poniendo en riesgo la supervivencia. No se trata de asumir una visión en extremo ecologista (aunque dado el actual estado del problema, tal vez ninguna posición que trate de buscar alguna salida lo sea), se trata de entender que vivimos en comunidad, una enorme comunidad que comparte un mismo espacio vital y que la forma que empleamos en la actualidad para avanzar como civilización está en crisis.

La relación entre la sociedad y la naturaleza ha sido un objeto de preocupación que viene siendo socializado desde la década de los años '60. En ese momento se inició un progresivo y masivo proceso de concientización con respecto a los problemas medioambientales generados por la actividad humana, a tal punto que actualmente el desarrollo sostenible se ha transformado en paradigma dominante. Los procesos de antropización del territorio son abordados cada vez más desde esta perspectiva, la cual se espera constituya el punto de partida para una modificación profunda de las estructuras urbanas.

En las ciudades se expresa gran parte de la problemática asociada a las dimensiones que involucra la sostenibilidad (ambiental, socioeconómica y espacial). Probablemente es a partir del estudio de sus conflictos desde donde surjan las soluciones para alcanzar el equilibrio necesario, a fin de continuar nuestra evolución como sociedad preservando la vida, con calidad de vida. La búsqueda de este estado generalizado de bienestar, coincide con la mirada desde la cual es propuesto el concepto de habitat residencial como forma de comprensión de la realidad.

Este concepto es definido por el Instituto de la Vivienda como "el resultado de un proceso en permanente conformación de lugares en distintas escalas referidas al territorio, que se distinguen por una forma particular de apropiación, dada por un vínculo cotidiano con unidades de experiencias singulares, potenciando relaciones de identidad y pertenencia, a partir de lo cual el habitante lo interviene y configura"2. Dicho proceso implica complejidad y dinamismo, marcados por la interacción de diversos aspectos que hacen necesaria una estructuración metodológica que permita abordar su análisis. Para ello, fueron propuestas tres dimensiones transversales fundamentales del habitat residencial: la socio-cultural, la ambiental-territorial y la político-económica.

Estas dimensiones son coincidentes, en lo fundamental, con las mencionadas dimensiones de la sostenibilidad. Concordancia derivada, probablemente, de que en ambos casos se trata de una propuesta para estudiar una realidad compleja en busca del mejoramiento de las condiciones de vida de nuestras sociedades. Afrontar el tema de la sostenibilidad urbana desde el enfoque del habitat residencial implica una mirada desde los procesos de construcción de la ciudad, entendidos en función de quienes la habitan y, como ya se dijo, de la búsqueda de su bienestar vinculado al desarrollo de la ciudad misma.

En este contexto, los artículos incluidos en la presente edición acogen e ilustran dicha mirada. En primer lugar, se presenta el artículo escrito por Luis Alvarez, Lisandro Silva y Marcela Soto, denominado "Movilidad universitaria, sustentabilidad urbana e inclusión social en el Gran Valparaíso". Este estudio de caso, busca analizar los patrones de movilidad cotidiana universitaria desde las residencias de los estudiantes hacia su centro de estudios, y las modificaciones que dichos patrones han experimentado a consecuencia de dinámicas urbanas. Estas últimas, caracterizadas por desequilibrios funcionales y un importante incremento en la accesibilidad, conduciendo a un creciente y desigual desarrollo urbano. El análisis permite visualizar nuevas tendencias de movilidad, vinculadas a un modelo centrífugo de localization residencial en el contexto urbano metropolitano.

El artículo que aparece a continuación, escrito por Agustín Hernández, tiene por nombre "Calidad de vida y medio ambiente urbano. Indicadores locales de sostenibilidad y calidad de vida urbana". Tal como lo expresa en el título, el autor sitúa a la sostenibilidad en el marco de la calidad de vida urbana y plantea que la adopción de la primera como paradigma, requiere de un sistema de indicadores para la determinación y evaluación de los objetos y programas de sostenibilidad. Para ello, desarrolla una descripción de distintos tipos de indicadores, concluyendo en una reflexión sobre la ciudad como satisfactor, a partir de lo cual propone un sistema articulador de indicadores urbanos.

El tercer artículo, titulado "Habitacáo e sustentabilidade urbana" y escrito por Teresinha Goncalves desde la perspectiva de la psicología ambiental, presenta a través de dos estudios de caso localizados en la ciudad de Criciúma-SC, Brasil, una discusión en torno a la vivienda apropiada como factor de sustentabilidad urbana en tanto el habitante la incorpore contextualizada en el entorno. Esta discusión se basa en los resultados de dos investigaciones realizadas por la autora entre 2002 y 2007, ambas vinculadas al estudio del proceso de apropiación del espacio. El supuesto básico es que la apropiación del espacio por medio de la apropiación de la vivienda, confiere al habitante sentimientos de pertenencia e identidad, vínculos con el lugar que se traducen en su cuidado, preservación y defensa.

Finalmente, se presenta el artículo "Mi vecino apesta: Una aproximación sociológica al fenómeno LULU", escrito por Nicolas Soto y Rodrigo Hormazábal. Con un enfoque sociológico, los autores indagan acerca de la construcción simbólica del espacio, a partir de un estudio de caso sobre las dinámicas colectivas resultantes de la oposición a la localization de equipamientos urbanos localmente no deseados. La hipótesis central plantea que la constitución del fenómeno NIMBY (Not In My Backyard) -materialización del fenómeno LULU (Locally Undesirable Land Uses)-no es sólo producto de la percepción de los riesgos ambientales, sino de la valoración simbólica del espacio asociado a dicho fenómeno.

Junto a los artículos que componen este número, retoma su sección "opinión" presentando una reflexión aportada por Pedro Serrano, bajo el nombre "Valparaíso, patrimonio sustentable". En ella, se discurre sobre el tema de la sustentabilidad asociado a aquello que hace a una ciudad ser realmente sustentable. Una mirada a la ciudad puerto de Valparaíso y a su patrimonio tanto tangible como intangible; una preocupación por que dicho patrimonio conserve, de modo evolutivo, su soporte físico en el tiempo.

Por último, y a fin de cerrar adecuadamente esta edición temática, el académico del Instituto de la Vivienda, Gustavo Carrasco, realiza una reseña sobre el libro "Proyecto Ecocity Manual para el diseño de ecociudades en Europa". Esta publicación es resultado del Proyecto Ecocity, constituido en el marco del 5o programa de política y actuación en materia de medio ambiente y desarrollo sostenible de la Comisión Europea.

Con la publicación de estos contenidos espera contribuir al estudio y al desarrollo de propuestas en torno a la sostenibilidad urbana del habitat. Sean pues bienvenidos a participar de esta reflexión.

 

Sandra Caquimbo Salazar
Coeditora

 

Notas

1 Brundtland et al., 1987.

2 INVI, 2005.